¿Poderes nuevos?

27 3 0
                                    


-Aún no me has dicho tu nombre-Media sonrisa asomó por el rostro del que aparentaba ser mortal-.

-Es verdad, con todo el jaleo no ha dado tiempo a presentaciones-intenté devolverle la sonrisa-Me llamo Katherine y tú?-.

-Sebastian-se presentó-Por cierto, gracias por vendarme la herida-dijo señalando el vendaje-.

-Oh, no ha sido nada-disimulé modestia-Gracias tu por...salvarme la vida-intenté que no terminara en susurro-.

El chico se limitó a sonreír mientras caminábamos hacia el lugar de donde provenía.

-Se nota que nunca antes te habías enfrentado a un Unihipo-.

-¿Unihipo? ¿Así se llamaba esa enorme bestia?-.

-Dime-tardó lo suyo en responder-¿Porqué no te defendiste usando tu magia?-cuestionó ignorando a mi pregunta-.

Me quedé callada. Sabía que si el silencio incómodo entre ambos prevalecía, solo haría que empezara a sospechar de mi, y no creo que fuera buena idea que descubriera que no era como él aunque solo lo aparentase y nos pareciéramos morfológica y biológicamente. 

-Pues verás...-intenté pensar en la primera mentira más convincente que se me pasó por la cabeza-...Se me ha agotado-dije en un tono ridículamente evidente-.

Esperé a que Sebastian se riera en mi cara y me frenara para que le dijera la verdad. Pero, afortunadamente, no fue así.

-Ah, ¡pues haberlo dicho antes!-dijo en el tono más inocente que podría haber oído nunca-Yo puedo darte más si quieres, y luego seguimos caminando hacia mi pueblo, ¿qué me dices?-.

Ahora me quedé estupefacta. ¿En serio? ¿Se lo había tragado? Pero si hasta un niño de 5 años se hubiera dado cuenta de que estaba mintiendo.

-¡Cla-claro!-disimulé la peor sonrisa que hubiera podido disimular en mi vida-Suena muy bien-.

-Pues en marcha-respondió dejando de caminar en seco y soltando un pequeño escupitajo entre sus manos (lo cuál me pareció bastante repugnante) para frotarlas entre sí-. Me detuve también para observarlo y de ellas empezó a brotar un brillo cegador y alumbrante que rápidamente tomó rumbo hacia mí de la forma más inesperada posible. En cuanto me "atravesó" lo que quisiera que fuera aquella cosa que suponía que se trataba de la magia negra, creí que me desmayaría. Lo primero que sentí fue que casi me quedaba sin respiración, pero luego de aquella sensación, automática e involuntariamente inhalé una bocanada de aire profunda que me devolvió a mi estado de salud normal. 

O eso creía. No me sentía la misma.

El chico empezó a reír.

-wow, parece como si fuera la primera vez que te transfirieran magia, vaya cara tienes-.

Aquel comentario me produjo náuseas a un grado tal que casi me dieron ganas de vomitar.

-Suele pasarme, no te preocupes...-intenté disimular con otra sonrisa falsa e intentando equilibrar mi leve mareo del momento-.

-Si esta segura-hizo una pausa-Si quieres podríamos descansar y mañana seguimos caminando-.

-No no, de verdad que estoy bien-Dije en un tono más alto y enderezado. No me hacía ninguna gracia tener que pasar una noche al lado de esa criatura endemoniada por más que me hubiera salvado la vida y otorgado poderes-Sigamos-.

(...)

Unas horas más tarde, al fin llegamos al pueblo del que tanto me había hablado y del que procedía. Supuse que allí todos serían como él, así que tendría que andarme con cuidado. Al menos mientras conservara la magia negra que recientemente llevaba entre mis manos, podría aparentar ser uno de ellos sin la más mínima sospecha. Eso me tranquilizó bastante, pero de todas formas, no significaba que pudiera bajar la guardia ante cualquier inminente ataque.  

Un viaje Inesperado. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora