6.2

18 1 1
                                    


Subieron las escaleras también en silencio, después de llegar a la casa de Joel. Aquel lugar donde había vivido una niñez con sus padres, pero esa era historia aparte.

- Este es el baño. Lávate, mientras yo busco qué ponerme.

Al llegar a la habitación de Joel, este mismo se puso a abrir sus cajones buscando ropa desordenadamente, mientras ella se quedaba parada en silencio en una esquina. En el fondo de uno, vio un pequeño pantalón jean de mujer, junto con una blusa.

- Puedes ponerte esto. – dijo, lanzando la ropita a la cama, con los dolorosos recuerdos asaltando su mente – Es de hace mucho, cuando ... se emborrachó y le trajeron una muda. – Iba a decir "Luana" pero siquiera pensar el nombre le dolía. Volteó a ver a Noraya - ¿Qué haces que no te lavas? Yo ta...

Se sorprendió al ver nuevas lágrimas recorriendo el rostro de la muchacha. Con las manos entrelazadas a la altura de su cadera, y una cara de tristeza.

- ... ¿Ya puedes dejar de tratarme como a cualquier cosa?

Y Joel se sintió el más grande idiota del mundo. No sólo la estaba incomodando, sino que la estaba tratando horrible, en su intento de aliviarse él mismo. Sólo era un tarado que no sabía cómo reaccionar ante esta situación. Después de soportar lo de ayer, ahora ella también tenía que soportar su estupidez. En cualquier otra ocasión simplemente ella lo hubiera ignorado o respondido con una frialdad similar, pero ahora no, joder, ahora no.

Él rodeó la cama apresuradamente, directo a abrazarla.

- Yo lo siento. Noraya, lo siento de verdad. Por favor discúlpame.

Ella se dejó abrazar, quedándose así un rato.

La muchacha estaba en un momento de debilidad. Él igual, pero con la diferencia de que había hecho que la pobre esté peor. No solía estar así, nunca la había visto mostrándose débil ante alguien.

- Esta era la casa de mi abuelo. Mis padres se separaron. Él vive en España. Ella vive en otra ciudad con su nueva pareja, de modo que me dejaron esta casa. Disculpa si está un poco desordenado, verás, las tareas me acaparan mucho tiempo. Eres la invitada, así que dejaré que te bañes primero. En la cama está la ropa que encontré para ti. Después me bañaré yo, y tendremos un pequeño desayuno como debe de ser antes de regresar. – entonces, hizo algo que nunca se había atrevido a hacer antes: le besó la frente - ¿Mejor?

Ella lo miró a los ojos, sus ojos cafés enrojecidos por todo lo pasado. Era una mirada profunda, que revolvió el interior de Joel, ese interior inundado por la tristeza.

- Mejor - susurró, soltando el abrazo y entrando en el baño.

Se demoró bastante allí dentro. Él pensó que era por el hecho de ser mujer, aparte que no tenía todos los utensilios de aseo personal que ella seguro tenía en su casa. Pero tal vez era algo más. No se lo quiso imaginar, tampoco. Todos necesitan espacio personal para desahogarse. En el tiempo que ella se bañaba, él aprovechó para preparar un buen desayuno. Sinceramente, era sorprendente que después de lo visto ayer, la comida no les de asco. Tal vez era el hecho de que evitaban pensar en aquello. También era sorprendente que no estén sumidos en la depresión por el destino de los otros tres. Tal vez era porque la cuarta aún tenía posibilidad de quedarse con ellos, y se concentraban en eso con todas sus fuerzas.

"Ya está" Escuchó desde arriba. Subiendo las escaleras, dispuesto a bañarse, entró a su cuarto. Pero no contaba con que ella tendría puesto solamente una toalla para cubrir su cuerpo. La muchacha soltó un gritito.

- ¡No he visto nada, lo juro! – Se apresuró a decir él, tapándose los ojos inmediatamente y cogiendo su ropa de la cama, para entrar al baño de manera apresurada. – Podrías haberte cambiado primero antes de llamarme – dijo él desde adentro.

"Cállate" escuchó en respuesta.


°°°°°


Tampoco hablaron mucho durante el desayuno. Cada vez que él bajaba la mirada, perdiéndose en sus tristes pensamientos, ella le pateaba bajo la mesa y le sonreía. Así pasaba una y otra vez. Él sabía muy bien que sólo lo hacía para tratar de animarlo, pues Noraya también estaba viviendo su propio infierno. Pero estaba demostrando ser más fuerte emocionalmente.

Fueron en moto de regreso al hospital, ella abrazándolo más fuerte de lo normal.

Estuvieron bastante rato en el pasillo de espera, con Raúl, quien había llegado una hora antes. Los tres muy nerviosos, ansiosos por escuchar la noticia de que su amiga seguía con ellos.

Noraya & JoelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora