IX El disfraz de Naruto

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-Yo que creía que no podía haber alguien más idiota que Deidara.- Se rasco la frente de su cabeza. –Qué remedio. Iré a buscarlo.-


Y así lo hizo, el rubio se abrió paso por la sala a medio llenar de personas. Tomo algunos dulces y subió las escaleras para llegar al segundo piso de la casa, donde por extraño que pareciera la persona a quien había estado buscando toda la noche estaba perdido.

Caminaba por aquel enorme pasillo lleno de puertas de madera. Valla que aquella casa tenía muchas habitaciones.

-¡Deidara!- Escucho los gritos de su hermano que provenían desde una de las habitaciones.


Fue tocando picaporte por picaporte, tratando de encontrar el estudio de la casa o habitaciones abiertas, en las que no se encontraran adolescentes teniendo sexo salvaje. Una tras otra estaban cerradas. Suponía por las conversaciones y gemidos, que se escuchaban tras las puertas, que sus ocupantes estarían muy ocupados.

-¡Bingo!- dio un con un picaporte que giro. Por fin, una habitación vacía. Abrió la puerta para contemplar la escena.


Sasuke arqueaba su cabeza hacia atrás sobre las almohadas, permitiendo que él pelirrojo besara su cuello. Mientras el pelinegro sujetaba el trasero de este,  a la vez que Gaara lo embestía delicadamente. Los jadeos del Uchiha eran claros, estaba disfrutando de aquello y la espalda arañada de Gaara era prueba de ello.

Naruto contemplo aquello, estupefacto, y antes de cualquier cosa, una ligera sonrisa se dibujó en él. Si no fuera porque lo estaba mirando, nunca se lo habría creído. Luego de su sonrisa de satisfacción comenzó a sentir cómo contemplar aquella escena comenzaba a excitarlo, y quizá por ello o por morbo no había cerrado la puerta inmediatamente.

Miro una última embestida del pelirrojo y reacciono, saliendo del estado de trance en el que había entrado. Tratando de causar el menor ruido posible, fue cerrando la puerta lentamente para no causar ruido, o quizá para seguir observando. Hasta que esta por fin se cerró completamente. Sin que los dos chicos se dieran cuenta, o al menos eso creía el rubio.

-Eso te éxito aún más, ¿Verdad Gaara?- Sasuke pronuncio con su débil hilo de voz. –¡Eres todo un exhibicionista!-

-¡Tú no te detuviste cuando él abrió la puerta! – Sonrió.

-¡Somos unos enfermos!- Sonrió. -¿Aún tienes más para mí?-

-¡Esto apenas comienza!- Gaara intercambio la posición con Sasuke, mientras el azabache se burlaba.


-Sí que se la están pasando bien. Me alegro por ellos.- Sintió su agitado corazón, mirar a ese par, sí que lo había alterado. Trataba de controlarse pues no quería sentir que ver a sus amigos teniendo sexo lo había logrado excitar. –Será mejor que baje.-


Se disponía a regresar a la fiesta. Cuando escucho  que una puerta muy cercas de él, se abría. No hubo tiempo de mirar quien la había abierto. Sin previo aviso, y sin esperarlo, fue tomado de las muñecas, las cuales fueron llevadas a su espalda, y en hábil movimiento se encontraba encorvado sometido con sus muñecas esposadas. No podía mirar nada, estaba completamente sometido.

Lo próximo que miro fue como el piso del pasillo cambio por el piso de la habitación, y escucho como la puerta de esta se cerraba nuevamente, pero esta vez con él adentro. Escucho el cerrojo de la puerta ser colocado. Y sin más, fue tumbado y sometido al suelo. Podía sentir el peso de una bota en su espalda, la cual hacia fuerza para evitar que se pudiera incorporar. Aquello provoco que el rubio solo pudiera mirar el piso, y el otro pie de su atacante. Unas botas de policía, y un pantalón azul marino, era todo lo que podía mirar.

Noche de Hallowen (KibaNaru y +)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora