Reencuentro

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Keyla Sofía:

Muevo mis pies con desespero en la entrada de la moderna casa de playa que se encuentra frente a nosotros mientras miro a Eloise con cansancio. Habíamos durado más de siete horas viajando en auto y moría por llegar a un baño, pero el señor Rubén siempre insistía en que teníamos que llegar juntos a los lugares.

Pongo los ojos en blanco y doy gracias a Dios por el enorme respeto que les tengo a los señores, de lo contrario ya hubiese tocado el timbre para hacer que Marie me llevara directo a un lavado.

Hace más de una semana habíamos venido de visita a Francia, donde nos detuvimos en Paris para darle una pequeña sorpresa a la rubia con nuestras presencia. Pasamos un momento tan agradable con ella, que la misma no había dudado en invitarnos a quedar unos días más en su casa de verano con la excusa de que no había tenido suficiente de nosotros y como buenos turistas no desaprovechamos la oportunidad para visitar la enorme residencia heredada de los abuelos de la francesa.

El lugar es hermoso, digno de escenografía de una película con sus bellos y elevados techos y estilizada entrada decorada con platas verdes bien cuidadas donde yace una bonita fuente en medio.

-Esto es impresionante.

Dice Eloise cuando nos paramos en el porche y admira la madera de la entrada con fascinación. En este viaje había descubierto lo mucho que disfruta la arquitectura la señora haciendo honor a lo que había escogido como carrera.

-La verdad es que si... ¿y sabes que sería más impresionante? Lograr que Rubén termine de traer las cosas para poder entrar, creo que si sigo aquí regaré las plantas con líquido amarillo.

Eloise me mira con los ojos muy abiertos y un atisbo de sonrisa cruza por sus labios.

-Lo siento Sofi – dice, intentando ocultar la gracia que le ha causado mis palabras – Cariño... date prisa con las maletas.

Termina gritando hacia su esposo, quien se expresa con pequeños murmullos que escuchamos desde la distancia. El señor Stein se había estado quejando acerca de la cantidad de equipaje con la que su esposa había decidido a viajar desde el inicio, sin embargo se ha negado rotundamente a dejar que ella sea la que cargue con todas ellas sobre su frágil espalda y es lo que hace que ahora ambas nos encontremos paradas frente a la casa de playa de la señora Marie y que esperemos por que termine con su quinto viaje en búsqueda de nuestras cosas.

-Llamare a la puerta.

Dice Eloise con su dedo puesto sobre el timbre, a lo que Rubén da la vuelta y la mira con la misma expresión que la había visto en España cuando la castaña había estado a punto de empujarlo a la piscina de un hotel.

-Vale... pero ven ya.

Cierro los ojos recostada de una enorme columna y pongo mis manos en los bolsillos de mi pantalón corto.

"Esto se va a tomar su tiempo"

Pienso, así que me dedico a disfrutar del aire fresco que la cercanía al mar nos muestra con la clara intención de olvidarme del hecho de que hace un calor de muerte.

El clima en Francia es maravilloso aunque algo cálido, y más en esta zona. Desde lejos se pueden ver algunas gaviotas dando vueltas sobre el azulado mar entre las nubes tan blancas como grandes pedazos de algodón. Nunca había estado en un lugar tan hermoso.

Tengo que darle las gracias a Marie por habernos traído aquí.

Levanto mi móvil y tomo una foto. Más tarde se la enviaría a Claudia, ella ama los paisajes, de haber estado aquí ya habría desaparecido con su cámara para hacer unas cuantas tomas.

Protegiendo a Claudia (CCA #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora