Capítulo 10: "Otro Chico"

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Solté un suspiro nervioso. Se me había erizado toda la piel y sentía las manos sudorosas. Me encontraba frente al volante de mi auto, en la casa de Blaine.

No comprendía los motivos de mi nerviosismo. Tal vez se deba a que hace más de dos meses que no me dirige la palabra y es casi como si hubiese olvidado su voz, o la alegría que lo invadía a la hora de cenar... Quizás sólo sea que lo he extrañado más de lo que se extraña a un amigo y mis sentimientos hacia él estén dando un vuelco en otra dirección.

Considero la última opción como la más lógica, puesto que desde que confesó su sexualidad me es imposible verle como un amigo solamente. Pero todas estas dudas espero aclararlas hoy.

Me bajé del automóvil con las piernas algo rígidas, y llamé a la puerta. Se oyeron unos pasos presurosos y posteriormente, la puerta se abrió dejándome ver al chico que tanto había extrañado. Vestía casual, con un corbatín muy mono y su cabello, como siempre, perfectamente peinado.

Inevitablemente, mis brazos se envolvieron alrededor de él, siendo recibido calurosamente.

Era extraño, no lo niego. Llegó un momento en el cual creí que esto jamás podría ocurrir.

Ambos abrazados bajo el umbral de la puerta, sintiendo sólo el latir de los corazones.

- Kurt... - susurró a mi oído - ... te he extrañado mucho.

- Yo... yo también... te he extrañado – nos separamos para vernos las caras a pocos centímetros.

Fue entonces cuando descubrí que jamás le vería como a un amigo, porque las ganas de besarlo en ese mismo instante me mataban. Sus ojos mieles me miraron con intensidad y escrutaron los míos.

- Va... vamos dentro – murmuró de pronto, acabando con aquel momento mágico para mí – Muero de hambre.

- Hay cosas que no cambian – bromeé entrando en su casa.

. . .

Cuando la cena estuvo servida en la mesa y ambos nos encontrábamos frente a frente, supe que no podíamos prolongar por más tiempo aquella conversación que mencionó Blaine ayer y que necesitábamos tener.

- Blaine yo... necesito disculparme contigo, porque considero que no ha sido suficiente aún... - dije atropelladamente, pero él me frenó alzando una mano.

- Kurt, prefiero ser yo quien hable – musitó con voz calma – Primero que nada, debo explicarte mis razones y motivos por los cuales me molesté contigo – soltó un suspiro y prosiguió – Cuando era pequeño, no tuve a mis padres nunca a mi lado, porque para ellos su empresa siempre ha sido más importante que yo. Me gustaba mucho pasar el tiempo después de la escuela en casa de mi única tía paterna, porque solía hacer unas galletas con chocolate deliciosas. Además, su hijo era un año mayor que yo y nos llevábamos muy bien. Una tarde, cuando iba a casa de mi tía, unos tipos me tomaron por sorpresa a mitad de una callejuela y me metieron dentro de una furgoneta. No sé dónde me llevaron, porque estuve vendado todo el tiempo. Aquellos tipos... - sus ojos comenzaron a cristalizarse y bajó la cabeza - ... no tuvieron consideración ni siquiera porque era un niño de apenas nueve años, que no entendía lo que ocurría... - hizo una pausa para continuar hablando – Ellos abusaron de mí, durante los dos días que me tuvieron allí. Aquellos fueron los días más horribles de mi vida y que jamás olvidaré. Estuve 48 horas semidesnudo, con una venda en los ojos y los brazos atados a mi espalda, sin comida y casi sin beber agua. Fue mi tía, quien al no tener noticias mías, llamó a la policía y pudieron hallarme, tomando detenidos a los tres tipos, quienes cumplen cadena perpetua hoy en día. Mis padres se vinieron a enterar dos semanas más tarde, pero no hicieron más que llenarme de juguetes nuevos y prohibirme visitar a mi tía, porque según ellos, la culpa era de ella – secó las lágrimas que caían de sus ojos con una servilleta y yo también, pues no me había percatado antes de que lloraba – Con aquella traumática vivencia, todo cambió para mí. ¿Cómo le explicas aquello a un niño tan pequeño? ¿Cómo orientarlo? ¿Quién? Si mis padres ni siquiera estaban y yo pasaba las tardes sólo en casa. Tuve que crecer con ello y guardarlo en secreto por mandato de mi madre. Ella me dijo que eso era una vergüenza para todos en casa, así que no debía divulgarlo. Nunca volví a ser el mismo, mi cabeza se confundió y mis gustos se vieron afectados.

Cupído [Klaine]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora