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|| Capítulo treinta cinco ||

Mi familia era una familia rota, una familia que no sentía amor mutuamente, una familia con la que no podías contar.

Mis padres solamente me pedían, cumplía mi obligación de estudiar, pero aún así ellos pedían mas de lo que podía darles.

¿El apoyo? Ah, era algo que nunca me brindaron, pedían, pedían, pero no agradecían lo que hacía por ellos.

Era buena estudiante, nunca me entrometía en sus asuntos personales, llegar del colegio, entrar en mi habitación, mi rutina podía no ser la gran cosa, pero al menos podía fingir estar bien en ese lugar.

Siempre intentaba no escuchar las conversaciones que ellos tenían, pero habían ocasiones en las que era inevitable.

Mi padre solía hablarle mal a mi madre, decía cosas de mal gusto, él la golpeaba, hacía tantas cosas que decidí compartir habitación con mi hermano por su bien.

A los días siguientes, él fingía no haber hecho nada la noche anterior, sin embargo, los ánimos de mi madre bajaban.

Mi hermano dormía con ellos, él tan sólo era un niño, escuchar las conversaciones que ellos tenían no traería buenas cosas. Cada día ayudaba a mi hermano, jugaba con él, hablaba con él, hacía todo lo que se supone que sus padres deberían de hacer.

El creció conmigo, crecimos juntos, las cosas con mi familia fueron de esa manera desde siempre, mi madre no podía dejar a mi padre, mi padre no dejaba de maltratarla, no había mas opción que volverme la madre de mi hermano menor.

Cuando cumplí quince años las cosas empeoraron, ellos me pedían conseguir un trabajo de medio tiempo.

Me había vuelto un poco floja, sí, pero cumplía con mis deberes, incluso, me encargaba de cuidar de mi hermano aún teniendo muchos deberes que hacer.

Al principio ellos no lo pedían mucho, tan solo era algo que mencionaban cada vez que tenían la oportunidad de verme. Con el paso del tiempo se volvió molesto, me lo decían tantas veces que perdí la cuenta.

Me dije a mí misma que lo mejor sería ignorarlos, mi rutina se había salido de control, ellos hablaban conmigo y eso no era parte de mi rutina diaria.

En un día normal, me dirigía hacia la cocina a por algo de agua, mientras caminaba por los pasillos escuchaba voces, incline un poco mi cabeza para saber quienes estaban de visita. Eran mis familiares, en señal de respeto había decidido ir a saludarles, hasta que escuche su tema de conversación, el cual era yo.

"Ella es floja", "¿Han visto cuando sonríe? Se ve fea, con el dinero del trabajo pudiera operarse el rostro". Ese tipo de cosas... Fueron las que escuche ese día.

Llevaba callando mis verdaderos sentimientos un tiempo, pero ese día me harte de esa familia.

—— Bueno, veo que es día de confesiones. — entre repentinamente a la sala de estar, sorprendiendo a todos.

—— Está bien, es mi turno. ¿Saben? Ya me harte de todos ustedes, sí, mi familia me tiene harta. Murmurando cosas entre ustedes, ¿Que les pasa? Con eso puedo deducir que no tienen valor para decirme las cosas en la cara. Soy solo una adolescente de quince años que esta enfocada en su futuro como estudiante, tengo que cuidar de mi hermano el cual mis padres no saben cuidar. Ustedes no saben nada de mí, no se nada de ustedes, lo único que se es que ustedes no son mi familia. Todos aquí nos traicionamos, nos odiamos, esto nisiquiera es una familia. Y respecto a mi sonrisa, no se preocupen, es falsa, pero les aseguro que si ustedes desaparecen de mi vida, dejara de serlo. Con permiso.

Iᴛ's ᴀ sᴇᴄʀᴇᴛ | ᴡᴏɴʜᴀ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora