[Jimin]
Es imposible dominar a alguien si esa persona no quiere ser dominada. Simplemente, es imposible. Puedes vapulearla, aterrorizarla y volverla sumisa a ese miedo, pero no entraría en dominación, puesto que faltaría el factor más importante de todos, el que se encarga de sostener ese tipo de relaciones.
El que Jungkook desprendía con cada pestañeo desde el otro lado de la cristalera mientras esperaba impaciente, de pie con varios libros entre sus brazos y el labio inferior entre sus adorables dientes que se asemejaban a los de un conejo.
- ¡Confianza, chicos! –el entrenador elevó el tono al tiempo que golpeaba su puño contra una de las taquillas del vestuario. Seguramente quería enfatizar sus palabras, pero lo único que consiguió fue que Hoseok, quien estaba en primera fila del discurso, pegara un pequeño salto sobresaltado. – La confianza es la clave. Después de que os empapéis de ella, el partido será pan comido. Ni más ni menos, tenéis que creéroslo.
Yo no lo creía. Sabía que iba a ganar, pero no tenía nada que ver con mi fe o las palabras motivadoras del entrenador. Ganaríamos el partido por todo el esfuerzo empleado los últimos meses, las inversiones del colegio en el equipo, los constantes partidos de prueba y la verdadera motivación de la beca deportiva en nuestro historial académico.
Aun así sonreí como si me hubiera creído cada una de sus palabras. Todos lo hicimos. No sé quién del equipo compartía ideas con él y quien no, pero tampoco me importaba, pues aunque pudiera disimularlo a la perfección, la persona al otro lado de la sala llevaba captando mi atención desde que había aparecido.
Jungkook siguió ahí, aun cuando el discurso terminó y dimos por finalizado el entrenamiento, al otro lado de la puerta, ligeramente borroso por el cristal que nos separaba, pero a pesar de todo podía notar el esfuerzo que ponía para contenerse y permanecer quieto. Sonreí, sintiendo una ligera satisfacción en mi vientre, y seguí desvistiéndome con toda la tranquilidad del mundo. No había prisa, Jungkook esperaría.
Y lo hizo.
Casi una hora se pasó en silencio, haciendo pequeñas reverencias a los compañeros de equipo que abandonaban los vestuarios y se encontraban al pequeño pelinegro en la puerta de entrada, sin atreverse a cruzarla.
- Eh –me giré hacia la conocida voz de mi mejor amigo. Hoseok, una persona asustadiza y el mejor delantero que había pasado por la escuela en muchísimo tiempo. – Voy a tomar algo con Taehyung en la cafetería, aún quedan unos minutos antes de que cierre.
- No tengo hambre –respondí mientras subía una de las piernas al banquillo y comenzaba a abrocharme los cordones.
- ¿Y dinero? –extendió la mano, la cual miré con desagrado antes de elevar un par de centímetros la vista. Su sonrisa tembló, pero no desapareció. Otra cosa en lo que Hoseok era bueno, en sonreír. – Oh, vamos, mi estómago ruge y me he dejado todo el dinero en el almue-
- Coge mi cartera y toma lo que necesites. –exclamó una especie de agradecimiento acompañado de un baile mientras se dirigía a mi taquilla. Por la familiaridad en la que abrió mi bolsa y encontró la cartera, casi parecían más sus pertenencias que las mías. – Lo que necesites siempre que no supere los dieciocho mil wons. – Hoseok asintió y sacó un par de billetes de su interior antes de cerrarla y guardar todo de nuevo en mi taquilla, la única que aún permanecía llena. – Y por cierto – señalé al pelinegro, quién aún seguía fuera, con la cabeza. – Cuando te vayas, dile que entre.
- ¿A ese niño? –alzó una ceja, mirándole con extrañeza mientras se guardaba el dinero en el bolsillo del pantalón. – ¿Le conoces?
- Tú limítate a decírselo y luego disfrutar de tu bollo en la cafetería, o lo que narices vayas a pedirte.