[Jimin]
Tal y como había asegurado, le desperté una hora antes. Cuando volví del baño, tuve que despertarle de nuevo porque había vuelto a dormirse. Luego volvió a quedarse sopa mientras se abrochaba la camisa, los zapatos y cuando terminó. Entré en el cuarto y ahí estaba él, completamente vestido, tirado sobre la cama deshecha a un suspiro de ponerse a roncar. Jungkook no roncaba, pero habría encajado perfectamente con la escena.
- Tenemos que ir a tu casa a por el uniforme – me tumbé a su lado, acariciando su mejilla con delicadeza. Él frunció el ceño con sueño y se arrimó a mí, buscando mi cuerpo a ciegas con sus manos. Una vez lo encontró, me rodeó con manos y piernas, como un koala. – ¿Crees que no puedo cargarte hasta el colegio? –no respondió. Lo interpreté como un 'me da igual si puedes o no, tan solo no quiero andar' y tras un larguísimo suspiro de resignación, me puse el pie, acomodando a Jungkook hasta que estuvo bien agarrado a mi cuerpo.
Me tomé mi café si soltarle, con su cabeza apoyada en mi hombro y una mano sosteniéndole del trasero para que no se cayera. Todo el camino a garaje lo hice de ese modo, ni siquiera me detuve cuando me encontré con uno de mis vecinos en el ascensor. Fue gracioso, sobretodo su reacción a que yo viera normal estar cargando a un niño dos años menor que casi me superaba en altura.
Una vez en el coche, acomodé al pelinegro en el asiento y le coloqué el cinturón. Él se quejaba en voz baja con cada movimiento, pero estaba tan cansando que ni siquiera tenía fuerzas para soltar quejidos como dios manda.
- Tienes un problema –declaré mientras salíamos del garaje. Él no respondió, pero supe que estaba escuchando por su respiración. Seguía despierto. – Más te vale ir despejándote antes de llegar a tu casa, porque no pienso subirte en brazos.
- Jimin, te quiero mucho.
Rodé los ojos pero no pude responder otra cosa que un 'yo también' seguido de las demás recriminaciones acerca de su problema con los horarios. Para mi no deseada satisfacción, ver como sonrió tras la primera información y se acomodó en mi hombro, ignorando la segunda, no pudo más que sacarme otra sonrisa de vuelta.
Tuve que hacer enormes esfuerzos en conducir apartando la vista de la carretera, para mirar a Jungkook, lo menos posible. Y aún así, tuve tres sustos que poco debieron asustarme porque seguí repitiendo los mismos errores. El caso, es que finalmente ambos llegamos vivos a casa del pelinegro, y fue infinitamente más difícil despertarle y convencerle para que subiera a cambiarse de ropa, que todo lo anteriormente realizado.
Bajó a los veinte minutos mientras yo terminaba de arrasar el nivel ocho de un juego de laberintos y espadas láser. Jungkook llamó al cristal con los nudillos, y sin dejar de mirar el móvil, desbloqueé la puerta.
- ¿Qué haces? –ni siquiera había concluido la pregunta y ya estaba estirando su brazo hacia mi móvil con intención de quitármelo. No lo dudé ni medio instante. Guardé el móvil antes de que siquiera lo rozara, aunque eso supusiera perder el nivel ocho.
- Esperarte –intenté arrancar, pero antes de eso tuve que lidiar con otro intento del pelinegro de coger mi móvil del bolsillo. Extendí la mano, una vez consiguió agarrarlo, y tras soltar un infantil bufido, me lo dejó sobre esta. Cualquiera diría que ni siquiera era suyo. – Cuando termines los exámenes, te enseñaré el juego.
- Yo quiero verlo ahora.
- No.
- Yo quieeeeeer- –aproveché un semáforo en rojo para lanzarle una de esas miradas que decían 'me he levantado una hora antes por tu culpa y he tenido que cargarte hasta el coche, así que no sigas gastando mi paciencia'. Y tuvo efecto. – Puedo esperar. Tampoco queda tanto para los exámenes en realidad.
- Exacto –sonreí y le tendí una caja de galletas de chocolate que había agarrado antes de salir de casa para que el pelinegro desayunara más tarde. Cuando el semáforo volvió a dejarnos el paso, yo estaba de nuevo con la visa en la carretera y podía escuchar los adorables dientes de Jungkook masticando las galletas. – Cuida que no caigan muchas migas.
- No hay problema –respondió mientras de reojo yo observaba como se lanzaba rápido a recoger las tres que acababan de caer de su boca al asiento entre sus piernas. Al siguiente semáforo, lo que me encontré fue al pelinegro con una postura no muy sana. Tenía las manos alzando sus muslos y la cabeza rebuscando básicamente entre ellos. Ni me molesté en decirle nada. Inmediatamente, tras ponerse en verde de nuevo, le vi tirando por la ventana, todas las miguitas que había recolectado. – ¿Quieres? – me tendió una galleta, casi estampándola contra mi boca. Negué y no tardó ni medio segundo en comérsela él mismo. – Me gustan más las que compraste la semana pasada.
- Cualquiera lo diría –murmuré en voz baja, observando como devoraba cada uno de los dulces como si no hubiera un mañana. Él no me escuchó, siguió comiendo y mirando por la ventana con indiferencia.
Di un rodeo para dejarle en su edificio. Era el mismo centro, pero justamente nuestra diferencia de edad hacía que una enorme cancha de juegos separara su edifico de estudios con el mío. En su entrada había cientos de alumnos corriendo y bromeando entre ellos o con la vista pegada a sus teléfonos. En la mía, la gente tenía la cabeza pegada a un libro porque los profesores a penas nos dejaban respirar. Obviamente, también la tenían sobre sus teléfonos.
Aparqué en una esquina y esperé a que Jungkook dejara un beso en mi mejilla antes de bajar del coche. Al unos metros le esperaban su grupo de amigos, entre los cuales distinguí a Yugyeom. Era el más alto y el único que me miró fijamente antes de volverse para entrar a clase.
Tensé la mandíbula con rabia y no aparté la vista de su espalda hasta que desapareció con su brazo sobre el hombro de mi Jungkookie. Casi podía vislumbrarle sonriendo con triunfo. Mofándose de su amistad, que mi inocente pelinegro, pensaba que solo se basaba en eso.
Estaba a punto de bajar del coche. A punto de actuar, porque si no lo hacía yo, no lo haría nadie. Pero entonces sonó un crujido, mi mano sintió como si varias piedrecietas se clavaran en ella, y al bajar la vista, vi una de las galletas de Jungkook hecha pedazos en esta.
Suspiré y me limité a limpiarme en la ventana y arrancar.
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Descansa en paz. Descansa. No tienes la culpa de nada. Simplemente descansa en paz.
