Sospechas (SuFin)

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Tino no estaba seguro de lo que debía hacer. Había transcurrido una semana y no había recibido ningún mensaje o llamada de su pareja. Al principio, había creído que Berwald había necesitado un poco de espacio personal, razón por la cual no había insistido mucho. Pero después de ocho días sin saber nada, Tino estaba volviéndose loco.

Salió del trabajo temprano, ya que no dejaba de pensar en él. Miró su reloj, sabía que Berwald aún estaba en su taller de carpintería. En ese momento, tomó una decisión. Tenía que saber qué estaba pasando en la vida de su pareja. Se sentía mal por estar acosándolo, pero al mismo tiempo, Berwald lo había abandonado por completo y necesitaba una respuesta.

Así que fue a la cafetería que estaba delante del taller de Berwald y esperó. Había comprado un periódico, para que el sueco no se percatara de su presencia. Aunque sabía que lo que correspondía era una confrontación directa, tal vez aquello podía conllevar a una discusión de colosales dimensiones. Tino quería evitarla a toda costa.

Tras un largo rato, Berwald finalmente salió del taller. Tino arrojó el periódico y comenzó a seguirlo desde una distancia prudencial. Temía encontrarse con algo que pudiera romperle el corazón. Por un breve momento, dudó sobre lo que estaba haciendo. Sin embargo, al ver que ingresaba al autobús, Tino corrió para alcanzarlo.

Se aseguró de mantenerse a una distancia prudencial, desde donde él pudiera observarlo con atención. Aquello era bastante sencillo de hecho, ya que Berwald sobresalía de la multitud por su altura. Tino intentó peinarse mal que mal ya que sabía que su peinado solía llamar la atención.

Durante el trayecto, Tino se preguntaba si Berwald lo estaba engañando con alguien. No le creía capaz. Pero las inseguridades estaban a la orden del día y temía que muy pronto pudiera confirmarlas. Respiró profundamente, tenía que aguantar las ganas de ir a confrontarle de una vez por todas.

Volvió a mirar a Berwald de reojo. ¿Qué estaría pensando en aquel momento? ¿En él? ¿O acaso alguien más había ganado su lugar? Cerró los puños con fuerza, debía sacar aquellas ideas de su cabeza.

Tal vez él había hecho algo que a Berwald le había molestado y éste no se animaba a decirle. Quizás había encontrado una razón para romper con él y estaba tomándose el tiempo, para decidir cómo hacerlo. Tino procuró entonces repasar mentalmente las últimas conversaciones que había mantenido con su pareja, pero su mente estaba en blanco por culpa de los nervios.

De repente vio que Berwald se estaba bajando y Tino hizo lo mismo, intentando no atraer las miradas hacia sí mismo.

Berwald se dio la vuelta repentinamente y Tino se vio obligado a esconderse detrás de un poste. El sueco arrugó la frente y aunque creyó ver una figura familiar, pensó que quizás era su imaginación. Al fin y al cabo, la falta de comunicación con su pareja comenzaba a hacer estragos en su espíritu. No obstante, se dijo a sí mismo que debía mantener aquella distancia sólo por un par de días más. Pronto todo acabaría.

Cuando Tino se cercioró de que Berwald estaba ya lo suficientemente alejado, decidió continuar con su persecución. A decir verdad, aquel lugar le resultaba extraño. Estaban bastante alejados del apartamento de Berwald. ¿Qué podía traer este entre manos? Las preguntas se agolpaban en su mente y la búsqueda de respuestas no dejaba de continuar. ¿A dónde se estaba dirigiendo?

El finés se detuvo repentinamente. ¿Qué estaba haciendo? ¿Cómo se había rebajado hasta ese punto? Conocía a Berwald lo suficientemente bien como para saber que jamás le pondría los cuernos. ¿Cómo era capaz de dudar de ése modo de su pareja? Y estuvo a punto de dar la vuelta cuando se percató de que su pareja había ingresado en una joyería.

Siempre contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora