52.

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Mi mente no me dejó dormir con todos los pensamientos que rodaban en mi cabeza, lo que había dicho Edward anoche me dejó con más dudas que las que ya tenía.

El hambre y el olor a comida me llamaban a que bajara, no había visto a Edward en toda la mañana. Bajo silenciosamente, me acerco al marco de la puerta y veo que está poniendo los servicios en la mesa.

—hola—me saluda sonriente—justo estaba por ir a buscarte.

—hola—respondo tímida.

—a qué hora tienes que ir al médico?—pregunta mientras me hacía una señal para que tomara asiento.

—a las tres.

—perfecto, te llevaré—dice mientras me pone un plato de comida en frente.

Con una leve sonrisa solo asiento y comienzo a comer, está no fue la excepción a las otras comidas, mi incomodidad desapareció y volvimos a hablar de cosas diferentes. Por más que me esforzarse, me sentía cómoda con el.

—bien, creo que ya es hora—dice viendo su reloj.

—de acuerdo—me levanto y tomo los platos rápidamente para poder lavarlos.

—no es necesario—dice tratando de quitarme los—yo puedo hacerlo, tú tranquila.

—tu tranquilo—digo mirándolo—que yo también puedo.

El solo sonrie y se hace a un lado, mientras lavo los platos el se pone su chaqueta y se acerca a mi, me observaba en silencio con una sonrisa, acerca su mano a mi rostro y toma un mechón poniéndolo detrás de la mi oreja.

—que te parece si después de la cita con el doctor te llevo a conocer algunos lugares—dice mirándome—llevas casi dos semanas aquí y no has querido salir de la casa.

—no sé si sea buena idea...—digo nerviosa—sabes que no puedo...

—claro que puedes—dice mirándome—quedate tranquila, sabes que te protegeré...

—esta bien—digo sonriendo.

Al terminar, me pongo mi abrigo y salimos de la casa para ir a mi cita con el doctor. Durante todo el viaje, solo mire por la ventana admirando la cuidad.

—es aquí—dice deteniendo el auto.

Bajamos y nos adentramos al edificio, al llegar al piso al cual tenía que ir veo a unas cuantas mujeres con un vientre igual o más grandes que el mío, quienes nos miran o por lo menos a Edward quien se roba todas las miradas.

—hola—saludo a la señorita quien no deja de mirar a Edward.

—hola, buenas tardes—dice Edward acercándose al mesón.

—buenas tardes, en que lo puedo ayudar—le responde sonriente.

—mi novia tiene una cita con el doctor Brown.

Su sonrisa desaparece y nos mira a ambos, hace una búsqueda en su computadora, mientras que Edward de mantiene serio.

—señorita Vega?

—si.

—el doctor la está esperando—dice mirándome—adelante.

—gracias—es lo único que digo.

Edward camina a mi lado y rápidamente siento como me toma de la mano, lo miro y el me giña el ojo con una sonrisa divertida.

—señorita Aylen—me saluda con una cálida sonrisa.

—doctor Brown, un gusto—lo saludo estrechando su mano.

—hola—dice viendo a Ed mientras estrechaba su mano.

Broken HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora