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— Perdona el desastre, Mina, Chaeng no suele traer gente a casa. — comentaba una mujer dueña de la casa, recogiendo lo poco que podía mientras le abría paso a la cocina para que la chica se sentara a gusto. La casa en sí no estaba desordenada, sólo la cocina donde la mujer preparaba algo que olía delicioso y llamaba la atención de Mina. La señora mantenía su cabello corto hasta los hombros, rojo ceniza como el de su hija, solo que debía admitir que a ChaeYoung le quedaba mejor.

— No se preocupe, está todo muy lindo. — sonrió, observando desde el mesón de la cocina la sala de paredes blancas adornadas con muchos cuadros coloridos, rompiendo la sobriedad. — Esos cuadros son muy lindos...

— ¿Verdad que sí? Chaeng quiso tirarlos pero yo se lo impedí, la sala es dónde terminan todos sus cuadros antes de que ella en un ataque de desesperación los dañe.

Mina asintió, captando todo algo entristecida, observando hacia las escaleras esperando a que llegara la menor para armarle otro pequeño sermón.

— Chae debe estar dormida, llegaste temprano...

— Son las una de la tarde. — rió.

— Lo sé, es que es domingo y Chae suele despertar tarde. Si subes las escaleras y doblas a la izquierda, la primera puerta es su habitación.

Mina asintió, tomando un poco de agua que la amable mujer le ofrecía para luego seguir sus ordenes.

¿Qué hacía ahí?. Simple, una amistad de cuatro días se forzó tanto que Chae a media noche le envió un mensaje a Mina invitándola a almorzar, mandándole la dirección. Mina había aceptado porque quería verla, quería saber más de ella. Quería ver a qué se dedicaba, además de pintar.

Subió las escaleras como la mujer le dijo, girando a la izquierda donde encontró cuatro puertas, dos al principio y dos al final. Y se confundió. Se supone que debía entrar a la primera puerta así que entró a la de la izquierda, encontrándose en una habitación desastrosa llena de colores, aquella que reconoció como el taller de Chaeng. A pesar de que sabía que ahí no estaría la menor, se quedó, observando con una sonrisa los hermosos cuadros sin terminar de la menor. Analizando en ellos paisajes, personas, objetos. Era simplemente maravilloso estar en el taller de una Artista.

Llegó a una mesa donde había un cuaderno que tenía una cinta alrededor, apresando así su contenido. Observó fuera del cuaderno una hoja con algo escrito, palabras que tenían un leve significado que ella no podía descifrar. Era una canción de la que no podía entender muy bien la letra pues le costaba adaptarse a la manera de escribir de los coreanos, tenía que conocer muy bien la letra y Chaeng se notaba que escribía algo confuso, sin mencionar que la hoja estaba algo arrugada y borrosa.

Gritó fuertemente cuando sintió a alguien en su espalda, sosteniéndose de sus hombros y abrazándose de su cintura con las piernas.

— ¡Chae, estás loca! — intentó mantenerse de pie y no tropezar con algunos de los cuadros que se acumulaban en el piso. Pero terminó en el suelo con una pequeña personita sonriente en su espalda, con suerte no cayó de cara porque arruinaría su carrera con una gran cicatriz en la barbilla.

Se separaron, la menor riendo levemente, casi en silencio, pero riendo.

— Estás loca, Chaeng. Un poco muy loca...muda y loca...

****

Chae se encargaba de hacerle señas a su mamá mientras que ella traducía y podía comunicarse a gusto con la recién llegada.

— Chaeng me dijo que tomas fotografías... — dijo la mayor, haciendo señas por costumbre para que su hija entendiera mejor.

— Si, es algo complicado. Me dedico a estudiar Diseño de moda, estoy en un curso de fotografía...

— Una chica multiusos, lindo. — sonrió haciéndola sonrojarse. — También dibujas, tengo entendido que haces bocetos y esas cosas...

Mina asintió, comiendo un poco de la carne.

— Si, aunque mis bocetos son terribles, las ideas al final son hermosas...

Ambas rieron. ChaeYoung no rió porque estaba lo suficientemente entretenida con la melodiosa voz de Mina y sus lindos gestos al hablar.

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Speechless『MiChaeng』#エDonde viven las historias. Descúbrelo ahora