Tres pensamientos

1.1K 19 2
                                    

Basta. Esto no puede ser.

Oh vamos, por favor, ¡Lo necesito! ¡Sabes que necesitas de esto! ¡Lo deseas!

¿Qué te pasa, eres débil? ¡Con todo lo que te ha hecho no se merece nada de tí! Él quiere tenerlas a ambas, ¡Pero no puede tener todo lo que quiere!

¿Quiere tenerme? Claro que no, lo conoces, él nunca se esforzaría por una chica. Sólo deja que vengan, y si no vienen, ¡Las olvida! Tiene a muchas, ¿Por qué se preocuparía por una?

Eso es cierto, probablemente si seguimos así, dejaremos de importarle.

¡No puedes hacer eso! ¡Lo quieres, es nuestro señor!

¡Pero claro que puede! Es más, eso debió hacer desde hace tiempo. Ponerse los pantalones bien puestos.

—Eh, disculpa.

Me interrumpieron la linea de pensamientos internos. Me voltee sintiéndome en otro mundo. Estaba en la cafetería, un camarero me tendía un café que no me había comprado. Lo miré, arqueando una ceja.

—Éste café es de parte del chico de allá —dijo el camarero, señalando a una mesa cercana a la mía.

Me sorprendí cuando mis ojos hicieron contacto con Nathan, un compañero de la universidad. Me sonrió, y acto seguido se levantó para ir a mi sitio. El camarero al ver sus intenciones, se retiró.

Me quedé estática sin saber qué hacer. No estaba de humor para tratar a otro hombre, mi mente y mi cuerpo estaban atados a una persona, y en ese momento estaba tratando de desligarme de aquellas ataduras.

Pero, lo puedes usar para eso, ¿No crees?

No es correcto.

¡No puedes! ¡Le perteneces a tu señor!

¡No le perteneces a nadie!

¡Eso es mentira! Tu cuerpo lo sabe...

¡No! Él tiene a su novia, ella es la que le importa.

...

...

—Hola —dijo Nathan, haciéndome respingar levemente.

—Hola, Nathan.

—Te noté un poco confundida, perdida en tus pensamientos. —Se sentó en la silla y me miró directo a los ojos.

Normalmente, que me miren así me provocaría caer en pánico; pero estaba tan mal que ésta vez no me afectó.

—Estoy un poco distraída, disculpa —dije, sin realmente sentirlo—. Es sólo que estoy tomando decisiones sobre mi vida.

Rió levemente, mirándome intenso. Me removí en mi silla, estaba comenzando a sentirme extraña. Lo miré, Nathan era de piel clara, cabello negro y no tenía nada especial. Se distinguía en la universidad por su mal carácter y su egocentrismo descontrolado; Además de ser bastante mal hablado. Por alguna razón, me caía bien.

—¿De verdad? Tú siempre tienes esa jodida cara de estar en otro mundo.

—Bueno. —Reí un poco, pensando en otra cosa por un segundo— ¿Qué haces tú aquí?

Se removió en su asiento y miró la cafetería, bastante indiferente. Esa actitud me hizo pensar en alguien en quien no quería pensar justo ahora. Lo quedé mirando, sin saber exactamente porqué.

—Estaba viendo si conseguía a alguna chica, por muy bastardo que suene —dijo sin vergüenza—. Ninguna soporta mi ritmo en esta asquerosa ciudad.

Típicas fantasíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora