Capítulo XV

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Capítulo XV

Antes de ir a mi propia oficina, fui al departamento de Publicidad, necesitaba encarar a mi hermano.

―Yo no fui, a mí también me drogaron y sabes que no es fácil eso. ¿Acaso no serías tú? ―contestó mi hermano a la pregunta de por qué había drogado a Carolina.

―¿Yo? ¿Y por qué haría una cosa así?

―No lo sé, dímelo tú.

―Por favor, yo ni siquiera estaba ahí, no te iba a drogar.

―Fui yo ―intervino Miguel entrando a la oficina.

―¿¡Qué?! ―gritamos ambos al unísono.

―Y también drogué a Carolina.

―¿Por qué hiciste eso? ―reproché, más que molesto, furioso.

―¡Te la di en bandeja! ―gritó Miguel con voz extraña―. ¡No sé de qué te quejas!

Me lancé contra él, pero Jorge me detuvo, sabía que un solo empujón y podría matarlo. Yo  golpeé a Jorge tirándolo al suelo. Justo en ese momento, se abrió la puerta de la oficina, era Carolina. Miguel se acercó a mí, haciéndose el inocente. Sabría que no lo golpearía con ella allí.

―Hazte cargo de Miguel, no lo quiero un minuto más en esta empresa ―ordené y, antes de salir de la oficina, me detuve al lado de Carolina y la miré brevemente con ganas de tomarla en mis brazos y besarla―. No debió ver esto, Señorita Vargas. ―murmuré. 

Me fui rápidamente a mi oficina, en ese momento me arrepentí de tenerla allí mismo, en cualquier momento volvería y sería muy difícil trabajar con ella tan cerca de mí. Y volvió, temerosa y un poco avergonzada.

―Gracias ―me dijo tímida y sinceramente.

―No te preocupes. ―No pude mirarla a la cara.

―Verónica me dijo que también echó a Tamara por mi culpa.

―No fue tu culpa. ―Elevé mis ojos a los de ella―. Puedo tener muchos defectos y ser todo lo retorcido que quieras, pero a ti no te tocan, eres mi secretaria y te deben respeto.

―Gracias ―contestó con voz de ultratumba.

―Necesito las fechas de las próximas reuniones y campañas que se nos vienen encima, para esta semana. ―Necesitaba cambiar de tema antes que me levantara, la tomara en mis brazos y la besara. No podía perder el control.

―Está bien ―respondió de modo formal―. Esta semana tiene que viajar a Antofagasta.

―Viajaremos el jueves para volver el viernes. ¿O tenemos algún otro compromiso?

―No, la reunión con los gerentes de “Mares” es el miércoles y mañana es con los Corredores de la Bolsa.

―Está bien.

Hubo un momento de tenso silencio, yo no la miré, pero sentía sus ojos fijos en mí.

―Hoy es el cumpleaños de Verónica ―me informó.

―¡Es verdad! Debemos comprar un regalo. ¿Te puedes hacer cargo?

―Por supuesto.

Le di mi tarjeta de crédito.

―Cómprale algo a nombre de los dos.

Ella mantuvo sus hermosos ojos en los míos, su mirada parecía demostrar el amor que sentía, pero eso era imposible, ella me odiaba, me lo había dejado muy en claro la noche anterior. Bufé molesto.

Extraño AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora