Tora.
Sentía que mi cuerpo aún flotaba buscando salvarse, pero no sentía la fuerte corriente, la lluvia torrencial, ni las congelantes corrientes de viento; en cambio, me sentía muy cómoda, incluso a gusto y una gran calidez rodeaba mi cuerpo.Estaba consciente, ya despierta pero con mis ojos cerrados, de alguna forma me aterraba abrirlos y encontrarme de nuevo en aquel horrible lugar donde pase prácticamente toda mi infancia siento utilizada como conejillo de indias por el ccg.
En aquellos tiempos toda mi familia había sido exterminada, nunca supe por quien exactamente, probablemente por aquellos investigadores que decidieron ligarlos a todos los casos de asesinatos sin resolver para librarse de sus superiores, en fin, debido a ello termine sola, vagando en busca de mi supervivencia; la montaña fue testigo de mi primera matanza.
Mi inocencia e inexperiencia me llevo a intentar suerte en un pequeño pueblo que encontré en mi camino, allí estaba lleno de gente, pero aún así solo estaba rodeada de soledad y tristeza, aunque la pequeña copito de nieve siempre permanecía a mi lado.
Todas las personas del lugar compartían un poco de su alimento conmigo, yo intentaba negarme, pero en ocasiones por su persistencia debía ingerir las asquerosos comidas que preparaban para evitar ser descubierta, justo como mis padres me habían enseñado hace ya mucho tiempo. Durante el día finjia ser una dulce niña que le encantaba pasarla con las personas del pueblo, pero en las noches cazaba a cualquiera de los residentes que paseaba desprevenido, al final no me importaba que vida debía sacrificar para que yo misma pudiera seguir existiendo.
Después de mucho tiempo se extendió el rumor de que había un Ghoul atacando el pueblo, inicialmente no me preocupe, ¿Quien pensaría que una pequeña niña sería aquel "monstruo" que irrumpia su paz? Pero el problema llegó cuando a este lugar llegaron extraños hombres con portafolios a "proteger el pueblo", mis noches se volvieron un infierno al intentaba conseguir comida y evitar ser atrapada por ellos, pero al final el hambre y la mala alimentación no evitó mi captura. Esa fue la primera vez que la oscuridad me trago.
Cuando desperté lo primero que ví fue una luz segadora, intente múltiples veces de llegar a una posición más cómoda, pero eso es imposible si te encuentras atada de todas tus extremidades a una rígida camilla de acero. Mis ojos tuvieron que adaptarse, cuando llegó el momento pude identificar que me encontraba en una sala de operaciones.
Durante los primeros días estuve totalmente sola aguantando hambre y la segadora luz de la lámpara sobre mi, después de lo que puedo decir fueron meses, al fin entro un hombre de gran altura junto con varias otras personas. Todos ellos portaban ropas blancas, mascarillas y traían con sigo una mesa llena de implementos; allí empezó el martirio.
Aquel que llamaban dr. Kanou era mi verdugo; debido a que mi cuerpo era prácticamente impenetrable por utensilios convencionales, debían inyectarse un supresor de células Rc en un tejido blando, así que que cada vez que experimentaban con migo me clavaban una larga y delgada aguja en el ojo, más específicamente en el lagrimal; esto ardía como el demonio.
Dosis tras dosis mi piel se volvía más débil por la supresión de mis células Rc hasta llegar al punto en que en este aspecto era casi igual a un humano; allí empecé a entender el significado de la palabra "someter"
Días, semanas, meses, años; ese fue el tiempo que pasó. Ya había perdido toda esperanza, todo sentimiento de dolor había desaparecido, todo sentir en si había abandonado mi cuerpo; me sentía vacía, sin un objetivo en lo que creo que aún se puede definir vida...