Noraya & Joel

3. Amigos

Dejó la moto en el aparcamiento y fue a comprar unas flores para los muchachos. Después de entrar al cementerio y abrigarse bien, hizo memoria para recordar dónde estaban.

A petición de Noraya y Joel, los cuatro habían sido enterrados juntos, uno al costado de otro. Antonio, Luana, Erika, Marcos; en ese orden.

Al encontrarlos, dividió el ramo en cuatro y puso una parte en cada uno.

- Hola muchachos – dijo sonriendo lastimosamente.

Miró alrededor. Hacía un día nublado, con el viento suficiente para agitar levemente el pasto, el cabello y las flores de alrededor. Los ataúdes eran enterrados, con las lápidas a la vista, dejando que la vegetación crezca encima. En resumen, era como un gran parque, con algunos árboles y una gran y bonita fuente en el medio de todo.

- ¿Cómo han estado? Las cosas entre Noraya y yo ya están tranquilas. Hace bastante no discutimos y ya casi llega a sus vacaciones. La pasaremos muy bien.

Sacó una manzana de su mochila, y se quedó callado otro rato. Miraba a los alrededores, a los niños correteando por ahí, padres atrás de ellos, gente buscando las lápidas de sus familiares fallecidos y otros exactamente como él, hablándole a la nada.

- Antonio, tu equipo favorito va primero en la liga. Si gana su próximo partido, se queda con la copa. Supongo que me ganaste la apuesta. Oye, resultó que Alejandra estaba enamorada de ti. Lloró cuando se enteró del accidente, y lloró mucho. Quién lo hubiera pensado, ¿no? Si incluso a veces te trataba mal. Tus padres vinieron de viaje apenas se enteraron. No pudimos hacer nada por consolarlos. Lo sie... ¿uh?

Algo pequeño y esponjoso estaba rozando el pie de Joel. Una pequeña ardillita estaba ahí y al sentirse descubierta fue a resguardarse junto a la lápida de Luana. Y entonces entendió.

- Tan desesperada como siempre, ¿Lu? – sonrió Joel – Ahora que lo pienso, tú y Antonio hubieran hecho una buena pareja. Se complementaban bastante. Mira que descubrirlos besándose ese día, par de vírgenes...

Se quedó callado un rato y luego se rio. Antonio siempre se molestaba cuando le decían eso, y Lu sólo se quedaba callada mirando a otro lado.

- Habrían tenido su primera vez juntos.- se volvió a reir- Y, respecto a tus cómics y mangas. Los rescatamos de tus padres y están a salvo con Noraya y conmigo. Cuando tu hermanito se haga lo suficientemente mayor, se los daremos a escondidas. Sé que es lo que hubieras querido. He empezado a leer algunos, están interesantes. Ya que Noraya trabaja, tengo tiempo cuando termino los quehaceres. Eso me convierte en un amo de casa, ¿no, Erika?

La lápida que más le dolía ver a Joel era la de Erika. Fue la última que falleció, la que se aferró a la vida hasta el final. Cuando el bus los arrolló, los otros tres murieron al instante mientras que ella sobrevivió un día en emergencias. Noraya y Joel no se apartaban de su lado, sin decirle la triste noticia de los demás. No querían perderla a ella también. Pero desafortunadamente, a un doctor se le escapó cerca a la hospitalizada que los otros tres protagonistas del accidente habían muerto instantáneamente.

Erika murió una hora después.

- Raúl de verdad estaba muy destrozado. Aún sigue algo depresivo. Él me contó, que estaba planeando pedirte matrimonio. Hubiera sido tan genial, curioso y gracioso verte con ese vestido blanco... En una semana iré con él al estadio a ver el partido, eso lo distraerá. No perdió su trabajo, aunque estuvo cerca. Fue fuerte como Noraya. Yo... no pude.

Se quedó en silencio mirando con algo de culpa a la lápida del último de sus amigos, como si la cara de Marcos estuviera allí mirándolo con reproche.

- Idiota del gimnasio, sé que hace unos meses te hubieras avergonzado de mí. Que me dirías "unas horas de ejercicio lo curan todo" pero ahora no. Joder, eran ustedes, ¿Cómo no deprimirme? No saben todo lo que tuvimos que sufrir Nora y yo. Con el trabajo, los estudios, fue muy duro.

Normalmente cualquiera pensaría que Joel estaba loco. Pero no en el cementerio. Allí eran muchas las personas que "hablaban" con esos seres amados que ya descansaban en paz.

- ... Tu auto se lo quedó tu primo. Al principio no lo quería, pues es el que tú siempre quisiste. Pero de no haber sido así, Ahora estaría en manos de otro, y te esforzaste mucho para comprarlo. Le está dando un buen uso, no te preocupes.

De repente, miró a los costados, asegurándose de que nadie lo vea. Cuando estuvo seguro, sacó de su mochila una pequeña botella de vino y la puso al costado de donde Erika, escondido entre el pasto.

Por un momento, pensó que era algo tonto. Pero luego le quitó importancia. Siempre había sido una persona sentimental, después de todo.

Antes de que se diera cuenta, ya tenía una lágrima recorriendo su mejilla. Se la limpió y prosiguió con algo que lo inquietaba bastante.

- Chicos, quiero pedirles disculpas por algo. Nunca llegaron a atrapar al hijo de puta que conducía el camión. La búsqueda sigue pero como es natural, bajaron los esfuerzos. Nunca tuve tantas ganas de matar a alguien, se los aseguro. No sé dónde se habrá metido; sin embargo, si algún día lo encuentro, lo haré pagar. Pero por favor... perdónenme.

Marcos hubiera dicho que no sea idiota, que no era su culpa, a la vez que le daba una palmada en la cabeza. Erika hubiera hecho lo mismo, pero sin la palmada. Antonio lo hubiera tranquilizado diciéndole que no había problema, y Luana más bien se hubiera asustado con las ganas de matar mencionadas. Pero aun así, sentía que debía disculparse.

Emocionalmente, Joel solía ser el más débil del grupo. Antonio y su serenidad, Luana y su ternura, la objetividad de Erika, y la fortaleza de Marcos; lo ayudaron en sus peores momentos.

Pero ahora ya no.

De no haber sido por Noraya, probablemente tendría una depresión igual o peor que la de Raúl.

Una ligera ventisca azotó el rostro y cabello de Joel, relajándolo. Sacó un cigarrillo de su mochila y lo prendió sin darle importancia a quién lo estaba viendo. Se acostó en el pasto al costado de sus amigos, y no supo exactamente en qué momento se quedó dormido.