La última llamada (SuFin/DenNor)

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Advertencia:  Muerte de personajes. 

AU. Fantasía mezclado con ciertos elementos modernos.

El plan no había salido como lo habían esperado. Fue un desastre total. Tino miró a sus alrededores. Habían sido enviados a una trampa mortal.

Como equipo de reconocimiento, habían sido enviados a aquella cueva para ver si había soldados rebeldes o aún peor, monstruos. Literalmente monstruos. Al fin y al cabo, trabajan como cazadores de todo tipo de criaturas. Sin embargo, jamás alguna misión había resultado de ése modo. Siempre conseguían salir adelante, quizás con una o dos heridas, pero con vida. Al parecer, la suerte se les había acabado.

Tino miró su cuerpo. Un gran charco de sangre se había formado sobre él. Tenía una herida abierta en el torso. El muchacho respiró profundamente, aquello estaba lejos de ser una buena señal. Se sacó la bufanda y la puso sobre su herida, aunque sabía que no había nada que pudiera hacer. Iba a morir, sólo era cuestión de tiempo.

Buscó con la mirada de forma ansiosa a su compañero. Magnus estaba tendido a unos cuantos metros de distancia de él. No se movía.

—¿Magnus? ¡Dime qué todavía sigues con vida! —Tino exclamó con desesperación.

—Necesito... —Magnus no conseguía que su cuerpo respondiera. Sonrió tristemente, antes de escupir sangre. Tenía que usar lo último que le quedaba de energía para enviar un mensaje:—Necesito que le digas a Sigurd... —Las palabras se le escapaban. Se obligó a hacer un último esfuerzo:—Que lo amo —murmuró antes de respirar por última vez.

—¡Magnus, Magnus! —Tino exclamó varias veces, pero todo lo que pudo escuchar fue el eco que producía su propia voz. Estaba totalmente solo.

Tino se dio cuenta de que su compañero de aventuras estaba muerto. Las lágrimas caían por sus mejillas. No estaba aún listo para morir. Sin embargo, no le quedaba de otra más que enfrentar aquella dura realidad.

Agarró el intercomunicador, el cual le permitía hablar con los que se habían quedado en el campamento, en la base de la montaña. Su esposo se merecía un adiós.

—Por favor, responde —Tino dudaba de que funcionara, pero tenía que intentarlo. No quería morir sin haber hablado una última vez con Berwald. Era lo menos que éste se merecía.

Mientras tanto, Berwald y Sigurd estaban aguardando noticias. Se suponía que Magnus debía llamarlos para que ingresaran a la cueva, una vez que hubieran asegurado el lugar. Sin embargo, aquello no había sucedido y ambos estaban preocupados por la tardanza. Aunque ninguno no se animaba a decirlo en voz alta, era obvio que algo había salido mal.

De repente, Berwald escuchó la voz de Tino. Se levantó de su lugar para responderle.

—¿Tino? ¿Estás ahí? —Berwald no se molestó en disimular en lo ansioso que se hallaba por tener noticia de ellos.

Sigurd siguió a Berwald, apenas escuchó la voz de Tino. Magnus no estaba respondiendo y la desesperación lo estaba carcomiendo por dentro. Necesitaba saber qué había pasado con su prometido.

Tanto Sigurd como Berwald eran capaces de emplear la magia de curación. Por lo general, iban detrás de Magnus y Tino, quienes solían emplear la fuerza física en cualquier misión que se les encomendara. No obstante, Magnus había creído que en esta ocasión no los iban a necesitar, que sería absurdo que ellos les acompañaran. Lamentablemente había cometido un error fatal.

—¡Berwald! —Tino dejó escapar un suspiro de alivio:—Me alegra escuchar tu voz nuevamente —admitió. Sabía que debía disimular, pero estaba en un lugar oscuro y por su cuenta.

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