Capítulo 2:

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Sudada, se reprimió. No volvería a llegar tarde y ni de chiste comería antes de ir a la escuela. Todo lo había vomitado y ahora se encontraba tirada en el pasto del campo. El Maestro Piters había sido tan duro que les dijo que si hacía falta se quedarían los dos ahí hasta que terminaran las 15 vueltas, no importaba que perdieran clases, hasta que ellos no terminaran, no entraban a la escuela.

Justin en todo el momento se comportaba insoportable, le recriminaba que si no fuera por ella, él no estuviera ahí. ¡Ni su culpa era! Si él se hubiera levantado más temprano hubiera llegado, idiota. 

Justin se sentó a su lado, sabía que ella estaba mal y no era momento de seguirla molestando. Él casi se muere al verla tirada, pensaba que se había ahogado con su propio vomito pero cuando la vio respirar todos sus músculos se habían relajado. Sorprendiéndola, le acarició y le tomó la temperatura, luego le quitó tiernamente los cabellos de la cara.

-Nos falta poco, 2 vueltas no son nada – Trató de animarla pero ella estaba en otro mundo, tenía los ojos cerrados y respiraba con dificultad, no hablaba, si lo hacía se pondría a llorar. 

Se restregó en el césped tratando de encontrar un punto frío y cuando lo hizo se encontró pegada al cuerpo de Justin, él al verla su corazón le dio un vuelco. Tenía que admitir que ella estaba muy linda, roja del cansancio y con esa ropa de porrista la hacía ver tierna y sexy. 

-Vamos ____, falta poco. – Al ver que ella negaba con la cabeza, se paró y la agarro de las manos para ponerla de pie, ella protestó pero él con fuerza la obligó a caminar.

-¡Suéltame! Me arden los pies –lloriqueó.

-Falta poco, vamos – Él se echó a correr pero no pudo porque ella no lo hacía. ¿Y si hacen un poco de trampa? De un empujón la puso en su hombro y ella al sentirse más cómoda no peleó. 

Justin se dispuso a correr con ella, sin saber que alguien los observaba. Su maestra de química ya sabía lo que ocurría con ellos ¿Quién no? Los dos seres populares que dividían la escuela en dos, uno era el líder del equipo de baloncesto y la otra era la jefa de las porrista. Polos opuestos que se odian a morir. Lo que no podían soportar tocarse o siquiera verse. Ahora estaban técnicamente abrazados, sonrío al verlos. 

Justin la recostó en una de las gradas y él se sentó dejando la cabeza de ella en sus piernas, se habían salido con las suyas, habían terminado las vueltas y al ver que ella se había quedado dormida la tuvo que llevar al gimnasio. El corazón le latía a mil, no podía decir que ella no pesaba, le había dolido cargarla y correr pero no podía dejarla tirada y eso hablaba bien de él. Sabía que después ella le tendría que devolverle el favor sí o sí.

Se dirigió al pequeño congelador que estaba en una esquina de la cancha y rebuscó hasta encontrar una botella de agua fría. El líquido le quemó la garganta dejándolo con ganas de más, pero al ver que era la única, le dejo la mitad a ella. Se acercó a ___ y la levantó.

Ella al ver la cara de Justin demasiado cerca, se alejó y se talló el cuello, le dolía. Él le ofreció una botella con agua y sin chistar la agarró y se la bebió completa, no sabía ni como había llegado hasta allí. No sabía por qué él se comportaba así con ella pero sabía que no era nada bueno.

-Vamos a cambiarnos –Le sugirió Justin y ella se bajó de las gradas. Se dirigieron hacia los vestidores y cada uno a sus respectivos baños.

¿Destinados a estar juntos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora