2. Recuerdos I

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Joel cursaba el sexto ciclo de universidad, junto a sus amigos Marcos y Antonio. Los tres se sentían raros en su salón, pues eran los "bad boys" del mismo. De "bad" no tenían nada, pero su ciclo estaba tan lleno de nerds que no socializaban con nadie que, con el simple hecho de tener enamoradas, fumar de vez en cuando y andar en motos o autos, los convertía en chicos malos.

Obviamente, no todo era aburrimiento en el salón. Sus amigas Erika y Luana ayudaban a divertir las cosas hasta cuando el profesor dictaba clases aburridísimas.

- ¿Este profe enseña finanzas, o cómo dormirse? – se quejó Antonio al término de clase.

- Y aún debemos completar los trabajos en la biblioteca... - respondió Marcos.

Cuando los cinco amigos llegaron a dicho lugar, encontraron todas las mesas grupales llenas. Excepto una de al fondo...

- ¡Noraya! – Luana fue donde la chica que estaba sentada sola en la mesa de al fondo.

La chica parecía bastante ocupada escribiendo tantas cosas que no se percató de Luana hasta que estuvieron frente a frente.

- Hola Luana, ¿Qué pasa?

- ¿Podemos sentarnos aquí? Mi grupo y yo. No hay otros sitios libres.

- Claro, no hay problema.

Los cinco se sentaron, con la mentalidad de hacer todo lo más rápido posible.

- Chicos, ella es Noraya, está en séptimo.

- Hola – se escuchó de todos.

- ¿Séptimo? Genial, puedes prestarnos tus apuntes del ciclo pasado, sobre todo los de finanzas, ¿sabes? – se emocionó Marcos.

Ella subió el rostro para mirar a Marcos y después mirar casualmente a Joel. Éste se quedó enganchado apenas la vio. Esos ojos cafés le parecieron hermosos. Pero antes de darse cuenta, ella estaba mirando su trabajo otra vez.

- Sí, claro – respondió breve ante la pregunta de Marcos.


°°°°°


- Ella no es de socializar mucho, ¿verdad?

- Se concentra en sus estudios.

- Es bonita - se le escapó a Joel.

Se encontraban en el pequeño bar enfrente de la universidad. Solían pasar el tiempo ahí. Al no tener respuesta de sus amigos, salió de su mundo de imaginación para verlos.

- No, por favor – la mirada de sus compañeros lo decía todo.

- Eh, que ya le echaste el ojo, goleador – se burló Antonio.

- Te enseñaré cómo enamorar chicas – le guiñó el ojo Marcos.

- ¡Podemos salir los seis al cine! – se emocionó Erika.

- ¡Que kawaii! ¡Son mi nuevo shippeo! – aunque ninguno de los otros cuatro sabía el significado de esas palabras, podían deducir que Luana estaba emocionada de igual manera.

Y los cuatro se burlaron de Joel, como solían hacer.

- Parecen niños de secundaria.

- ¿Y Cuándo fue la última vez que tuviste novia?

- Antonio cállate, nunca has tenido una. Aparte, el tiempo no tiene nad...

- Ya te toca, ¿no crees?

Mientras reían, vieron una silueta morena y con el cabello algo desarreglado pasar fuera del bar, con un libro en la mano.

- ¡Eh, Noraya! ¡Ven! – gritó Antonio.

La nombrada dudaba, pero al ver que Luana le dijo con señas que se uniera, cedió.

- Deja de ser tan tímida, Nora – dijo Lu, haciéndole espacio – sé tú misma. Me conoces desde hace medio año, estos idiotas te caerán bien.

- Soy Erika – dijo ella, estrechando su mano y pasándole una copita de vino – te presento al trío perfecto de idiotas. Este que tiene complejo de gimnasio es Marcos. Este otro al que siempre lo mandan a la friendzone es Antonio, y el último, ejemm, Joel: bisnieto de Einstein, sucesor de Messi, descubridor de la cura contra el SIDA, saiyajin, corredor, mortífago, vampiro, hijo de Zeus, rapero, motociclista, sobreviviente de el asalto de "El Brayan", ...

- Para la joda, Erika – dijo molesto el nombrado, mientras todos los demás se reían y Noraya se mostraba confundida.


°°°°°


Los minutos se dejaron pasar. Poco a poco Noraya se fue soltando; Erika terminó mareada. Cuando llegó la medianoche, decidieron irse.

Marcos subió a su auto, junto a Erika y Luana, a quienes dejaba de camino. Antonio vivía a dos calles, pero Noraya estaba parada sin saber qué hacer.

- Puedo llevarte en mi moto, si deseas – le ofreció Joel – no estoy mareado y conduzco bien.

Antonio a lo lejos le sonreía y levantaba los pulgares.

- ¡Ten cuidado! – le gritó Marcos cuando arrancaba.

Noraya se subió a la moto y se sujetó de él fuertemente. Estuvieron siguiendo el auto por unos minutos, pero luego los caminos se separaron. Fue un viaje tranquilo, con las calles casi desiertas. Resultó que ella no vivía tan lejos de donde él.

- Gracias por traerme... ¿Cuánto te debo?

- ¿Ah...? – se rio – nada. Tómalo como un agradecimiento adelantado por prestarnos tus apuntes de finanzas. Es imposible no dormirse con ese profesor, ¿sabes?

Ella se rio ligeramente. Era bonita también su sonrisa. Como despedida, la besó en la mejilla, pero casualmente el beso terminó peligrosamente cerca a los labios.

- Adiós – Y sin voltear a mirarla, arrancó.


Noraya & JoelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora