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Su mirada fija, sin ninguna expresión facial era en verdad aterradora y la manera como sus manos jugaban con su lápiz comenzaron a provocarme escalofríos. ¿A caso no pensaba decir alguna palabra? ¡Los nervios van a matarme en cualquier instante!

— Me está dando miedo el que no diga ni una palabra —di un pequeño brinco al escuchar la voz de JungHwa tan cerca de mi oído pues no me esperaba ese acto de su parte— ¿Qué hacemos?

Levanté los hombros sin apartar la vista de la linda castaña que tenía frente a mí. Han solo nos observaba sin decir una palabra, ya que su cabeza procesaba toda la información que pude darle de mi salida con JungKook y ese no era el problema en sí. El problema era que ninguno de nosotros –JungHwa y yo– sabía cómo reaccionaría ella después de asimilar todo lo que le había contado, porque sí, Min HanNa tenía diferentes maneras de reaccionar ante cualquier situación. La más común era gritar de emoción o de frustración –dependía la situación–, en otras ocasiones soltaba un grito agudo que podía dejarte sorda, el punto era que nunca sabía cuál sería la reacción de mi castaña amiga. Era impredecible. Hoy no era la excepción pues jamás la había visto tan callada, normalmente demostraba lo que sentía en cuestión de milisegundos.

¿Debería preocuparme?

— ¿En serio no paso algo más entre ustedes dos?

No me esperaba esa pregunta y tal vez no me esperaba que hablará con tanta tranquilidad. Esa no era HanNa, algo estaba ocultando y me daba miedo descubrir qué era.

— Pues no —respondí con un poco de temor, temía por la futura reacción de mi mejor amiga—, no pasó nada más a parte de lo que te conté.

Volvió a guardar silencio. Pasaron unos cuántos minutos más hasta que decidió recoger sus cosas de la mesa para guardarlas en su mochila, se levantó de su lugar y salió de la cafetería a pasos algo apresurados, todo en cuestión de segundos. A Jung y a mí no nos quedó de otra que tomar nuestros útiles y arrojarlos a nuestras mochilas para poder seguir a nuestra amiga. No fue difícil encontrar a una chica con cabellera castaña esperando transporte en la parada de autobús más cercana.

— Min HanNa —el tono de voz que utilizó JungHwa para decir el nombre de nuestra amiga demostraba que se estaba enojado—, ¿se puede saber por qué nos abandonaste de esa manera? Tuvimos que disculparnos con la señora Kang por haber salido de esa manera.

La señora Kang Soo Ra era la dueña de la cafetería de la que habíamos salido como locos, una señora muy amable en mi opinión. Solemos frecuentar ese establecimiento desde hace más de cinco años, la mayor parte del tiempo para pasar un momento entre amigos, pero también para poder repasar nuestros apuntes en épocas de examen con más tranquilidad. Era mejor que estar en la biblioteca rodeada de alumnos estresados y lo bueno era que se encontraba a una distancia considerable del instituto.

— Ya lo verán —tomó asiento después de regalarnos una extraña sonrisa.

El pelinegro y yo nos observamos un par de segundos sin saber qué decir. La actitud de Han era extraña hasta para nosotros sus amigos. No tuvimos de otra que conformarnos y tomar asiento a su lado a esperar el bus que nos llevaría a casa, o eso creí yo hasta que un lindo auto azul se estacionó frente a nosotros, ocupando el lugar del transporte público. Pensé que tal vez se había estacionado ahí por error y que en cualquier momento se iría del lugar. Me equivoqué.

El vidrio del copiloto comenzó a bajar despacio, llegué a creer que se trataba de alguna persona que probablemente preguntaría por alguna calle o lugar. Como dije antes, me equivoqué. Al ver quien era la persona que conducía el vehículo los latidos de mi corazón comenzaron a acelerarse y mis nervios a apoderarse de mí.

— Hola JungKook —saludó la castaña mientras se ponía de pie, seguida por nosotros.

Han tenía pensado caminar hacia el auto, pero fue detenida por la mano de Jung, que hizo voltear a mi amiga para que pudiera vernos.

— ¿Qué hiciste HanNa? — solté con un timbre de voz demasiado agudo por culpa de los nervios. Me sorprendió el hecho de haber formulado aquella pregunta cuando ni siquiera la había pensado, había salido por si sola.

— Tranquilízate Yang, lo hice para que tú tuvieras una excusa y pasaras tiempo con él.

— No creo que eso sea lo que quiera la pulga —intervino JungHwa.

— Tú conoces a la perfección los sentimientos de YangMi y sabes que es una buena oportunidad para ella, no te pongas en ese plan So.

— No puedo.

Mi voz salía con dificultad, los nervios estaban provocando que me dieran ganas de llorar. Pero no debía permitir que las lágrimas salieran porque 1) preocuparía a mis mejores amigos y 2) Jeon JungKook, alias mi crush, se encontraba a escasos metros de distancia. No necesitaba que él me viera llorando.

— Claro que puedes Yang, ahora ve hacía ese auto y actúa lo más linda que puedas.

No me dio tiempo de responder, solo pude negar con la cabeza un par de veces antes de que tomara mi mano y me condujera hasta el auto de Kook para abrir la puerta del copiloto, obligándome a entrar éste con la mirada. Con la excusa de que ella y Jung irían a un mandado se despidió de nosotros arrastrando al pelinegro lejos del vehículo, dejándome por completo sola con el chico de mis sueños.

Con algo de timidez volteé a verlo –no lo había hecho desde que había subido a su auto–, él me miraba con una sonrisa en los labios. Un sonrojo salvaje completo el paquete de YangMi nerviosa.

Tierra, trágame por favor y si es posible escúpeme en la Antártida. No me caería nada mal el clima frío.

— No me apetece llegar a mi casa todavía, ¿te gustaría ir por un helado?

Sólo pude asentir a su pregunta gracias a los nervios. Él no se lo tomó a mal y arrancó para alejarnos, no porque tuviera prisa por comer helado sino porque el bus había llegado en ese instante y ya nos estaba corriendo del lugar.

Olvídalo tierra, aún no me tragues. Hazlo después de llegar a mi casa, por favor.


No soy ella  |J. Jungkook|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora