[Jimin]
Disneyland. A Disneyland se le había ocurrido traerme como sorpresa de cumpleaños. Y no un Disneyland cualquiera, sino el Disneyland de Tokio. Me había gratificado incluso más ver que Jungkook había sido capaz de prepararlo todo, aunque de cualquier manera estuviera preparado para cuando hubiera algún contratiempo.
- ¿Seguro que no estamos en tu cumpleaños? –pregunté reprimiendo una sonrisa, buscando molestarle. Me miró de reojo rencoroso y yo reí, agarrando su mano y dejando un beso en su mejilla mientras él miraba por la ventana del avión. – Es broma. Gracias por preparar todo esto.
- Va a ser el mejor cumpleaños de la historia, estoy seguro.
- Me lo pones muy difícil para no seguir molestándote... –él me ignoró por completo, teniendo una silenciosa revelación repentina y poniéndose a buscar en su mochila de mano con total descuido, dejándome en el regazo los objetos que se interponían en su búsqueda. Cuando consiguió encontrar la pequeña cámara digital y empezó a grabar, yo tenía sobre mis muslos dos cargadores, un peluche de algún superhéroe y una caja de chicles. – ¿Otra vez con eso?
- Ya te he dicho que quiero grabar cada segundo de este viaje –podía imaginar la sonrisa que tenía al decir eso tras la cámara. Rodé los ojos y empecé a guarda de nuevo todos los objetos en su mochila. – Eres un aburrido. Parece que estoy saliendo con un hombre de ochenta años.
- Pues me conservo magníficamente para tener ochenta años.
- Eres idiota – apagó la cámara y la guardó junto a las demás cosas, agarrando de nuevo la mochila. Con esta entre sus brazos, se apoyó en mi hombro y empezó a rozar su nariz contra mi cuello. Me fue inevitable sonreír por lo agradable que se sentía ese simple gesto. – ¿Cuándo vamos a despegar?
- En unos minutos.
- Eso me dijiste hace unos minutos. Lo tengo grabado.
- Voy a terminar arrepintiéndome de haberte regalado esa cámara. Debí escoger unos calcetines.
- Los habría convertido en marionetas y serían tu regalo de cumpleaños. Tú dirás. –reí y besé su cabeza. Él se arrimó más a mí y me apretó con fuerza la mano. – Haré un video. Aprenderé y editaré el mejor video que hayas visto nunca. Y dentro de muchos años, se lo enseñaremos a nuestros hijos. O nuestros perros, me da igual.
- Hijos.
- Aún es discutible –fui a rebatirle tal idea, como llevaba haciendo desde que lo comentamos por primera vez, pero me interrumpió para cambiar de tema. Quizás fue lo mejor, porque nos habríamos pasado todo el viaje discutiendo por la misma tontería que habíamos discutido mil veces atrás. – De cualquier manera, me hace mucha ilusión.
- Esperaré a verlo entonces. Seguro que es el mejor video del mundo.
- Claro que lo será.
Y después de eso volvió a sacar la cámara y grabarme planos de los agujeros de mi nariz, acercando y alejando la imagen repetidas veces hasta que una azafata se acercó para advertirnos de que íbamos a despegar y debíamos guardar los aparatos electrónicos. No sé si a Jungkook le molestó más no poder seguir grabando mi nariz o que la azafata nos hubiera mentido, puesto que esperamos otros diez minutos antes de que realmente despegáramos.
El vuelo, literal y metafóricamente, se pasó volando. Jungkook se durmió en mi hombro, luego me dormí yo, y luego el señor que tenía a mi otro lado, también debió dormirse, porque desperté estaba apoyado en mi otro hombro. Cuando Jungkook lo vio, no dudó ni un segundo en quitarle la cabeza de malas maneras.
