•Las alas de un ángel•

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Mafumafu esperaba paciente en el comedor de su hogar a su querida madre madre.

Sus tareas habían sido terminadas, su creatividad había sido gastada en hojas blancas con plumas de colores, incluso su pequeño minino, Teru, lo había abandonado para seguir durmiendo.

Debía admitirlo, ese día había sido una explosión de emociones.

Inconscientemente llevó su mano izquierda a su cuello, zona donde Soraru le había besado, mordido y hecho sentir una extraña sensación eléctrica que recorrió todo su cuerpo.

Las señales que su cerebro le mandaba de estar cometiendo un acto que podía perjudicar a ambos, fueron tiradas a un lado, dando paso a que ese acto carnal que se llevaría a cabo, pero no fue así.

Los recuerdos de ese día lo traicionaron, le hicieron ver frente a su amado lo débil y poco valiente que era, asustándose y haciendo que el mismo azabache se sintiera decaído por su desconfianza.

Se abrazó con fuerza y subió sus piernas a la silla, creando una pequeña bola humana y ocultando sus ojos con sus rodillas para evitar llorar.

---No quería que se detuviera...--- susurró el menor con un leve sonrojo en sus mejillas.

La puerta de entrada se abre, asustando al albino.

---¡Ya estoy en casa!~ --- canturreó la mujer con alegría.

Los labios del albino se ven forzados a sonreir.

---¡Bienvenida!--- exclama, levantándose de la silla para ir y abrazar a su madre.--- ¿Eh? ¿Que es eso?

En sus manos llevaba una caja circular de color café con círculos blancos como diseño.

Mafumafu la coge y la deja en la mesa del comedor, quitando la gran tapa y sonriendo de oreja a oreja al ver su contenido.

---¡Pastel!--- exclama como todo un niño pequeño.--- Pero ya no está completo...--- hace un puchero, girando todo su cuerpo para ver a su madre con desilusión.

---Una compañera del trabajo cumplió años, de ahí viene el pastel--- explica su madre sin dar detalles.

---Oh~

Mafumafu va al gran sillón, recostándose en éste con el pensamiento de cuando volvería a tener una cita con su amado en aquel restaurante que ya consideraba su favorito.

[•♡•]


7:30am. Media hora tenía el albino para convivir con el azabache, yendo a un paso lento y casi harto por el mismo camino de siempre.

Sus manos entrelazadas se movían hacia adelante y hacia atrás. Ambos habían quedado que al estar cerca del instituto, tomarían un poco de distancia para no levantar sospechas, y ese tierno beso que solían darse antes de separarse, sería sustituido por un "Hasta la salida".

---Mi Mafuteru me ha estado haciendo mucha compañía. ¡Lo aprecio tanto!--- dice el albino junto a una amplia sonrisa infantil.

---¿Mafu...teru?--- Soraru se gira a verlo con el ceño fruncido.

---¡Sí! ¡Así le puse al regalo que me diste en Navidad!

---¿Que "Teru" no es el nombre de tu gato?

---Así es.~

El azabache deja salir una risilla, sacudiendo levemente los cabellos albinos de su Ángel.

---Tengo un regalo para ti--- busca en los bolsillos de su saco negro, encontrando el pequeño objeto que había visto en aquella tienda donde compró al ya llamado "Mafuteru".

¡Número equivocado! [Soramafu] EDITANDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora