«No...
No soy ella.
No soy quien despertó en ti cosas tan bellas.»
Todo estaría bien, si es que esas marcas en el cuello de Tom las hubiera hecho él.
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𝐧𝐨𝐭𝐚𝐬:
-𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚𝐣𝐞𝐬 𝐦𝐚𝐲𝐨𝐫𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐞𝐝𝐚𝐝.
-𝐬𝐨𝐧𝐠𝐟𝐢...
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Le habia prohibido la salida al de ojos rojos mas allá de las ocho y media de la noche. Odiaba eso. Sabia a donde iba a las nueve. Sabia que se encontraba con Star.
Lo sabia, estaba consiente de eso y también sabia que su pareja esta consiente.
Sabia que Tom estaba consiente de que le estaba haciendo daño, de que él estaba con el corazón en la mano. Marco ya no quería ser engañado.
Ya no quería estar más como si no pasara nada. Como si eso fuera cosa de todos los días. Por que si era así el que estaba siendo engañado no era él si no Star.
Había escuchado el sonar de las llaves de acero que Tom tenía para irse.
El tintinear de las llaves eran muy potentes y le daban un dolor de cabeza. Seguido de lagrimas. Le dolía, le dolía el que ese demonio no sintiera el dolor en su corazón. Le dolía mucho.
Sentía esos punzones en su corazón. Las cosas en su estómago por los celos.
Celos que eran totalmente justificados.
Celos de querer decir algo pero no poder por el temor a que esa persona que tanto amas se vaya de tu lado para siempre. Se acercó a la puerta de su habitación, escondiéndose su cuerpo de la vista de Tom.
Vaya, eso no cambiaría al parecer. Parecía que no le hacia caso, parecía que no importaba lo que él mandara.
—Si tuvieras la iniciativa tal vez fuera distinto. Pero ya me utilizaste.—salió de su escondite con temor. Salió justo cuando la llave fue colocada y movida hacia un lado, haciendo el sonido de un tronar algo.
Sus piernas temblaban pero estaba seguro de hacer aquello. No se dejaría intimidar tan fácilmente por ese demonio-. Ya de nada te sirvo.
