Capítulo 2

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Me paro en seco y el frío me seca las lágrimas, poniendo mis mejillas tensas. Hace frío y empiezo a temblar, pero ya no sé si de tristeza o de frío.

Ya en casa entro silenciosamente para que nadie descubra mi cara de llanto y me tiro en la cama. Las ventanas están abiertas pero siento como si me pesara demasiado el cuerpo como para cerrarlas. La habitación se siente vacía, pero me da las sensación de que no es sólo que no haya desecho las maletas, o que la decoración tan refinada se sienta impersonal, soy yo, yo cambio esta habitación y cualquier lugar al que vaya será transformado por la persona que sienta emociones en ella. Y ahora mismo hay un vacío inmenso, inerte.


Narra Austin Bay


- ¡No me puedo creer que me hayas ocultado esto Austin! ¡Tenías a otra persona! ¿¡No era la única!? - Louise da vueltas de un lado a otro con los brazos en jarra.

Ni si quiera levanto la cabeza y me pellizco los labios, nervioso, pero inerte. ¿Cómo he podido hacerle esto? Soy un monstruo por no haber creído en ella, por no haberla esperado cuando ella sí lo ha hecho... Pero no podía saberlo, ¿verdad? Ha pasado ya bastante tiempo y no-

- ¡Austin di algo por Dios!- Se para en frente mía, aunque no la miro. 

Me levanto y salgo de la habitación. ¿Cómo voy a decir algo ahora? Todos sabemos que tengo la culpa, así que, ¿qué argumento podría tener para defenderme? Ahora no sé en qué punto está mi futuro matrimonio, pero lo que me importa es, dónde está mi relación con Lilibeth. He sido un cínico, un imbécil por ser tan realista, aunque la realidad se haya vuelto lo que un día idealizaba. 

De pronto noto como me abrazan por detrás:
- Bueno, Austin, no me importa. Nosotros teníamos decidido casarnos y no voy a cambiar eso por nada del mundo. Además, recuerda que el hospital quedará en nuestra propiedad, junto con las clínicas en los diferentes distritos.- 

- Louise, ahora no, por favor.- noto como me arde la cara y empiezo a tensar la mandíbula.

- No me importa lo que esa chica significara para ti, yo-

- ¡¡ Significa !! ¡Está aquí Louise! ¡Ha vuelto!- me giro tan bruscamente que la alejo de un susto. - Louise, soy culpable de no haber creído en ella, de haber dejado la vida en Londres atrás, como si fuera un mueble viejo. Y ella está ahora aquí, algo que llevaba soñando desde hace muchísimo tiempo. Pero me hice a la idea de que no apareciera, y tu padre nos ha hecho muchos favores...
Me quedo pensando en sí debería de cambiar la última oración, tan directa, pero real a la vez, tan cruel pero necesaria... 

Veo en sus ojos tristeza, como si hubiera una pizca de esperanza de que sintiera algo por ella, que no lo niego, pero también encuentro interés, ¿económico? ¿social?
Salgo de la habitación, cojo un abrigo del perchero a pesar de que la criada me lo impide y salgo de casa.

Narra Lilibeth Bathor.

Oscuridad. Azul oscuro, cuervos blancos, ciervos corriendo, montañas nevadas, pinos esbeltos. Yo. En medio de todo, pero a la vez de nada. Mis pies descalzos sienten la nieve derretirse poco a poco, la ráfaga gélida me estremece todo el cuerpo y de pronto, nada. Sólo oscuridad. 

*¡Ding, Dong!*

Me levanto sobresaltada con el tembloroso sonido del timbre. Me incorporo y noto un dolor en la espalda, me doy cuenta de que llevo la ropa de calle y que estoy temblando. Dirijo mi mirada a las ventanas abiertas. Me levanto para cerrarlas y miro al reloj : las dos y media. Salgo despacio al pasillo, y veo a la criada en bata intentando ver por la mirilla de la puerta de quién se trata. Pronto se da la vuelta y viene en mi dirección. Ni si quiera me inmuto y no hago el esfuerzo de hacerme la dormida. 

Sigue tu instinto [ Parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora