-¿Me acompañas a la casa de unos amigos?
-Sí, porqué no.
Subí a mi habitación, me senté en la punta de la cama colocando mis manos en mi cara.
Tenía unas inmensas ganas de gritar.
Pero esto no se quedaría así.
Me bañé poniéndome algo más cómodo.
Ecko estaba con su celular, me acerque en silencio por detrás dejando un beso en su cuello.
-Vamos.- Dije guardando mi celular en la parte trasera de mi vaquero.
-Vamos.
Salimos de la casa, iríamos en ómnibus.
Estaba medio lleno, pero pude sentarme.
Llegamos a una linda casa blanca, con rejas verdes.
Ecko empujó, yendo directo hacía la puerta.
Tocó dos veces y un "va" obtuvimos como respuesta.
-Wacho.- El chico que abrió la puerta chocó la mano con ecko, tenía un cabello medio rubio y arito en su nariz. -Hola, soy midel.- Lo saludé.
Nos dejó espacio para pasar y así lo hicimos.
Había un montón de pibes, ecko saludo a todos con un apretón.
Yo lo seguía, cada vez que saludaba alguno me decían su nombre o "aka".
Me senté entre Ecko y ¿mks?
Sí, creo que era así.
-Teníamos ganas de conocerte.- Comentó Dam.
Dam, el chico que nos había interrumpido.
-Bueno, ya me conocen.
-¿Fumas?- Me ofreció un porro, negué.
-Te conseguiste una chetita Ecko.- Un chico de la punta por fin habló.
-Re chetita no sabes.- Dije mirándolo a la cara. El rió.
-Era joda piba.- Me puse roja, no, rojísima.
Los amigos de Matías me cayeron de 10. Eran amigables y bastantes gracioso.
Hasta me habían invitado a una joda que iba hacer mks en su casa, con gusto acepte.
Desde que había vuelto no tuve ninguna y precisaba bailar, pasarla bien, ponerme en pedo.
Darmela en la pera.