#10. Un reino fantástico.

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—¿Se puede saber a que se debe tan agradable visita?— Pregunta aquella mujer con una leve sonrisa.

—Queremos que nos ayudes— Franchesca interviene mirándola fijamente a los ojos.

—¿Oh, si? A su servicio, entonces. — Despues de decir esto, Sav salta a la copa de un alto arbol para tomar una manzana y seguidamente darle un brusco mordisco, tan asquerosa.

—Pelea conmigo. Si pierdo, me enseñas a ganar.— Propuse con el ceño casi fruncido, de alguna manera hay que expresar dominancia.

—¿Y si ganas?—.me desafía.

—Me otorgarás algo de ti—.

—¡Halley, eso no fue lo que acordamos con Odanahy!— Me susurra un tanto preocupada Franchesca.

—Preciosa, no acordamos nada—. Le tocó la barbilla con mis dedos y acomodo un mechón detrás de su oreja. Note como Fran se sonrojaba, decidí ignorar el gesto.

Vuelvo a fijar mi vista en aquella chica.

—Entonces, ¿aceptas el trato... o te rindes?— Me acerqué más a ella.

Me miraba fijamente mientras movía su cuello, haciendo que tronara en el acto. En ese momento sentí cierta inseguridad por como me observaba. Sus ojos me inspeccionaban de arriba a abajo, solo podía mantener una postura que no detonara miedo.

Soltó una carcajada. Sus rizos plateados se meaban al son de su risa.

—Acepto. Como pareces una persona interesante, sería divertido jugar contigo un rato...— Al mencionar esto me lanzó una mirada que podía considerar como ¿coqueta? decidí ignorarla— Por cierto, deberíamos irnos a una zona más alejada—Señala un lugar montañoso.  —Siganme—.

¿Que se sentirá que alguien, un desconocido, venga a pedirte enseñanza y confíe plenamente en que eres la mejor opción para eso? Me fijé en la manera en que caminaba, meciendo sus caderas y como si estuviera preparada para recibir un ataque en cualquier momento.

Luego de una caminata en silencio, pasó por mi mente ver como estaba Franchesca. Parecía bastante afligida.

—Oye, tonta—. trate de llamar su atención.

—¿Que sucede?—.

—confía en mi— Le toqué suavemente la nariz, a lo que respondió sonriendo dulcemente.

—Llegamos—Interrumpió la chica de cabello platino.

Parecía un jardín de hadas, de aquellos que observas en peliculas. Habían muchas criaturas raras, que saltaban de un lugar a otro. Me traen memorias de personas que alguna vez quise y se desvanecieron, de la noche a la mañana las había perdido junto a ese cálido sentimiento. Seguí observando a las alegres especies, existe cierta belleza en la ignorancia a la muerte, en fin.

—¡¿Qué carajos!?— Me extrañé de la reacción tan sorpresiva que tuve, no obstante, esta impresión es justificada. Por poco muero aplastada por un gran pie que provenía del cielo, alcé la vista y ese pie iba cubierto por un cuero azabache. Luego caí en cuenta.

Retrocedí unos pasos agarrando la mano de Franchesca con intenciones de protegerla. Observe a los gigantes de apariencia bizarra caminar por el colorido prado: tez opaca, ceño fruncido, ojos pequeños y profundos junto a una vestimenta extraña... ¿Qué los estará molestando tanto, pensarán lo mismo que yo hace unos momentos?

Estos seres se acercaron a nuestra líder, Sav.

—No jodas, ¿estas bestias son tus sirvientes?

Sav me observó de reojo con cierta burla.

—Lady Sav, ¿en que le podemos servir?—. Preguntan aquellos gigantes arrodillándose ante ella.

—Pequeños... por favor, fabriquen un campo de pelea y extiendan la barrera—. Había cierta autoridad en sus ojos, ¿cómo tal persona puede dominar a aquellas criaturas?

—Así será mi lady— dicho eso, los "chicos" se fueron.

—Sav, ¿qué es todo esto?— preguntó preocupada Franchesca, aturdida y con una pizca de temor notable en sus ojos.

—Un reino perdido, envuelto en magia para que lo que los humanos no entren y  dañen tal belleza...—Mencionaba mientras extendía sus bronceados brazos, inspiraba confianza la manera en que caminaba libremente y con una gran sonrisa por el pintoresco lugar.

Quizá esa confianza me atemorizaba.

Llegamos a un campo, con muchos seres alrededor, cada uno más extraño que el otro. Nos veía con cierto miedo... al menos no tengo que fingir una sonrisa de sol y realizar señas extrañas con mis brazos para que me respeten, me gustó eso.

—Será mejor que se alejen todos, habrá un breve encuentro, lo más probable es se nos salga un poco de las manos; así que por favor, retírense— solo bastaron tres segundos y medio para que el lugar quedara completamente vacío, a excepción por algunos curiosos que se mantenían a un radio de cinco a seis metros.

El suelo comenzó a templar un poco, mantuve la compostura pero Franchesca estaba a punto de caerse, en ese instante la tomé lo más rápido que pude. Ubiqué mi mirada en los ojos grises de la platinada y era notable que esto le hacía cierta gracia, pues estaba sonriendo. El piso se dejó de mover. Se tornó de un gris que transmitía tristeza y desesperanza, comencé a extrañar el campo lleno de flores. No lo había notado, pero el temblor se debía al crecimiento de altas murallas que formaban un circulo de unos dieciséis metros de radio alrededor de nosotras.

Esta perra se tomó en serio lo de una pelea.

—Será mejor que te vayas Franchesca, no quiero que salgas herida.  Sube con los demás, estarás bien—. le dice Sav a mi acompañante.

—¿Arriba?—. No note que habíamos descendido y arriba estaban todas las especies observando como si fuera un estadio o algo parecido.

(...)

Ya estando las dos solas en el lugar, nos alejamos por un momento para prepararnos. Sinceramente, solo pienso actuar de forma intuitiva... no perderé tiempo pensando en técnicas de batalla, no valdrá la pena.

Narrador omnisciente.

Halley estaba al lateral del campo, cuidadosa de cada movimiento de Sav. Sin embargo, solo basto un momento de distracción causado por un ruido extraño para que Sav  plantara un puñetazo en el abdomen de Halley. Esta adolorida se secó un poco de saliva saliente de sus labios y aprovecho que la espalda baja de Sav estaba descuidada para hincarle un codazo cerca del coxis. Sav chilló y cayó, recibiendo en el acto patadas en la cara y apreciando la debilidad de su oponente Halley lanzó dos patadas más en sus costillas, ubicó su pie en el cuello de la jóven e hizó minima presión; haciendole saber a Sav que apretaba un poco más y se moría.

—Juraba que durarías más, hermana.— Mencionó entre risas, seguidamente le ofrecio su mano con la sonrisa más cortes que podía hacer.

—Si, tambien me lo esperaba yo.— Estaba  apenas levantandose cuando Sav jaló su mano y colocó su pie sobre su espalda para dejarla aplastada contra el suelo.
Me levante con un poco de dificultad, sentía unas punzadas a los costados de mi caja torácica.
Se veía muy tranquila y aburrida la platina, se quedó estática, mirandome fijamente tratando de recordar algo.

—Hey chica mala, atacame con todo lo que tengas, que nunca he dejado a ningún oponente vivo.— dijo la chica con una sonrisa.

Se un momento a otro Sav desapareció de mi vista, y di una vuelta de 180 grados, para localizarla. Nada en el perímetro, excepto en un lugar.

Sentí como una mano agarro mi tobillo y di una patada con mi otro pie libre para safar mi pie, y retroceder cierta distancia, a lo cual noto que le rompo la mano a la chica que salía de la tierra como una lombriz, algo asqueroso.

—Así me gusta, se ruda, muéstrame lo que tienes Allie — dicho esto, su mano volvió a la normalidad, como si nunca hubiera pasado nada.

¿Qué? ¿cómo mierda voy a hacer caer a alguien que se puede regenerar? Maldita sea.

Suspiré, un poco desesperanzada. Sav notó mi debilidad, agarró una piedra cuyo aparente objetivo era mi ojo izquierdo. ¿cómo supe esto cuando Sav a penas estaba agarrando la piedra? Facil. Su mirada fija a mis ojos lo decía todo, aunque pensandolo bien eso de tirar objetos a los ojos es muy básico.

Efectivamente, me lanzó la piedra, y esta iba directo a mi dulce ojo. Y, Obviamente, atrapé la piedra antes de que llegará.  Notesé que no tuve tiempo para pensar porque entre Sav agarrando y lanzando la piedra pasaron como tres segundos. Me aplaudo a mi misma por eso. En cuanto a Sav, note un suave pero evidente pasmo en su cara.

Me agaché, tomé un poco de tierra y la proyecte hacia sus ojos. Rapidamente tomé la ya mencionada piedra y la impacté contra su cabeza. Sangre. Estaba a punto de golpearla en la yugular cuando me tomo del antebrazo y me dio un cabezazo en la barbilla, desafortunamente, mi lengua estaba un poco afuera en ese instante así que pueden imaginar mi dolor.

Vitoreos y porras del público se escuchaban. En ese preciso instante quise tener un par de granadas más que nada en el mundo a ver si se callaban de una puta vez.

Sav pasó su mano por sus ojos y luego como si nada le hubiera pasado, alzó la vista; para mi sorpresa, estaba intacta.

—Esto ya está divertido, hay que ponerle un poco más de emoción—. En ese instante los viroteos cedieron, las personas empezaban a callarse, una tras otra. No entendía lo que ocurría, hasta que noté a mí contrincante. Su cabello se tornó de un color escarlata y sus ojos de un dorado ardiente, estos por alguna razón me costaba mirarlos fijamente, me dolían los ojos al hacerlo... pero era casi imposible no perderse en ellos.

—Prepárate pequeña, ahora todo se pondrá un poco serio—. Luego de estas palabras desapareció de mí vista. A los pocos segundos o menos, un destello seguido de una lluvia de puños cuyo objetivo era mi espalda, me hicieron rodar hasta el extremo contrario de en donde me encontraba.

Un ardor... sentí un ardor en toda mi espalda; pero en especial en la parte baja. Pase mi mano suavemente, recorriendola entera. Pude notar un patrón, una figura... parecía ser aquella marca, si, era esa marca (♉). El dolor se expandió por todo mi cuerpo pero me sentí extrañamente reconfortada.

Un aura verdosa empezaba a cubrir mis manos y mí sien, estás mostraban unas marcas inusuales.

Sav tenía los ojos muy abiertos, con una expresión de sorpresa genuina. ¿Eh? ¿por qué tan impresionada? He visto cosas más raras en el poco tiempo que he estado en este fantástico lugar. 

— Otra vez no... no, ¡no!—. se arrodilló y lágrimas corrían por su rostro.— Annie, Harper, Sally... siempre con su misma esencia...— decía mientras sonreía de una forma melancólica.

La adrenalina se apoderaba de mi cuerpo, me sentía poderosa... capaz de derrotar a todos, incluso a esos gigantes de hace rato... matarlos, aniquilarlos...

Miraba a mí alrededor. Cada alma de ese lugar, la necesitaba.

Una voz profunda y difusa, tanto que no podía distinguir si era femenina o masculina, susurraba...

Destruye todo.
Arráncales el alma.
Toma sus corazones.
ELIMINALA A ELLA.

Ahogué un grito.

Sentí que ya tenía todo, pero no podía hacer nada. Trataba de ponerme en pie, pero sentía que no podía con mi peso.

Trataba de controlar todo aquello en ese momento, de seguir peleando, cada movimiento era como sentir rasgar mis músculos. Vi a Sav, se acercaba caminando hacia a mí, bajó su mirada cuando se encontró con la mía... esos ojos dorados tan ardientes se veían más apagados que nunca. Trató de golpearme, pero al tacto con mí piel se alejó rápidamente.

—Lo siento chica, esto va a ser rápido. Evitemos un problema, ¿sí?— y así fue como con su fuerza sobrenatural me dio un golpe en el abdomen haciéndome soltar todo el aire.

Caí al maldito suelo, veía como mí oponente volvía a su estado normal. El aura verdosa empezaba a desvanecerse, mi vista era más difusa pasado cada segundo.

Entonces, perdí la batalla.

ADENOPHORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora