CAPÍTULO III. PERDIDOS

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Lleva casi cinco horas seguidas haciendo guardia.  Empieza a preocuparte su salud.

-Ya me toca a mí,  Damian.
Rompes el silencio.

Te está dando la espalda a si que se gira y te mira con molestia.

-No,  aún puedo aguantar. Tienes que descansar.

Te levantas con cuidado apretandote la herida con la mano.

-Y tu también- aclaras.

Te mira de reojo por que ha vuelto a su posición inicial.

-Ya he descansado lo suficiente.  Un poco más y caerás rendido.

Estuviste meditando e intentando apaciguar el dolor.
Por cierto,  sin resultados aparentes...

Le apoyas una mano en el hombro y lo giras para obligarlo a que te mire.

-Descansa.

Suena como una orden.  Para tu sorpresa el cierra los ojos y malhumorado se sienta contra la pared y se cruza de brazos apratando la vista.

Sonríes un poco y empiezas a vigilar.

Despues de tres interminables horas de guardia te sientas junto a él.
Tiene los ojos cerrados,  pero sabes que no está durmiendo.

-¿Sabes como salir de aquí?

Te alteras al oirlo y contestas sin pensar.

-No. ¿Tú? - preguntas sabiendo la respuesta.

-Nada...

Te callas mientras piensas.

-¿Como vas?

Lo miras confusa antes de responder sarcásticamente.

-Estoy en una espiece de laberinto oscuro con un amigo que no puede luchar,  con una herida en el abdomen que duele bastante y con unas especies de sombras intentando matarnos.  Sí, por supuesto que estoy bien.  No sé  por que lo preguntas...

Sonríe pícaro mientras resopla.

-¿Me consideras tu amigo...? - susurra derepente.

Te sorprendes.

-Claro.  ¿Que iba a considerarte si no?
Aparte del niño de Batman con la katana afilada...

Se ríe por lo bajo.

Sonríes.

-Deberíamos buscar una salida - le sueltas.

Te mira preocupado.

-Estoy bien,  puedo hacerlo - lo tranquilizas.

Esboza una mueca,  se levanta y te ofrece una mano para ayudarte.

La coges y te levantas con rapidez.
Ha sido una sensación nueva y extraña cogerle la mano.

Para ayudar a ver pones la mano en forma de puño y la empieza a rodear una luz negra y morada.  Energía.  La vuelves a poner en la postura inicial y le haces un gesto a Damian para que avance.

Mientras camináis en completo silencio intentando no miraros piensas en lo que ha pasado antes de llegar hasta donde estás.

Pero nada.  Solo recuerdas que te atacaron y quedaste insconciente.  Ya te despertaste en esta maldita tumba con forma de laberinto.

El objetivo ahora es salir y no morir.  Vaya,  suena tan fácil...




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