Capítulo 2-Olor a viejo

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(Este capítulo narra el pasado)
Mi clase ya estaba elegida por el director, era primero de la ESO y no había entablado una conversación con nadie, llevaba mi  parche tapando mi ojo peculiar, solo veía por el ojo izquierdo, el profesor nos dejó tranquilos en el patio, no había más grupos, solo el mio. Se me acercó un grupo de cuatro personas a mi, eran solo chicos, todos eran tan altos como yo, el primero tenía un pelo castaño y liso, tenía una peca en su mejilla izquierda, vestía una camiseta y unos pantalones como los otros tres, el segundo era ligeramente más pequeño a los demás, tenía el cabello negro y rizado, bien cortado y cuidado, el tercero tenía el mismo color oscuro que el anterior solo que este era liso y el cuarto era rubio y con demasiado pelo, lo tenía liso, este chico era delgado, se le notaba en la cara

-Hola- dijo el primero rompiendo el silencio - te hemos visto solo y hemos dicho de hablar contigo, me llamo Daniel y estos son Francisco- señaló al segundo - Juan -señalo al tercero- y Kevin

-Hola- pude decir con mi timidez- yo soy Gabriel, encantado de conoceros-pude terminar la frase entera sin cortarme

-¿Qué te pasa?- dijo el tercero mirando mi ojo

-A eso... No es nada- empecé a ponerme nerviosos

-¿Podemos verlo?- dijo con una emoción notable el tercero

-Eeee bueno... No se...-las palabras no me salían

-No pasa nada- dijo la voz tranquilizadora del primero -todos tenemos cosas que nos hacen único, y hay muchos que molan

-Esta bien...- no sabía cómo iba a acabar esto y pensé que bien

Quite el parche de mi ojo y lo enseñe a ese grupo, no puedo expresar la cara de asco y de odio que tenían hacia mí

-Eres... Eres... ¡Eres un monstruo!- dijo el primero gritando con todas sus fuerzas

Sentía el miedo en mi cuerpo, el grupo salió corriendo de mi igual que las demás al escuchar eso,

-No... No... No soy un monstruo- susurré hacia mí mismo- no soy un monstruo...

Me quede solo en el patio sin nadie, me caí de rodillas por la pena que llevaba, no quería ese ojo, nadie sabía cómo lo tenia, que reacciones tenía en mi cuerpo, nunca he llorado, no he podido llorar en mi vida, ni de pequeño, ni por la muerte de un familiar, cuando me enfadaba las venas de alrededor de mi ojo se marcaban y eso podía notarlo por que sentía algo pesado en esa parte

-¿Estás bien?- una dulce voz rompió el silencio que me envolvía

No pude decir palabra alguna, solo la mire, me di cuenta de que mi ojo estaba al descubierto y lo tape con mi mano

-No, no lo hagas, me gusta tu ojo- su dulce voz me tranquilizaba -¿Cómo te llamas?

-Ga...Gabriel- no se como dije eso

-Yo soy Silvia, encantada de conocerte-

Pasaron los días y Silvia siempre se juntaba conmigo aunque nadie lo hacía, estaría solo de no ser por ella, me ayudaba a quererme y me animaba, era una persona que no puedo olvidar nunca por que no me dejaba solo ningún momento, ella decía que yo era especial

-Prométeme una cosa- exclamó

-¿Cual?- dije dudando de que me diría después

-De que no te enamoraras de mi- termino su frase con una sonrisa

-Lo prometo- dije esa frase con un ligero tono de duda

Diario de un supervivienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora