Bajo la mesa

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Era un juego infantil, sólo eso.

¿Cómo es posible sexualizar un juego de niños?

—¡Juguemos! —chilló Marine, malcriada—, ¡Estoy super aburrida!

—¿Qué quieres jugar? —Dayana suspiró con aire fatigado, conociendo los berrinches de la rubia.

—Deberíamos jugar "Bajo la mesa" —insinuó David.

Todos reímos levemente por la insinuación, sin saber exactamente si estaba hablando en serio o no.

Me quedé pensando, viendo alrededor. Realmente éramos suficientes para hacer el juego, y sería bastante divertido con los personajes que se encontraban. Nuestro grupo era lo suficientemente grande: de 6 personas. Estaba Mariane, Dayana, David, Valery, Luis y yo.

Luis...

Un escalofrío me recorrió. Estar bajo la mesa, a los pies de mi amo secreto... sería catastrófico para mí cuerpo. No sólo eso, al lado estaría su ex, Valery. Mi coraje no era el suficiente para hacer algo frente a ella, y sabía que él no lo permitiría.

Me relajé un poco.

—Pero... Es un juego de niños —dijo Valery.

—¿Y qué? —David se levantó y tomó una sábana blanca con aspecto suave— ¡Podemos hacerlo divertido!

No sabía si era por el efecto del alcohol, o por las altas horas de la noche; pero en ese momento, parecía una gran idea.

Si, gran idea.

Nos sentamos alrededor de la mesa redonda y David colocó la sábana sobre ella. Nos cubrió totalmente el regazo y era tan amplia que cubría hasta el suelo. Mis piernas entraron en calor.

Me puse nerviosa al estar al lado de mi amo, pero como siempre, mantuve la compostura y no lo demostré. Miré por el rabillo del ojo a Valery, que sonreía inocente sentada al lado de su ex-novio.

Me sonroje.

El juego era simple, se hacían cinco preguntas a la persona que eligiera el pico de la botella; y si ésta respondía o decía un "si" o "no", sería enviado bajo la mesa hasta que el próximo individuo caiga.

Al principio -por experiencia- nadie cae fácilmente, y todos están concentrados en no decir alguna palabra; pero a medida que pasa el tiempo se hace más difícil concentrarse, hasta caer.

Dicho como tan hecho, la botella giró varias veces, haciendo preguntas obscenas, vergonzosas, graciosas, de análisis, o muy tontas. Pasaron 5 minutos hasta que Mariane cayó en la trampa que le tendió Dayana. Todos comenzaron a reír, llevando a Mariane a su soporífera tumba de sábanas.

Podíamos escucharla quejarse de calor o cuando alguien la pateaba por accidente -aunque al parecer sucedió varias veces, y David parecía demasiado divertido al respecto-, y así estuvo hasta que, después de dos minutos, cayó Valery.

Valery bajó y pude ver que Luis se removía.

Una sensación extraña me recorrió, pensando que tal vez Valery estaba haciendo algo extraño bajo esa sábana, y que de seguro estaría ahí un buen tiempo.

Me enfadé sin saber porqué. Luis era un secreto, no podía hacer nada para frenarlo...

Pero un sabor amargo me hizo sentir mareada.

Di un respingo cuando el pico de la botella me señalaba a mí. Tragué saliva, viendo quién me preguntaría.

David comenzó:

—Si tuvieras una boda conmigo, ¿Dirías si o no?

Demasiado obvio, tanto que entrecerré los ojos y los demás rieron en respuesta.

Típicas fantasíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora