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Despierto asustada y con el corazón acelerado, una noche más en la cual cada vez caían mas lágrimas y el dolor en mi pecho se hacia mas grande, las pesadillas constante que tenía de mi hermano no me dejaban dormir ni pensar.

Me había llegado una carta que había enviado antes de su desaparición, en la cual decía que contaba los días para ver a Nicolás, a mi y al bebé que venia en camino, y que el lugar en el que estaba era una pesadilla, que no olvidará que me amaba mucho.

Eso, me debilitó más de lo que estaba, causándome pesadillas todas las noches, sueños con oscuridad y sangre eran los que invadía mi mente, junto con gritos y disparos, como si yo estuviera viviendo eso en carne propia, era horrible.

Veo la hora y son las cuatro de la mañana, me acuesto nuevamente y miro hacia el techo con mi mente dando vueltas, los pensamientos que no querían salir, y esque no dejaba de pensar en que tenía que tener la mente preparada por la simple posibilidad de que quizás no lo vuelva a ver más.

Mis ojos se fueron cerrando con inseguridad, con el miedo de otra pesadilla más, y la verdad era agotador sentir que mi mente no descansaba.

(...)

Rodé los ojos al escuchar todo lo que José le decía con su tono de preocupación, mientras que la doctora nos miraba a ambos.

—encerio Marta, ya no se siquiera si duerme...

—¡si duermo!—le digo mirándolo—a ratos pero duermo.

—¿como te has sentido?—me pregunta mirándome—¿no has sentido incomodidad?

—¿aparte de sentirme más gorda?—pregunto con un pequeño tono de sarcasmo—nop, todo está bien.

José en verdad se preocupaba como un padre, y no lo culpo, siempre a tenido ese instinto paternal, pero no quería que me vieran débil ni que supieran por lo que estoy pasando en cuanto a Criss, era mi problema y podía enfrentarlo sola.

Ya estaba pasando a la décima tercera semana de mi embarazo y la verdad nunca me había parecido tan largo como la vez que tuve a Nicolás.

—te voy a dar unos calmantes—dice como solución—no son muy fuertes pero estarán bien para ti.

—estoy bien—trato de insistir.

—si estás embarazada la idea es que no te expongas a estrés o depresión, eso le hará mal a tu bebé.

Al escuchar eso me preocupe y me calme, la verdad en mi primer embarazo nunca me paso esto, Juan Luis me cuido muy bien durante mi embarazo.

—esta bien...—digo rindiendo me—como ya vine ahora, no creo que sea necesario que venga más este mes...

—lo indicado sería que vinieras.

—¿pero es necesario que venga todos los meses?—pregunto agotada.

—si—dice directamente José.

—si no presentas malestares y te sientes bien no, no hace falta que vengas.

—¡genial!—digo levantándome de la silla—¿nos vamos?

José se levanta y nos despedimos de la doctora para luego salir de la clínica.

—¿que sucede?—pregunta al lado mío—¿acaso no te gusto la doctora?

—no es eso—digo inquieta—es buena doctora, es solo que...

—¿que?—pregunta colocándose frente a mi.

—quiero ver a mi hermano...—confieso con los ojos cristalizados.

José suspira y me abraza al entender lo que estaba sucediendo.

—¿has pensado en la posibilidad de decirle a Juan Luis la verdad?—pregunta ahora mirándome—¿para que?—pregunto molesta—¿crees que dejara todo por solo saber que estoy embarazada?—me burlo al escuchar lo estúpido que suena.

—¿por que no?—pregunta el sin entender—eres la madre de su futuro bebé.

—el está comprometido...—bajo la mirada—además, ya de dije muchas crueldades para que no me vuelva a hablar más...

—entonces déjame cuidarte—me mira serio—no te pienso dejar sola, menos en esto, ¿te queda claro?—dice como punto final.

Yo solo asiento y sonrie contagiando me su sonrisa y dándome un abrazo.

—¡vamos! Te prepararé algo para comer.

Nos subimos a su auto y conduce hasta el departamento, en el estacionamiento veo a Santiago con los brazos cruzados, bajamos del auto y le pasó las llaves del departamento a José.

—espérame un mento—de digo a José. 

—esta bien—recibe las llaves—estaré arriba.

Cuando José se ve me acerco a Santiago con cierta precaución.

—hola...—digo inquieta.

—hola—responde con una sonrisa.

—pensé que ya no volverías...

—si, lo siento—dice avergonzado—tenía que...Pensar.

—¿donde habías ido?—pregunto con curiosidad.

—me había ido a Miami por unos cuantos días...

—santiago yo...

—siento si fui algo cruel, y si quieres podemos empezar de nuevo con calma.

—no se si estoy lista para prepararme para una relación...—le digo la verdad—me siento insegura.

—¿quieres volver con Juan Luis?—pregunta mirándome.

—eso no va a pasar—niego lentamente—el está comprometido...

—esa no fue mi pregunta—dice con seriedad.

—no puedo negarte lo—lo miro fijamente—aun lo amo, más que nada...

Al escuchar eso cierra sus ojos por un momento asimilando la realidad.

—una vez Alex me dijo que si se puede amar a dos personas a la vez—bajo la mirada—que lo comprobaba en vida y que sólo uno es más fuerte que el otro, te quedes con esa persona o no...

—¿de que hablas?—pregunta confundido.

—te quiero mucho...—le confieso mirándolo a los ojos—siempre tuve miedo de decirte, pero no eres la otra persona...

Me acaricia la mejilla sin decir ni una palabra, solo me miraba.

—te amo.—me sonrie levemente.

—quiero tener a mi bebé tranquila, sin relaciones—le soy sincera—necesito está sola.

—esta bien—sonrie con dulzura—pero aún así estaré en todo momento.

—no te merezco—y era verdad, totalmente, yo no merecía a hombre tan perfecto como el.—solo te diré que si el día en el cual tenga que elegir a alguno, seas tu o, no me odies.

—sea yo o sea el, o quien sea...—sonrie con tristeza—solo quiero que seas feliz...

Broken HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora