La nueva

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Camino por la universidad con mi vista puesta en mi horario tratando de averiguar dónde meterme sin perderme. Me encuentro frustrada por la mañana que he tenido. ¿Como puede ser que en un solo recinto existan tantas personas amargadas? Los profesores de este lugar tienen problemas. Si no es que tienen rostro constipados,  ni siquiera te dirigen la palabra como un ser racional y pensante, eso hay que sumarle el hecho de que te miran como si fueran demasiado grandes y tú muy minúscula.

"Esto se supone que sería divertido".

También se suponía que mi hermano estaría aquí, acompañándome en mi primer día de clases, pero lo único que hizo fue dejarme sola y desaparecer por ya casi tres días.

Solo espero que no le haya pasado nada.

Si tan solo contestara su móvil...

Inhalo profundamente y pongo mi hoja de inscripción en mi bolso cuando siento que estoy ubicada dentro del gran edificio, mientras masajes mi cuello por la posible tortícolis que está a punto de darme.
Cuando eres nueva en algún sitio das la impresión de no saber dónde estás, tu cabeza se gira disimuladamente, finges estar distraída usando el móvil cuando te saltas el pasillo al que tienes que entrar y evitas hacer contacto visual con cualquiera que pueda notar que eres una novata. Lamentablemente es lo que me ha tocado todo el día y a decir verdad, es más agotador de lo que pensé; además de que es muy molesto pasearse por toda la universidad sin tener una persona con quien compartir nuevas experiencias. Más de una vez me descubrí con el inminente deseo de decirle a mi hermano "¿viste que bueno está ese?" O de hablarle a Keyla del horrendo color azul que algunas mujeres habían decidido llevar en sus cabezas seguramente haciendo referencia a alguna película animada Disney. ¿Como se atreven? Me pregunto, al mismo tiempo que voy arrastrando mis pies por los extensos pasillos de Columbia, buscando la que sería mi última clase del día, mientras intento ignorar a mi única compañía hasta ahora, Nathan, quien me ha estado siguiendo de cerca todo el tiempo. Se volvió algo así como mi sobra, observándome desde la penumbra y vigilando a cualquiera que esté dispuesto a acercarse.

Le pregunte con qué excusa estaría en el campus y solo explicó que tiene un permiso especial como mi cuidador, es ahí donde me pregunte, ¿cuánto poder puede llegar a tener mi familia? Y ¿por qué nunca hago uso de él?

Estoy a punto de entrar a mi salón correspondiente, pero antes echo un vistazo a mi espalda, sonrió hacia el moreno de ojos marrones y este me devuelve el gesto antes de colocar unos lentes oscuros en su rostro y sentarse en un banco anexo al pasillo. Algunas chicas cruzan por su lado, cuchichean de manera notable y lo miran sin ningún pudor.

El si que sabe como llamar la atención.

-Disculpa, ¿puedo?

Un castaño de pelo recortado me habla evitando mi mirada, sonrió hacia él y muevo mi cuerpo, entendiendo que lo que desea es introducirse al curso que estoy cortando el paso estando parada en el medio de la puerta.

-Lo siento...

Digo como una pequeña disculpa, a lo que él se eleva de hombros y pasa sin decir nada más. Sus mejillas se sonrojan notablemente haciendo que sienta ternura por el de inmediato, lo sigo por el salón de clases y me detengo justo donde veo que él también lo hace para acomodar su computadora como si ya el maestro estuviera aquí, listo para iniciar con la conferencia.

"Es todo un empollon"

Suspiro acordándome a mi mejor amiga durante unos segundos y dejo mis libros en la silla del lado sin más.

Protegiendo a Claudia (CCA #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora