Observe mi cara, tenía mi pelo negro liso, cuidado y bien peinado, mi ojo era marrón chocolate, era alto y tenía una cara seria.
-Gabriel baja a comer- mi madre lanzo un gritó para avisarme de que la cena ya estaba lista.
Baje a un paso lento y al terminar el recorrido de las escaleras gire dirección a la mesa, mi padre y mi madre estaban sentado y esperando a que me sentase a comer, mi familia no bendice la mesa a pesar de que creen en Dios pero no soy tan religiosos, eran huevos revueltos, solo habría la boca para comer o beber, el silencio era intenso en la mesa nadie decía nada solo se escuchaba el mascar de la comida.
-¿Y cómo vas con la caza?- mi madre rompió el silencio
-Bien...- dije cortando la conversación por que no quería hablar
-Necesita mejorar mucho- replicó mi padre- no ha acertado a un simple cervatillo pastando
-Bueno hijo necesitas mejorar, tranquilo con constancia lo vas a lograr- exclamó mi madre con una sonrisa
-Necesita hacerlo perfecto no puede fallar nada, tiene que entender que si corre peligro y falla está muerto- dijo mi padre con una cara enfadada
-¡Soy consciente de eso, no soy un crío soy ya mayorcito para saber que tengo que hacerlo perfecto! ¿Esque piensas que no se que estoy muerto si fallo? ¿Esque crees que no doy lo mejor de mi?- las palabras salían solas- ¡Pues doy todo lo mejor de mi para mejorar pero tú no sabes apreciarlo!-Termine con una voz desafiante
El silencio volvió a reinar en la mesa. Al terminar de cenar salí a que me diese el aire y llegué muy lejos de la casa, estaba sentado en un tronco sentado, tirando piedras al lago inmenso que se entendía enfrente de mi, escuche un estruendo como si algo se cerrase derrepente, mi curiosidad me picaba hasta tal punto que fui a averiguar qué pasó, recorrí poco tramo desde el tronco, y vi a un perro salvaje inmóvil llorando, me acerque a el un poco más y veía su pata trasera ensangrentada, estaba en un cepo, observé el suelo que me rodeaba y no había más cepos, aún así iba caminando con cuidado. Cuando estuve enfrente del perro me miró con sus ojos cristalizados por las lágrimas, cogi el cepo y lo separé de su pierna, me relamió la cara en señal de gracias, empezó a perderse por los árboles del bosque frondoso que me rodeaba. Estaba anocheciendo y decidí volver a casa, nada más llegar decidí ir a dormir a mi cuarto, me puse el pijama y me tumbe en la cama, ¿Por que había cepos en el bosque? En todo lo que había vivido aquí no hemos colocado trampas ni visto a alguien más aparte de nosotros. La noche cayó completamente y mi cuarto se inundó de oscuridad. No podía dormir y decidí observar por la ventana, al ir a la ventana me mire en el espejo, la parte roja de mi ojo brillaba, nunca he sabido esto por que nadie me ha visto en la oscuridad, llegue a la ventana y coloque una silla de mi cuarto, me senté a observar el cielo estrellado que me llamaba la atención y me distraía, empezé a ver el bosque pensando en que estaría pasando en el. Una luz apareció derrepente en el bosque, era un fuego, pero no estaba devorando los árboles si no que era controlado, busque unos prismáticos que tenía en el cajón de mi escritorio, era un regalo por mi quinto cumpleaños, esos años me gustaba observar animales, insectos y el bosque en general, mi mano rozo algo grande en el cajón lo agarre y eran los prismáticos, me acerque a la ventana y me puse a observar, era un campamento
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Diario de un superviviente
Ciencia FicciónGabriel es el hijo único de un padre el cual sirvió al ejército y una madre cariñosa, tras una guerra nuclear con lanzamientos de bombas en varios sitios, el y su familia huyeron al campo en busca de refugio y paz de guerra