CAPITULO I SIN RUMBO

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Te sujetas la herida de la muñeca con tanta fuerza que sueltas un grito.
Ese tío con la espada te hizo añicos.
Llevas la capa echa jirones y en el traje lleva varias aberturas.
Un corte carmesí te marca la cara.
Quires correr,  pero tus piernas no pueden ir más rápido.

-Mierda...
Susurras tan bajo que solo tú te oyes.

Todo tu alrededor son paredes de piedra.
Sigues andando sin rumbo.
Miras el suelo y te encuentras unas huellas manchadas de sangre.
Es imposible que sean tuyas, son demasiado pequeñas.
Haces un pequeño esfuerzo y miras las suelas de tus zapatos para asegurarte.
No.
Esas huellas no son tuyas.
Y eso debe significar que hay alguién más allí.
Puede que sea el enemigo.
Miras un momento hacia atrás para asegurarte de que nadie te sigue.
Nada.
Solo oscuridad y silencio.
No puedes más,  caes rendido y resbalas por la pared hasta sentarte en el frío suelo.
Reprimes un grito de dolor al apoyarte.
Cierras los ojos unos segundos.
No te puedes permitir el lujo de bajar la guardia,  y menos ahora.
Ves que has dejado un caminito de sangre en el suelo hasta llegar allí.
Vuelves a cerrarlos,  esta vez con más fuerza.
Estás apunto de rendirte ante la muerte,  de tirar la toalla,  pero piensas en todo lo que has sufrido antes de llegar hasta allí y decides apartar esas ideas.

Recuerdas lo que pasó hace unas horas.
Starfire os propuso colaros en una base secreta de una secta llamada la Orden de las Sombras. Tú dijiste que no,  pero era el grupo entero contra tí.
Sientes que se te escapa algo.
En fin,  solo recuerdas que te separaste del grupo y luchaste contra ese sujeto y ahora estaba allí perdido y sumido en la oscuridad.

Unos ruidos de pasos te vuelven a la realidad.

Te obligas a levantarte bruscamente y a desembainar tu espada.
Apuntas hacia la desconocida figura cubierta por la oscuridad,  pero gracias a un hilillo de luz te das cuenta de que es Raven.
Suspiras aliviado.
"Por fin alguien... "
-Tranquilo, soy yo...
Su voz suena rota y fría.
Te das cuenta de que está igual o peor que tú.
Te vuelves a sentar con esfuerzo y sueltas un soplido.
-¿Estás bien?
La pregunta la confunde un poco,  casi nunca te has interesado por el bienestar de otras personas.
Ella mueve la cabeza afirmativamente no muy segura.

Pero no parece que esté bien.  Lleva la el traje roto por todas partes como tú y una mancha roja intensa se distingue perfectamente en su traje oscuro en un lado del torso.

-Tú no tienes pinta de estar muy bien...-le miras la herida.
Suenas tan preocupado que hasta tu te sorprendes.

Ella se mira también la herida y se la aprieta con una mano.
Hace una mueca disimulada que hasta a tí te duele.
-La tuya tampoco tiene muy buena pinta...
Hace un gesto con la cabeza señalando tu muñeca izquierda.
-Será mejor que te sientes.
Cambias de tema para que no se preocupe.

Ella te hace caso y se sienta en frente de tí.
Cierra los ojos y reprime aire.

Ves desesperación en su rostro.
-No te preocupes,  saldremos de esta... te lo prometo...
La consuelas sin muchos resultados.
Pero es que ni tú te crees lo que has dicho.
Esbozas algo parecido a una sonrisa.
Ella también.
Sueltas un grito reprimido y te aprietas la muñeca con tu otra mano.
Ella te mira con lástima.
Se inclina hacia delante y con los las manos corta un trozo de tu capa.
Te agarra el brazo con cuidado y lo acerca a ella.
Sabes lo que va a hacer y no puedes evitar sorprenderte.
Empieza a liarte el el trozo de tela en la muñeca y aprieta.
Esbozas una mueca y cierras los ojos con fuerza.
Cuando oyes que ya ha echo el nudo los vuelves a abrir.
Ahora ya no sangras tanto,  pero Raven está peor.
Su herida en el lado te preocupa.

Haces lo mismo que ella y te inclinas hacia adelante,  con los dientes cortas un trozo de tela de tu capa y empiezas a liarlo alrededor de su abdomen. 
Ahora es ella quién esboza una mueca de dolor intensa.
-No... no hace falta...
Consigue decirte con los ojos cerrados.
-Podrías morir desangrada... Sí que hace falta.
Respondes con un tono demasiado firme y helado.
Haces el nudo con cuidado y vuelves a tu postura inicial.
-Tu herida es mucho más grave que la mía,  eso no va ha ayudar mucho, pero al menos ayudará...
Intentas consolarla sin éxito.

-¿Has visto a los demás?
De repente te pregunta con un hilillo de voz.
Notas que le está empezando a costar respirar.
Agachas la cabeza y savudes la cabeza.

-No. ¿Tú?

-Nada.
Sientes que no tiene muchas ganas de hablar y decides callarte.

Tu actual prioridad es protegerla.

Oyes un leve sonido.

-¿Has oído eso...?
La sacas de su mente de repente.

-No.

Lo vuelves a escuchar.
-Son pasos.
Murmuras al mismo tiempo ene l que te pones de pie y coges tu espada.

Ella hace un gesto de levantarse.
Pero extiendes una mano para decirle que no se levante.

Ella no te hace caso y se pone de pie con esfuerzo.
Te pones delante de ella con las manos aterradas a la espada.

Al principio piensas que podría ser otro miembro del equipo que os ha encontrado. 
Pero no.
Es una sombra.
Una figura negra con una espada entre las manos.
De casi dos metros de alto.

La miras fijamente mientras se acerca intentando disimular el miedo que sientes.

En otras condiciones físicas no lo habrías tenido.  Es más,  ya te hubieras lanzado a atacar. 
Pero en esta ocasión te estabas jugando tu vida y la de tu amiga.

Y con la muñeca atravesada dudabas mucho que pudieses ser bueno con la espada.
No hay nada que hacer.
"Hoy correrá sangre... "





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