Momento 9: Pittsburgh

2.4K 206 57
                                    








Era una linda mañana de mediados de otoño, las hojas ocres apenas comenzaban a caer de lo árboles, por lo que el jardín del hospital Santa Juana de Chicago se podía apreciar con el pasto un tanto café pero limpio, sobre el mismo una anciana, la abuela Martha, como cariñosamente le llamaban todos, junto con la joven enfermera Candice White, tomaban un gran almuerzo para retomar fuerzas por las horas de fatiga a las que la mujer mayor se veía afectada por sus tres empleos, que si bien no los necesitaba económicamente, si los necesitaba emocionalmente.

La platica iba hacia los tres empleos y como Paty, la nieta de Martha, se preocupaba por la ardua fatiga a la que su abuela se veía sometida, fue cuando la astuta anciana decidió cambiar de tema para evitar el regaño que ya se veía en puerta.

*—Candy, ¿es cierto qué tienes novio?

—*Abuela –dijo algo ofuscada la rubia.

—*Y está en Nueva York ¿verdad? –la enfermera un tanto sobrecogida sólo asintió—*¿Por qué no vas a verlo?

—*Lo veré dentro de un mes.

—*¿Él nunca viene a visitarte, Candy?

—*Está preparando un espectáculo –fue la respuesta que dio con una linda sonrisa de orgullo en su rostro.

—*Ah, claro y tú también tienes que trabajar.

—*Y hay mil kilómetros entre Chicago y Nueva York –reflexionó.

—*Esa no es razón para no verlo –con una sonrisa traviesa agregó la mujer mayor– *visítalo en su próximo día de descanso.

Esa última frase comenzó a hacer inserción en el cerebro de la enfermera aislándola en un mundo de ensueño, de pronto dejó de escuchar a la abuela, de poner atención, todo se enfocó en pensar en Terry y ella reencontrándose, otra vez juntos después de más de medio año sin verse, de sólo mandarse cartas. En verdad que ya necesitaba tenerlo cerca. Recordarlo instintivamente hizo que tocara sus labios, mismos que relamió al remembrar el sabor de los labios ingleses. A lo lejos la chica podía escuchar voces que hablaban pero en su mente ya todo era Terry.

—Candy, Candy, ¿me oyes? –la cuestionó la anciana.

—Perdón abuela, me distraje.

—Claro nena, el amor te tiene así, que romántico será que se vean en Pittsburg –Martha también imaginaba un reencuentro– ¿Alguna vez has estado ahí?

—¿De qué habla? –en confusión total se indagó.

—Hay niña, ¿qué no oíste? El amable doctor me informó que Pittsburg es el punto intermedio entre las dos ciudades, ahí se verán, y si ninguno de los dos lo conoce eso lo hace más emocionante –la anciana tan contenta por lo que imaginaba no paraba de hablar–. Ya sé, le diré a Paty que vaya personalmente a Nueva York para que arregle todos los por menores, para que no haya problema, que...

—No abuela, ahora mismo me encargo de eso.

Con una enorme sonrisa Candy se levantó del pasto dando un último sorbo al vaso de vino que la señora O'Brian le había dado. Luego se encaminó en busca de la salida.

—¿Candy?, deja... –Martha se dio cuenta que hablar sería en vano, Candy ya no caminaba sino que iba flotando hacia Pittsburg.

...

Las caras agotadas de actores, tramoyistas y demás personal del teatro delataba lo cansadas que eran esas jornadas de ensayo a un mes del estreno, sin embargo Terrence parecía no ser afectado por ello, pues aún cuando todos se encaminaron en busca de la salida en cuanto se anunció el termino de la sesión de trabajo, él optó por seguir ensayando al menos una hora más, lo mejor de todo es que desde el desagradable encuentro con Susana, y su firme respuesta negativa, ella ya no lo había vuelto a importunar con sus declaraciones o constante acoso, al menos por ahora.

Momentos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora