Parte 6

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-¿José, dónde estás?- El bullicio que se oía de fondo indicaba que Carla no estaba en un lugar tranquilo, como podía ser el campo al que habían ido.

-¿Pero cómo...? Yo estaba aquí, contigo, y entonces tú...- Carla le cortó en seco.

-¡No te inventes historias! ¿Estás con Sara de nuevo?- José se estaba empezando a marear; no podía distinguir entre la realidad y su imaginación. Esto dio lugar a un silencio que Carla interpretó con el clásico "quien calla, otorga".

-No lo sé.- José estaba desconsolado.

-¡Pues yo sí que lo sé, lo tengo clarísimo! ¡Des del primer momento en que empezaste a delirar te advertí que no siguieses escribiendo! Mira, José, no puedo convivir con un psicópata. Voy a pedir el divorcio de inmediato.

José quería responder, pero le falló la voz, y acto seguido, las piernas; se sentó a intentar recobrar el aliento, pero de inmediato se tuvo que levantar; ¿realmente nadie lo había acompañado en aquella extraña acampada? Salió de los matorrales y miró: Todo estaba como lo había dejado, excepto la presencia de "Carla". Sin ánimo alguno, empezó a recoger los restos de la comida.

De vuelta al coche, ya era la madrugada, por lo que José tenía dos necesidades acuciantes: Dormir y escribir. Aún así, condujo hasta su casa como pudo y una vez allí, abrió la puerta.

Al llegar al salón, José se empezó a marear. Corrió a buscar sus medicamentos y se fue de vuelta al sofá a tumbarse. Allí empezó a tener vértigo, pero cuando casi se cayó del sofá fue cuando giró la vista: Carla y Sara estaban ambas allí, mirándole. De un salto, José se sentó.

-¿Qué queréis?- El tono era el mismo que cuando uno oye ruidos extraños en su casa, está solo y pregunta el mítico "¿hay alguien?".

-Queremos matarte. Nos has tenido años esperando en las sombras, pero ahora por fin podremos hacerlo.- Las dos movían la boca, pero sólo sonaba una voz, que además no se parecía a la de ninguna de las dos sino que era casi igual a la de los sintetizadores de voz que usaban en los años 90. Pero la atención de José no se centró ahí, sino en el cuchillo que ambas sostenían. Era un modelo que tenía dientes, y estaba diseñado para no poder sacárselo una vez clavado. Las dos mujeres se iban acercando. "Es sólo mi imaginación, nada de esto está pasando" se iba repitiendo José como un mantra interior. Sus asesinas levantaron ambos cuchillos, y soltaron, esta vez cada una con su voz, sendas carcajadas. "¡A la mierda la imaginación!" José le dio una patada en la espinilla a Sara y quebró a Carla por el hueco que había quedado.


Sorry for the delay, but I was completely busy! I promise the next chapter will be on time. 

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⏰ Last updated: Dec 21, 2017 ⏰

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