Momentos...

Doceavo momento: Encuentro

(NA: Aquí voy con los capítulos más difíciles.)

*"La felicidad desborda a Candy, la invitación largamente esperada ha llegado. Terry está muy preocupado por Susana pero Candy no lo sabe y prepara su viaja a New York con inmensa alegría."

La distancia que existe entre Chicago y Nueva York es de mil doscientos setenta y un kilómetros lo que implica que es un viaje en tren de más de quince horas, claro que en 1915 el viaje tardaba un par de horas más, por lo que Candy tuvo que partir muy temprano dos días antes del estreno de "Romeo y Julieta" para poder llegar con tiempo ya que tardó un día con una noche en llegar, contando las escalas necesarias. Sin embargo para la rubia el camino no le pareció pesado, sí muy largo, casi eterno ante el encuentro con su novio, pero el viajar con sueño de un futuro aligeró todo.

Al instante de partir fue despedida por un séquito de personas encabezados por los hermanos Cornwell, Patty, Annie y por supuesto Albert, todos muy consciente de que la chica ya no regresaría, al menos no sola, su maleta de mano y el pequeño baúl de viaje que iba arrastrando se los hacía saber perfectamente. La despedida fue emotiva. Las chicas lloraron, Albert le dijo que no tenía absolutamente nada de qué preocuparse, Archie le dio una serie de recomendaciones sobre hacerse respetar por ese arrogante aristócrata de Terrence, y Stear le obsequió una cajita de música, la cual nombró como "La caja de la felicidad," para augurarle lo mejor en su nueva vida en Nueva York.

Con esos recuerdos en mente Candy iba feliz; su viaje se dividió entre ir platicando con un anciano sentado frente a ella, escuchando su cajita, o leyendo, pero sobretodo se la pasó soñando en lo que le esperaría al llegar a la "Ciudad que nunca duerme". Terry ya le había dicho que para su llegada tendría preparado el lugar donde se hospedaría, pero ella ilusionada creía que lo mejor sería quedarse con él, no sería la primera vez que se quedarán juntos, pero tampoco podría ser así de sencillo, serían rudamente criticados, a diferencia de Albert, Terry no era rubio así que sería imposible que pasaran como hermanos, además ellos no querían parecer hermanos.

Después de una cena ligera la enfermera quedo dormida, pero al despertar un hermoso día la recibió, sabía que en menos de una hora llegaría a su destino.

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La hora paso desesperadamente lenta, cuando al fin el tren arribo ella bajo lo más pronto que pudo, volteo a todos lados, no sabía si buscar a su novio o quedarse en un solo sitio para no ir arrastrando su pequeño baúl, camino de ida y de regreso unos cuanto pasos tantas veces que cuando se dio cuenta que la gente la veía se puso cual jitomate maduro, apenada y jalando su baúl, que para su fortuna, por añadidura de Stear, tenía ruedas, por pena camino sin dirección, entonces entre la multitud, recargado de una pared pareció verlo.

—*«Es Terry, reconocería su espalda en cualquier lado.» –pensó.

Más que emocionada se acercó a aquel hombre, ya a un metro dijo en voz alta "Terry" esperando fuese su novio quien voltease, ¡oh gran sorpresa ver a un hombre dimensionalmente opuesto al muy apuesto actor!

—*"No es nada parecido."

—*"Que quiere decir"–ofendido habló el nada agraciado sujeto.

—*"A alguien que conozco."

Se excusó Candy, pero ya no pudo decir más un persona la tomo del hombro para girarla, de inmediato la tomó fuertemente por una de sus manos y comenzar a correr lo más rápido posible llevando a la rubia literalmente arrastrando.

–*"Basta suélteme, no soy una niña no puede raptarme. Suélteme o lo muerdo."

El hombre que la jalaba se detuvo varios metros después para decir.