El celestino

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-¿Y ahora que vamos a hacer?

Pregunta Keyla con una de sus manos en su pecho. El miedo se le marcaba en los ojos como cuando éramos pequeñas e íbamos a robar galletas a la cocina de su casa.

-Esperar a que se comuniquen de nuevo conmigo.

Respondo elevando los hombros mientras observo la puerta por la que Adam y Nathan habían salido a conseguir comida. En otro momento el mismo moreno hubiese hecho algo para nosotros, pero ahora mismo nadie tiene ganas de eso.

-Espero no arrepentirme de lo que estamos haciendo.

-¿De que se supone que no te quieres arrepentir Keyla Sofía?

Todo mi cuerpo tiembla al escuchar a mi madre entrar y caminar lentamente hacia nosotras. Aún no me siento apta de mirarla a la cara, mucho menos ahora que le estoy ocultando el trato de esa gente conmigo.

No puedo poner en riesgo la vida de mi hermano.

-¿Es que acaso no me piensan responder?

-Hablo de la comida señora Amanda, hemos enviado a pedir tailandesa y generalmente no me sienta bien, pero es lo único que he conseguido que su hija quiera comer.

-Ya... – Dice Mamá posicionándose ante mí con un cigarrillo apagado en manos – No tengo ánimos para pedirte que no me llames señora cariño.

-Lo siento Amanda, es costumbre.

Unos minutos de silencio se apodera de nosotras en los que solo se escucha el cerillo de mi madre encendiendo el tabaco en sus dedos, no es hasta que observo el humo llegar a mi rostro que soy capaz de mirarla.

-Pensé que lo habías dejado.

-Y yo pensé que te comportarías a la altura de las circunstancias, pero ya ves. Ambas estábamos equivocadas.

Su respuesta va acompañada de una caída de hombros desanima. Luce exhausta y no es para menos. Se que no ha tenido descanso desde que se han llevado a Colton.

-No saldrás de este apartamento hasta que encontremos a tu hermano. Es evidente que no se puede confiar en tu juicio.

-Amanda...

-¡Llámame como lo que soy! Tú madre. No te permito mas insolencias o estupideces.

Mi madre se levanta de la mesa del centro en la que se había sentado anteriormente y da varias vueltas en su lugar, a todo esto Sofía y yo solo la vemos como una fiera enjaulada.

-Estoy tan cansada.

Termina diciendo al mismo tiempo que echa su cabeza atrás y deja salir una gran bocanada de aire junto al humo con olor a tabaco.

-No cabe duda que lo está Amanda.

Dice mi mejor amiga para luego pararse y poner una de sus manos en el hombro de mi madre.

-¿Por que no va a dormir un rato?

-No puedo... ¿y si pasa algo? Además no puedo ni cerrar los ojos. Cada vez que lo hago la imagen de mi niño siento mutado por esos delincuentes viene a mi cabeza.

Protegiendo a Claudia (CCA #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora