•Bajo el Carrusel•

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La escena del azabache observando a la distancia al albino era un momento esperado entre los dos.

Mafumafu deja de escuchar la voz de su madre quien le seguía llamando desde el interior de su hogar. Ignora el ruido de los pajarillos cantando, ignora el leve ruido de su propia respiración. Ahora mismo, lo que más importaba era la presencia del mayor.

Esta vez no iba a correr, no iba a retroceder. Esta vez iba ser valiente y confiará en las palabras que Soraru le escribió el día de la exposición.

》Eres alguien especial para mí....No podría pensar algo así de cruel...《

Una vez más se asoma esa sonrisilla del mayor. Tan suave que al menor le pareció seductora.

Sus caminados eran lentos, sin quitar la mirada de esos ojos carmesí que lanzaban destellos de emoción y otro sentimiento oculto. Es la alegría del azabache que lo hace acelerar su paso hasta estar a un metro de distancia del menor, pero nadie dice nada.

Se observan detenidamente, aun no creen que están ahí, viéndose, a punto de sentirse y demostrar que es real.

Soraru se siente extraño. Algo dentro de él, como el aleteo de las mariposas molestan su estómago. Su corazón se a subido hasta su garganta, implorando querer salir y estallar de felicidad.

Se sentía nervioso, demasiado que no sabía por qué.

Antes de salir de su departamento y en el camino, no había emoción alguna que lo hiciera sentir como ahora mismo.

No era un sentimiento nuevo, lo conocía muy bien que ha tenido bajas expectativas de él en muchas ocasiones. Pero ahora mismo le parecía una locura que esas emociones se encadenaran a él con solo ver al albino. Se sentía con la necesidad de rechazarlos, no por su bien, sino por el de Mafumafu.

---Hola...--- habló primero Soraru.

---Ho-Hola...--- le responde Mafumafu con una sonrisilla nerviosa.

El azabache percibe sus nervios por medio de sus manos que no dejaban de juguetear con las orillas de su suéter azul marino. Sus ojos azules apagados escanean de pies a cabeza la apariencia del menor.

Sus piernas temblaban levemente, poco a poco su mirada iba bajando hasta quedar en el suelo. Incluso pudo notar como mordía su labio, lo soltaba y volvía a hacerlo.

Le pareció tan adorable que deseó abrazarlo.

---¿Mafumafu?--- la aparición de su madre interrumpe el momento incomodo entre los dos.--- Ah...Así que eres tú.

---¡Y-ya debemos irnos!--- se apresuró a decir el albino mientras se posicionaba a un lado del chico universitario.--- Debemos llegar temprano para comprar boletos y entrar.

Soraru al notar la mirada escaneadora de aquella mujer, hace una leve reverencia, sonriendo y saludando cordialmente a quien es la madre de su amigo.

---Traeré a Mafumafu lo más temprano posible.

---De acuerdo. ¡Diviertanse mucho!

Ambos le sonríen y Mafumafu se despide de ella con un movimiento de manos.

Cuando ambos dan vuelta a otra calle, un silencio incómodo los azota. Mafumafu veía de reojo el rostro inexpresivo del mayor, preguntándose si había algún tema de conversación que lo hiciera conectar con él.

Estuvo a punto de hablar sobre el clima de los últimos días, pero el azabache fue mas rápido, hablando primero y observando detenidamente al albino que comenzaba a sentirse intranquilo por su mirada.

¡Número equivocado! [Soramafu] EDITANDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora