«No...
No soy ella.
No soy quien despertó en ti cosas tan bellas.»
Todo estaría bien, si es que esas marcas en el cuello de Tom las hubiera hecho él.
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𝐧𝐨𝐭𝐚𝐬:
-𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚𝐣𝐞𝐬 𝐦𝐚𝐲𝐨𝐫𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐞𝐝𝐚𝐝.
-𝐬𝐨𝐧𝐠𝐟𝐢...
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Marco notó como el ceño de Tom se fruncía y por el aire empezaba a verse ese fuego medio rojizo que salia de sus ojos al molestarse.
¿Estaba molesto o solo era una de sus bromas?, es decir, ¿podía confiar en que no era una mentira para quedarse con él?
Tal vez estaba siendo algo paranoico pero al vivir así ¿quien no lo estaría? ¿quien no pensaría que la persona con la que hablas te esta mintiendo si ya te ha dicho demasiadas mentiras? sería un poco imposible.
Tomó aire, nerviosamente. La camiseta crema que era la única prenda que tenia puesta se movía por la ventana que Tom habia dejado abierta, y aquello desconcentraba un poco a Marco.
—Solo me marcharé, ya que no hay nada más que yo pueda hacer.—colocó una mano encima de su hombro, desviando también la mirada.
Suspiró hacia la parte de abajo y sus ojos volvieron a ver a ese demonio que le robaba el aliento—. Nunca seré como ella. Tienes que entender.—"y yo también tengo que hacerlo" pensó el de cabellos marrones.
Tenía que entender que él era él y si Tom no lo quería así entonces debía de irse. Pero dolía, dolía en el corazón
—Solo mírame, este soy yo.
Tom se acercaba a él cada vez más rápido. Ya se habia alejado de la puerta. Marco se había acordado que el demonio le prohibido salir de la habitación a otras después de los ocho, pero si él no respetaba su prohibición... él tampoco lo haría.
—Lo tomas o lo dejas. Esta es mi última oferta... u olvídame.—cerraba sus pequeños ojos para no tener que ver la enfadada cara de Tom.
Esperaba alguna bofetada caliente en cualquier parte de su cuerpo, quizás ya era la costumbre y los pasos fastidiados de Tom a su dirección no hacían mas que hacer pensar que lo mataría.
