[Jimin]
Aún seguía sin comprender la obsesión que tenía Jungkook por los superhéroes. Se sabía cada diálogo de todas las películas, y solo había que echar un vistazo a su habitación para cerciorarse de que las tiendas de merchandasing eran rentables gracias a él. Incluso en ocasiones, casi me llegaba a poner celoso mientras le veía leyendo un cómic.
- Ten cuidado que queman –le advertí dejando un cuenco de palomitas recién hechas sobre su regazo. Me senté a su lado, rodeándole con un brazo por encima de los hombros, y saqué mi móvil para seguir distrayéndome con él mientras el pelinegro miraba embobado la televisión.
Era la tercera película consecutiva que se veía en lo que llevábamos de tarde, y al igual que las dos anteriores, el protagonista era un tío medio robot y millonario. Por como le miraba, casi podía asegurar que Jungkook estaba enamorado de él. Parecía que se moría de ganas por lamer el televisor y en su lugar acallaba sus instintos llenándose la boca con palomitas.
- Come despacio –añadí mientras le observaba de reojo. Al igual que la primera vez, emitió una especie de sonido dando a entender que me había oído. Seguramente no lo había hecho. Seguramente había identificado mejor el estornudo del extra que salía cruzando la acera en la película, que mis palabras. – ¿Quieres agua? – a pesar de todo, seguía intentando llamar su atención. Y para mi decepción, más no sorpresa, negó sin dejar de mirar la pantalla. – ¿Nada de beber? – negó de nuevo y yo desistí, recostándome de nuevo en el sofá y desbloqueando el móvil.
Terminé tragándome la película entera hasta el final, o jugando con mi móvil a una aplicación de explotar pompas, mientras Jungkook la veía. Y lo peor fue que cuando esta terminó, estiró la mano hacia el mando, probablemente con intención de poner otra tortura cinematográfica. Obviamente lo impedí.
- ¡Se acabo la televisión por hoy! –exclamé alzando el mando. El pelinegro puso un puchero, pero tras mi resistencia a este, se rindió, dejándose caer sobre mi regazo, boca arriba, abatido. Dejé el mando a un lado y sonreí, comenzando a acariciar la cabeza del menor, quien se frotaba los ojos con cansancio. – Llevas cuatro horas seguidas viendo la tele, por dios.
- No es mucho – lo peor es que hablaba en serio. Estaba acostumbrado a pasarse tardes enteras frente ese aparato. – Jimin –pestañeó varias veces y soltó un bostezo mientras se restregaba contra mi camiseta, abrazándose a mi torso. – No quiero volver a casa.
- Mañana tienes clase, ya lo sabes –de nuevo, estábamos en mi piso, como la mayoría del tiempo. Y de nuevo, Jungkook empezaba a quejarse cuando el reloj se acercaba a las ocho. A partir de esa hora, era una cuenta atrás hasta el momento de llevarle de vuelta a su casa.
- Puedo faltar –debí expresar muy bien lo que pensaba acerca de aquella opción, porque la modificó de inmediato nada más ver mi cara. – O puedo ir contigo. Puedo usar tu cepillo de dientes.
- Te compré uno para que específicamente no tengas que hacer eso –le recriminé sin darle mucha importancia. Por algún motivo, le hacía ilusión. Creo que lo había visto en alguna película y ahora no dejaba de buscar excusas para repetir la escena conmigo. De nuevo, como había dicho, no me importaba mucho. – Y tendríamos que pasar por tu casa a coger ropa.
- No hay problema en eso. Tengo llaves.
- Tendrás que levantarte una hora antes de lo acostumbrado.
- No hay problema –repitió confiado. Yo fruncí el ceño. No me lo creía ni en broma. Seguro que a la mañana siguiente no existiría persona en este mundo capaz de despegarle de las sábanas. – Porfa, porfa, porfa... –casi parecía que me leía el pensamiento, porque a medida que yo me negaba en la cabeza, él me suplicaba en la realidad. Era un jugador experto en ese juego, y ambos lo sabíamos. – A mis padres no les importa.
– A mí sí.
- Me portaré bien –como si pudiera portarse mal, como si hubiera una opción diferente a esa. Reí en voz baja y negué. – No te pediré nada más, por favorrrrr... –casi tan mentira como lo de que no le costaría madrugar una hora antes. Mi risa aumentó, y sin poder controlarme, aplasté sus mejillas, abultando sus labios y asemejándole a un pez. – Shimnin...
- Eres adorable.
- ¿Buedoh? –preguntó abriendo mucho los ojos, esperanzado de que mi respuesta fuera la ansiada. Y lo fue. Cedí, como solía hacer la mayoría del tiempo. No era mi culpa, era la suya. Demasiado difícil resistirse a cualquier cosa que Jungkook pidiera.
- Está bien –sonrió y se abrazó con fuerza a mi cintura, enterrando su rostro en mi vientre y revolviéndose como si fuera un niño pequeño. Sonreí y revolví su cabello, aún más de como él ya lo tenía en un principio tras cuatro horas de sofá.