Capítulo XVIII (Final)

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Las dos noches siguientes, ella se despertaba con pesadillas, pero apenas dejaba acercarme, nada más hasta calmarse. No podía consolarla ni abrazarla, mucho menos hacerla dormir. Tampoco sabía con qué soñaba, no obstante, estaba seguro quién estaba detrás de esas pesadillas: Alejandro, mi querido “hermanito”.

Al tercer día, la miraba tomar su desayuno, estaba pálida, ojerosa, la notaba cansada, y como no, si sus noches estaban llenas de pesadillas, pero ella no creía que aquello podía ser obra de mi hermano, no. Eso no. Para ella, él era mucho mejor, porque él no le decía nada con brusquedad, todo era miel sobre hojuelas.

―¿No vas a volver a hablarme nunca? ―no pude evitar preguntar.

―Tengo miedo. ―Dejó caer amargas lágrimas que quise correr a secar.

―No debes tener miedo de mí.

―Quisiera que todo fuera más fácil, como al principio, como dos personas normales.

―No tiene que cambiar, somos dos personas, algo distintas al resto, pero nos amamos, Carolina, nos amamos y debemos estar juntos.

―No somos normales, no eres normal.

―Te amo más de lo que puedas imaginar.

―¿Por qué yo?

―Porque eres la mujer que amo.

―¿Cómo puede mantenerse un amor por tanto tiempo? Estás enojado con tu hermano por mí…

―Si él nos dejara en paz…

―Él prometió hacerlo ―me informó como si no supiera lo que él le había prometido.

―Nunca ha cumplido.

Se levantó y se fue a encerrar a su cuarto, cada día era lo mismo, se encerraba y nadie podía sacarla. Vivía como si fuera una prisionera. Y no lo era. Era, más bien, una refugiada. Aunque ella no lo sabía.

Rodhon, por su parte, insistía en que debía acabar con mi hermano, que no había otra solución. Para mí era la peor, no quería, no podía dejar de sentir que era sangre de mi sangre, mi hermano. Jamás me perdonaría hacer algo así. Aunque él lo hiciera conmigo.

La sentí llorar, entré a su cuarto y la abracé protector.

―¿Qué pasó, mi amor?

―Nada… es que… no sé…

―Ya falta poco para que todo esto termine, después no tendrás nada de qué preocuparte.

―¿Qué va a pasar con nosotros? ―Me miró ansiosa.

―Estaremos juntos, como debió ser desde un principio.

―¿Y si te aburres de mí?

Después de dos milenios de amarla y esperarla, ¿pensaba que me podía aburrir de ella?

―¿Eso te preocupa? Jamás me he aburrido de ti, ni siquiera cuando eras la irónica Señorita Vargas que me sacaba de quicio. ―Ella bajó la cara sonrojándose deliciosamente―. Estaremos juntos hasta el final de los tiempos, Carolina, no debes preocuparte por eso.

Se apartó y se sentó lejos de mí en la cama.

―No he dormido nada, ahora voy a intentar dormir.

―Está bien. ¿Quieres que me quede contigo?

La atraje a mi pecho, acariciando su espalda, quería que volviera a confiar en mí. Ella se estremeció. Ya no quería apresurar las cosas, la eché hacia atrás para que se acostara y durmiera, pero ella malinterpretó mi gesto.

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⏰ Última actualización: May 20, 2014 ⏰

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