Capítulo 2: Expreso Hogwarts

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Junto a Dan, James recorrió todo el tren, pasando de cabina en cabina. Había millones de niños en ese pequeño y angosto tren. Muchos estaban divididos en casas o cursos. En el primer vagón estaban los de Slytherin, en el siguiente algunos de quinto curso, en el siguiente más de Slytherin solo que de sexto para arriba, por lo que era muy pocos pero nadie más se quería sentar en esos vagones. En el vagón de las chicas de Ravenclaw muchas de segundo y tercero se sacaron fotos con James y recibió más besos en la mejilla de los que había recibido en toda su vida, incluso besaron a Dan, y este no se quejaba.

Cerca del final del último vagón había una cabina ocupada únicamente por una chica que llevaba una media cola de caballo. Su cabello castaño ondulado con puntas blancas fue fácil de reconocer: era Lucy Malfoy. James no dudó en sentarse junto ella mientras que Dan lo miraba con la boca abierta, sin duda no pensaba sentarse con una Malfoy.

-¡Lucy! -exclamó llamándola James mientras se sentaba. La chica desprendió exaltada la vista de la ventana y lo miró.

Lucy no era como las demás niñas. Ella no se abalanzaba sobre James a besarlo y sacarse fotos con él, aunque a James no le molestaría. Si una vez le pidió un autógrafo a él y su padre pero eso fue todo. Y volviendo a repetir, no le molestaría que Lucy le diera un beso en la mejilla.

-Hola James... -dijo en voz baja Lucy sonriéndole. Sus ojos verdosos penetraban en James. Parecían dos esmeraldas brillantes. James había visto a Malfoy, ¿de dónde había sacado esos ojos? ¿Quién sería la madre?

-Malfoy... -dice entre dientes Dan.

-Weasley... -responde de la misma manera Lucy.

-Vamos chicos, no pueden odiarse así por cómo se odian sus familias. Deberían ustedes dos demostrarles que no somos iguales a nuestros padres -trata de convencerlos James, él está seguro que este año él va a ser el pegamento que va a unirlos a ellos dos.

-Bien... -dicen ambos. Los tres miran a Hellic que se movía como loco dentro de la jaula. Tenía un sobre amarillento en el pico con el nombre de James escrito en él.

Lucy abrió la jaula por curiosidad dejando salir a Hellic. Este se movió volando alborotado por la cabina para luego posarse en el hombro de James. Lucy agarró el sobre y lo abrió sin pedir permiso. El sobre tenía un sello rojo, lo que significaba que era de alguien importante: la mayoría de los magos comunes no le ponen un sello rojo a sus cartas a menos que sea algo de suma importancia que se lo envían a una persona de rango elevado.

Querido James;
Me alegra oír que este año vienes a Hogwarts. Nunca nos han presentado formalmente por ende te informo quién soy. Mi nombre es Minerva McGonagall (Profesora McGonagall para los alumnos) y soy la directora de Hogwarts. Espero que te sientas cómodo en Hogwarts los próximos años. Tu padre es un excelente profesor, espero que tú seas igual de gentil y buena persona como él cuando estaba en la escuela.
Te desea suerte este año,
Minerva McGonagall.

Cuando Lucy terminó de leer, los tres se miraron sorprendidos entre sí. La directora nunca, pero nunca, ha tenido un lazo de amistad con un alumno de primer año tan fuerte y cercano para que le envíe cartas diciendo que se alegra de que ese año comience la escuela.

Hellic volvió a colocarse en su jaula mientras que James leía una y otra vez la carta de McGonagall. Le emocionaba saber que la directora de Hogwarts le alegraba que empezara el colegio. «Pero -pensó- ahora, tengo que ser indudablemente bueno en magia, no quiero defraudarlo».

James Potter y el maleficio anti-amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora