Capítulo 16

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Capítulo 16

 

  Allí estaba. En el aeropuerto Heathrow. En la terminal donde se encontraba American Airlines. Sabía la razón porque había dado la orden de que le compraran los boletos con aquella aerolínea, a pesar de que tenía otras alternativas. Sabrina no se había equivocado al decirlo. Realmente extrañaba a Amy y deseaba verla aunque fuese de lejos. Ese era el precio a pagar por su error de creer que ella accedería a hacer lo que él le pidiera.

  Caminó hacia los mostradores, mientras recordaba aquel documento que había mandado a hacer. Se había sentido tan seguro que ella le iba a decir que “Sí”, que sin pensarlo tanto había mandado a redactar con todos aquellos parámetros que habían estado en su cabeza. ¡Qué irónica podía ser la vida!

   La miró desde lejos, ella aún no le había visto. Estaba atendiendo a un par de pasajeros a quienes les entregaban sus boarding pass (Tarjetas de embarques) y le informaba en que puerta saldría su vuelo. Sonreía. Sí, sonreía. ¡Cuánto añoraba esa sonrisa en su vida!

  Se acercó al área de Business Class y agradeció que hubiera una pareja allí, antes que él y esperaba ser atendida. Miró hacia donde  se encontraba Amy. Esperaba que ella no huyera cuando lo viese. Sentía la tensión que su presencia había dado a aquel ambiente de trabajo, aunque Amy aún lo ignorase. Los compañeros de ella lo habían mirado y la miraban a ella. Sólo era cuestión de unos segundos a que ella se diese cuenta.

   La pareja que estaba delante de él fue llamada y él estaba en espera. Al mismo tiempo en que Amy atendía al  joven que se iba a estudiar a Harvard. Fue allí, justo allí cuando sus ojos se encontraron. Él estaba escuchando como los padres  del joven le explicaba a ella que su hijo se iba a estudiar a Harvard y él no había escuchado que le llamaban.

_ Señor, sigue usted…_ le dijo una compañera de trabajo de Amy, ignorante de lo que su comentario había hecho.

_ Sí, por supuesto… Buenos días…

_ Buenos días, ¿me permite su pasaporte y su boleto?

_ Sí…

  Se sentía tan idiota. Sabía que Amy le había descubierto mirarle. Ahora no se atrevía a mirarla de nuevo. No quería que ella lo odiara más de lo que ya lo odiaba.

_ Señor, ¿me permite su equipaje?

_ Sí, claro… Sólo facturare éste.

_ Ok… Le informo…_ y le indicó toda la información que necesitaba saber sobre su vuelo.

_ Gracias…

_ ¡Que tenga un feliz viaje! Gracias por elegirnos como su aerolínea…

   No miró hacia atrás. No, por más que lo deseaba. Sólo cuando sintiera que estaba lo suficientemente retirado lo haría. Deseaba verla. Necesitaba verla esa última vez. Pero todo estaba en su contra. Ella había desaparecido. Ya no estaba en mostradores y comprendía las razones. Era su forma de decirle que no se conocían.

_ Es lo mínimo que me merezco…_ se reprochó a sí mismo.  

   Cuando entró al salón VIP, se sentó y decidió desconectarse de su propia realidad. Sabía que ese viaje realmente era por negocios y nada tenía que ver con sus caprichos de antes. Prendió su laptop y buscó en su archivo aquellos documentos que tenía que terminar aún de leer. Se rió de sí mismo. No era la sombra de aquel Christopher quien se había cruzado con aquella mujer enigmática que lo había envuelto en Los Ángeles… ¡Y todo a causa de una apuesta que él mismo desconocía!

_ Lord Williams, su vuelo ya está embarcando._ le indicó la señorita que atendía aquel salón.

_ Gracias…_ dijo y apagó su laptop.

   Ahora era momento de decirle adiós a todo aquello. ¿O realmente quería decirle adiós a todo aquello?

   Entendió que no cuando Amy estaba en la puerta de embarque como personal de apoyo. Ella lo miró y realmente fingió que no lo conocía. Sonrió porque aquello le causaba realmente gracia. Ella era muy buena, aunque no tanto. Se conocían y eso nadie jamás podría cambiarlo.

_ Buenas días, señor, me permite su boarding pass._ le dijo, ya que se veía obligada a hacerlo. Su compañera estaba desglosando a otros pasajeros y ella tenía que atenderlo.

   Él le entregó la tarjeta sin apartar la mirada.

_ ¡Que tenga un feliz viaje!

_ Gracias, Amy…

    Sabía que lo odiaría por aquello. Pero debía de hacerlo. Al menos, una última vez.

   Ella lo miró y fingió que no había escuchado nada. No obstante su traicionero corazón le había hecho saber que sí. Sí, sí le había escuchado. Atendió a los otros pasajeros que esperaban y siguió como si nada hubiese pasado. Debía recordarse aquella promesa que se había hecho a sí misma.

   << Haré como si nunca nos hubiésemos conocido…>>

Un Cambio InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora