Narra, narrador omnisciente.
Era una tarde del veinticuatro de diciembre, la noche buena solo estaba a horas de hacerse presente junto a todas sus celebraciones. Una familia integrada por tres personas; El padre, la madre, y una pequeña niña de ocho años, decidieron salir a apreciar la blanca nieve que cubría todo el bosque, que se extendía por todo lo que se podría llamar un patio trasero.
La casa de esta familia, se hallaba ubicada en lo más profundo de los bosques helados de Zao, pero al mismo tiempo, cerca de una zona turística del mismo, este lugar, ubicado en la frontera entre las prefecturas de Yamagata-Miyagi, en Japón.
Los padres se distrajeron un momento, terminando de hacer los preparativos para la cena familiar que tendrían para aquella fecha tan especial. La pequeña niña aprovecho la oportunidad, para explorar el bosque. Ella, en su corta vida, había demostrado una gran atracción ante la fauna y flora de los bosques que se encontraban en su hogar, y una gran admiración ante la belleza de estos mismos, pero, lo que mas le interesaba, era a lo que se le llamaba "la cadena alimenticia", como la naturaleza regia que el más débil era derrotado por el mas fuerte, como el cazador devoraba a la presa, como todo seguía un ciclo.
Los padres no se preocuparon demasiado, su pequeña siempre era capaz de volver luego de sus largas caminatas por sí sola, ellos solo se relajaron y con una sonrisa siguieron arreglando todo. Mientras, en el bosque, la niña se había encontrado con un zorro rojo, además, con un espécimen que aun conservaba su estado natural. El zorro al percibir el olor de la humana, simplemente la ignoro y siguió su camino. Pero no sabía que la niña se convertiría en una acompañante fugaz. Esta fugacidad, en un sentido mortal para el animal.
Los dos seres recorrieron varios kilómetros, el zorro en ese tiempo, le mostro su forma sigilosa de cazar, como mantenía su pelaje limpio, y como cada animal era capaz de comunicarse con los demás, recopilando información para su beneficio y el de su informante.
Después de un largo rato de caminar, la pareja llego a un pequeño riachuelo helado, que permanecía sin congelarse por su movimiento constante, y su considerable rapidez. La niña se agacho en la orilla del mismo, se quito el guante que tenia en su mano derecha, y la introdujo dentro del cuerpo de agua, sonrió sintiendo la frialdad del agua pasando por su mano. Sus ojos progresivamente se pintaron de un negro intenso, junto con un rojo vivo. El zorro se puso al lado de la niña lleno de curiosidad.
De repente, mientras el inocente ser se mantenía incauto ante el peligro que se encontraba en la montaña, a lo lejos se escucharon múltiples sonidos parecidos a risas. El zorro, dejando sola a la niña al percibir peligro, se adentro en el bosque pasando el riachuelo.
La niña no se había dado cuenta que se había quedado totalmente sola, ella solo seguía moviendo su mano dentro de las frías aguas del riachuelo. Hubo un momento en que la niña sintió que algo rozo su mano. Ella inmediatamente sujeto el cuerpo extraño sacándolo del agua. Un animal totalmente blanco igual a la nieve que cubría todo fue lo que saco la niña. El cuerpo apenas si se movía, después de verlo detenidamente, la pequeña noto que era una serpiente. La niña de inmediato empezó a indagar; "¿Las serpientes no son de sangre fría?". Mientras su captora estaba distraída, la no tan pequeña serpiente intentaba escapar de aquel agarre, pero solo logro que este se volviera un poco más fuerte.
Las fuerzas faltaban en el cuerpo del reptil, haciendo que este no pudiera pelear ante el agarre de quien pensaba un depredador. La serpiente dejo de luchar y solo dejo su cuerpo caer quedando colgando entre las manos de la niña, para ella era mejor morir en manos de un humano, que morir de forma horrible en manos de esas bestiales criaturas que la buscaban.