Celos (DenNor)

263 32 5
                                    

Sigurd estaba extremadamente avergonzado de sí mismo. Además de estar muy celoso. Había visto a Magnus coquetear con alguien la noche anterior y había tenido miedo de que éste se la llevara a su casa para pasar la noche con ella. No dudaba de su lealtad, pero al fin y al cabo, era un hombre y podría caer en la tentación.

Hasta aquel momento no se había dado cuenta de lo mucho que disfrutaba de la atención del danés. Así que Sigurd decidió tomar el siguiente paso. No quería perder a Magnus en lo absoluto así que iba a hacer lo que fuera necesario para que continuara a su lado.

Esa mañana se dijo a sí mismo que iba a intentar seducirlo y tal vez terminar en la cama. La sola idea lo avergonzaba pero igualmente el temor a que Magnus se aburriera de él era mayor a la pena que sentía.

Siempre había creído que rogar por el amor de alguien era vergonzoso y se igualaba a perder toda la dignidad que se poseía. Aún así, estaba dispuesto a hacerlo.

Repasó mentalmente lo que le diría mientras que caminaba hacia el edificio donde se hallaba el apartamento del danés.

Sabía que a esa hora de la mañana, Magnus había ido a trotar así que mientras que esperaba, todavía tenía tiempo para huir. Tal vez podría regresar a la noche, después de tomar un poco de alcohol, ya que tendría un poco más de valor en aquel momento.

Sin embargo, antes de poder emprender su retirada, una mano le tomó por el hombro.

—¡Qué sorpresa! —exclamó tan cerca de la oreja de Sigurd, que éste dio un pequeño salto del susto que se pegó.

—No era necesario que grites, creo que me has dejado sordo —Se quejó el noruego antes de recuperar la compostura.

—Pero es cierto. ¡Eres una bonita sorpresa antes de empezar el día! —Se defendió el danés antes de tomarle de las mejillas con cariño al otro.

Sigurd estaba a punto de reclamarle pero luego recordó porqué estaba allí, así que se calló.

—Compré esto para ti —Sigurd sacó una caja de chocolates que había adquirido durante el trayecto. No era la gran cosa, pero tampoco quería caer al apartamento del otro con las manos vacías.

Magnus contempló la caja de chocolate con curiosidad antes de echarse a reír. No estaba seguro de qué era lo que pretendía Sigurd pero iba a seguirle la corriente. Era un juego divertido.

—Nada como chocolates para acompañar el desayuno —comentó alegremente antes de sacar las llaves de la puerta del edificio e ingresar al mismo. Luego se dio la vuelta y le tomó de la mano a Sigurd con cariño.

Sigurd respiró con profundidad antes de seguir a su pareja.

Una vez que se hallaron en el apartamento del danés, Magnus fue inmediatamente a la cocina para preparar un poco de café para ambos.

El noruego creyó que era el perfecto instante para comenzar a seducirlo, así que se acercó por detrás y le abrazó con cariño.

—¡Ahora estoy apestoso! —Magnus le recordó. Aquello le causó aún mayor curiosidad. ¿Por qué su pareja estaba tan cariñosa de repente? Dejó las tazas de café a un lado y se dio la vuelta para darle un beso en la frente:—Voy a ducharme y luego podremos seguir abrazándonos —le prometió.

Sigurd asintió y se apartó.

Mientras que el danés estaba en la ducha, Sigurd continuaba teniendo dudas. Apenas hacían unos cuantos meses desde que salían oficialmente. Se preguntaba si Magnus no estaría ya aburrido de él. Habían acordado que iban a esperar para tener sexo, pero no dejaba de tener dudas. ¿Y si ya tenía a alguien más en mente?

Siempre contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora