Sigurd sabía que había metido la pata. Por alguna razón, había entrado en pánico y ahora necesitaba a Tino. Era el único que podía ayudarle.
Era la primera vez que asistía a una fiesta de la universidad y no podía estar más ansioso. De repente, sintió que alguien le tocaba el hombre y se dio vuelta casi de inmediato.
—Gracias a los dioses nórdicos —Sigurd no escondió en lo absoluto el alivio que sentía al ver a su amigo finalmente.
—¿Eh? ¿Qué ocurre? —Tino le preguntó ya que no entendía la conducta ajena.
Sigurd tomó de las manos a Tino y le miró directamente a los ojos.
—Necesito que me hagas un gran favor. Nunca más volveré a pedirte algo pero realmente ahora necesito que me ayudes —Sigurd le suplicó como si la vida se le fuera en ello.
—Sí, lo que sea. ¡Dímelo! —El muchacho estaba muy intrigado.
Sigurd no podía creer lo que estaba a punto de hacer. Se tomó un chupito antes de continuar.
—Necesito que pretendas que eres mi novio por el resto de la velada —Sigurd estaba desesperado y continuó al ver el desconcierto en el rostro de su amigo:—Este tipo tan genial se me acercó y le dije que ya tenía novio —No estaba orgullo de ello pero el miedo se había apoderado de él.
—¡¿Por qué habrías de hacer eso?! —Tino elevó la voz de la impresión que le había causado. Pronto se dio cuenta de que las miradas estaban encima de él, así que habló más despacio:—¿Por qué?
—Porque no es como si tipos así se me acercaran todos los días —Suspiró:—Por favor. Sólo por esta vez —Le rogó.
Tino terminó aceptando la petición de su mejor amigo. ¿Qué era lo peor qué podía llegar a suceder? La verdad era que se moría de ganas de reírse de la situación de Sigurd pero tuvo que aguantarse.
—Entonces dame tu mano —Tino le pidió. Ya que si tenía que pretender que era su novio, debían actuar como tal.
—¿Eh? —Sigurd parpadeó varias veces. Estaba confundido.
Tino rodó los ojos y luego rió.
—Si soy tu novio, entonces me tienes que dar tu mano —le explicó.
Se pasearon por la fiesta de ése modo por un buen rato. Sigurd no podía dejar de mirar de reojo a Magnus, quien era la persona que había intentado coquetear con él. Se sentía culpable por haberle mentido de ésa forma.
Sin embargo, tanto Tino como Sigurd se habían olvidado de un gran detalle, un detalle que sobrepasaba el metro noventa con facilidad.
Berwald ingresó en ese momento a la fiesta. Primero se acercó a su mejor amigo, quien resultaba ser no otro que Magnus. Éste estaba tristemente sentado cerca de la barra tomando trago tras trago.
—¿Quieres liquidar tu hígado? —le preguntó el sueco mientras que se acomodaba a su lado.
—¿Qué más da? —le cuestionó a su vez. Después de un par de semanas de pensarlo, finalmente había sido capaz de enfrentar al muchacho que le había encantado desde que sus ojos se habían posado en él a inicio de las clases. Lamentablemente no había salido como esperaba.
Berwald suspiró y miró a su alrededor. Se suponía que Tino debía estar por ahí aunque no había señales de él.
—Hay muchos peces en el mar —Berwald intentó animarlo y le dio un par de palmadas sobre su hombro.
Magnus negó con la cabeza y buscó con la mirada a Sigurd. Al cabo de unos minutos, lo encontró paseándose con su supuesto novio.
—Tiene novio —Se lamentó antes de pedir otro trago.
Berwald arrugó la frente al ver a Tino y Sigurd tomados de la mano.
—No, no tiene novio. Ese es mi novio —El sueco se levantó y se dirigió hacia la aparente pareja.
Magnus dejó su trago de lado y decidió seguir a su mejor amigo. ¿Le habían mentido descaradamente?
Tino y Sigurd seguían ignorando por completo lo que estaba sucediendo a sus espaldas. Estaban observando con curiosidad e intriga como ciertos estudiantes intentaban trepar por una pared de una construcción.
—Se van a matar —Sigurd le advirtió al otro.
En ese momento, una mano se posó sobre el hombro de Tino y éste instintivamente se giró para ver de quien se trataba. Al darse cuenta de que era Berwald, palideció y soltó a Sigurd.
—Ah, Ber... —Tino miró por un instante a Sigurd para que le ayudase pues era su culpa aquella situación.
—Veo que has estado ocupado —No estaba enojado, si no más bien decepcionado. El sueco esperaba que hubiese una explicación lógica para todo ello.
Magnus estaba escondido detrás de éste, ya que quería escucharlo todo.
—Ber, te prometo que hay una buena razón para esto. No es lo que piensas —Tino temía que su pareja pensara que lo estaba engañando.
El aludido se limitó a asentir. Se cruzó de brazos y aguardó a que uno de los dos dijera algo más.
—Lo siento, esto es mi culpa... —Sigurd no pudo terminar con la oración ya que el danés saltó por detrás del sueco.
—¡Ajá! ¡Así que me mentiste! —Magnus le señaló con un dedo. Éste estaba igualmente decepcionado. Hubiera preferido que le dijera la verdad antes que una vil mentira.
Sigurd dio paso hacia atrás del susto. No se lo había esperado.
—No entiendo nada —Berwald estaba desconcertado. Primero miró a Magnus y luego a Sigurd.
Tino aprovechó la situación para tomarle de la mano y sacarlo de ahí. Luego le dio un guiño a su mejor amigo.
—Vamos a un lugar más tranquilo y te lo explicaré todo —Tino quería compensarle por el mal rato.
Mientras que la pareja se iba alejando, Magnus y Sigurd se quedaron en el mismo sitio. El último miró hacia abajo pues le habían descubierto in fraganti.
—¿Acaso te desagrado tanto? —Magnus se rascó la nuca. Estaba algo dolido. No había hecho nada que pudiera ganarse el rechazo del noruego.
Éste estaba jugando con sus dedos, intentando en pensar en algo qué decir. Pero no sabía qué. Era innegable lo guapo que era el otro. Simplemente nunca nadie antes había mostrado interés por él.
—Lo siento —Magnus se disculpó al darse cuenta de la incomodidad del otro:—Te dejaré solo si eso quieres —Tal vez había sido demasiado bruto. Se había emocionado demasiado al verlo allí y quizás se había equivocado en acercarse a él.
—Me asusté —Sigurd admitió antes de que el danés se marchara.
Magnus arqueó una de sus cejas antes de sonreírle con calidez.
—De todas maneras, ningún chico guapo se ha fijado en mí —Sigurd estaba buscando la manera de huir de allí. Sabía que asistir a la dichosa fiesta había sido una mala idea.
—Que algunos tengan mal gusto, no significa que tú no seas guapo —Magnus le tomó de la mejilla:—Vamos. Sólo un trago y si te aburro, puedes mandarme al demonio —le ofreció:—O podemos ir a un lugar donde observar las estrellas en paz.
Sigurd respiró profundamente. ¿Qué era lo que peor que podía suceder?
—Andando —Al fin y al cabo, el otro parecía no tener malas intenciones.
Magnus le rodeó entre sus brazos y se apartaron de la multitud.
Me gustaría saber si les ha gustado hasta el momento este conjunto de one-shots. ¿Hay alguna pareja que les gustaría ver que crean que no le he prestado mucha atención? ¿Hay alguno que haya sido su favorito? Realmente me interesa saber su opinión :)
¡Gracias por leer!
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Siempre contigo
FanfictionColección de viñetas sobre los países nórdicos de distintas temáticas. Desde fluff hasta angst.