Todos los personajes pertenecen a Hidekaz Himaruya.
Tino estaba avergonzado de sí mismo. Él sabía muy bien que no debería estar bésandolo, pero no encontraba la fuerza suficiente para empujar a Berwald. Quería más y más. Aquellos besos eran mucho más adictivos que lo que hubiese creído en un principio.
Sin embargo, en un par de horas debía casarse con Eduard.
—Creo que deberíamos detenernos ya —Tino dio un par de pasos hacia atrás para alejarse del sueco.
—Lo siento —Berwald se disculpó aunque en realidad no lo lamentaba. Quería continuar besando a Tino antes de que éste finalmente estuviera atado a Eduard para siempre.
El finés se dio la vuelta y abrió el armario, en donde estaba colgando su traje. No podía mirar a Berwald a los ojos en aquel momento.
—Deberías irte —Tino le sugirió. Él no debería estar sintiéndose así antes de decir el "sí". Sin embargo, estaba confundido y era culpa de Berwald.
El sueco no quería darse por vencido.
—¿Por qué no cancelas la boda? —Berwald le recomendó. Era un movimiento atrevido pero podía jurar de que a través de sus labios, había podido experimentar sentimientos más profundos por parte de Tino.
Desde que se había enterado de que el finés se había comprometido, Berwald se había prometido a sí mismo que haría todo lo que estuviera a su alcance para detenerlo.
El muchacho se dio la vuelta, mostrando las lágrimas que caían por sus mejillas.
—¿Por qué tenías que hacerlo hoy? ¿Por qué tardaste tanto tiempo? —Se quejó antes de que su voz se rompiera. Una batalla se estaba librando en su interior.
—Porque creí que podía tolerar que te casaras con él, pero la realidad es que no. No puedo aceptarlo —le explicó Berwald antes de agarrarle de las manos:—Tino, no deberías casarte con Eduard —le rogó.
—¡Te elegí como padrino de bodas! —Tino le reclamó. Su corazón estaba dividido en dos:—Y luego vienes aquí y en lugar de darme consejos para reducir los nervios, ¡me besas! —añadió mientras que seguían corriendo las lágrimas. A este paso, estaba seguro que terminaría con ojeras para la ceremonia.
Berwald no estaba orgulloso de sus acciones. Pero cuando Tino comenzó a salir con Eduard, había creído que había perdido la guerra. Sólo tenía una ligera esperanza de detenerlo todo.
—Tino, por favor, piénsalo —le suplicó una vez más. ¿Cómo se suponía que iba a vivir sin el finés en su vida? No podrían seguir siendo amigos si éste se casaba con Eduard.
—Yo... —El finés miró hacia al piso:—Yo amo a Eduard —Había un atisbo de duda en sus palabras. Realmente no estaba seguro de lo que estaba sucediendo en aquel momento.
—¿Estás seguro? Entonces ¿por qué me besaste? —Berwald insistió.
Tino nunca se imaginó que estaría lidiando con semejante drama el día de su boda. Se suponía que debía ser un momento para ser recordado y ser feliz. Pero estaba sufriendo y mucho. Era una maldita pesadilla.
En algún momento, había sentido cosas por Berwald, lo admitía y había creído que dichos sentimientos se había enterrado cuando había empezado a salir con Eduard. Sin embargo, ahora estaban volviendo a aflorar.
—Estoy a punto de casarme, no debería estar haciendo esto —comentó Tino. Tenía que ser fuerte y detener lo que fuera que estaba sucediendo entre los dos antes de que fuera demasiado tarde.
—Aún no te has casado —Berwald le recordó. Realmente no quería arrojar la toalla aún:—Prometo que luego no escucharás una sola palabra de mí. Sólo un poco más —El sueco se arrodilló frente a él, buscando la compasión del muchacho.
Pero no sirvió de nada. Tino negó con la cabeza y se dirigió hacia la puerta.
—Te mereces algo mejor que las migajas de alguien más —Tino no se atrevió siquiera a mirarle a los ojos:—Ya encontrarás alguien que te ame como te mereces —añadió.
Berwald asintió. Aquellas palabras le rompieron el corazón. Lo único que deseaba con todo su anhelo se le estaba escapando de las manos y no había nada que pudiera hacer al respecto.
—Entonces te deseo lo mejor —Berwald se puso de pie y se arregló el traje:—Voy a estar a tu lado en la ceremonia, pero luego no volverás a saber de mí —le prometió. No podía ser amigo de él, le causaba demasiado sufrimiento el saber que Tino iba a formar su familia con alguien más.
—¡No! —Tino le suplicó:—Quiero que seamos amigos, Ber —Habían sido amigos toda la vida, ¿cómo iban a terminar su amistad de ése modo?
Berwald lo miró con resentimiento.
—No puedes tenerlo todo, Tino. Si me escoges por encima de Eduard, estaré para siempre a tu lado —le explicó:—Sin embargo, ya has hecho tu elección —Se arregló las gafas y luego respiró profundamente:—Que seas feliz con Eduard.
Tino observó atónito como Berwald atravesaba la puerta. En lugar de ser el día más feliz de su vida, se había convertido en un maldito infierno.
—¡Mierda, Berwald! —exclamó antes de esconder el rostro entre sus manos y sollozar amargamente.
¡Gracias por leer!
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Siempre contigo
FanfictionColección de viñetas sobre los países nórdicos de distintas temáticas. Desde fluff hasta angst.