¿Ha olvidado añadir el inicio de su menstruación?
Cuando Paula Méndez leyó esa frase en la pantalla de su teléfono, tragó saliva y sintió el sudor frío bajar por su frente. A pesar de tus temores, abrió la aplicación y miró con atención el calendario, tratando de calcular cuántos días pasaron desde que debió llegarle el período.
En total dieron tres semanas.
Eran casi tres semanas de retraso.
No era regular, mas nunca experimentó un atraso de tantos días.
Por culpa de las perennes discusiones con Leo, su ahora exnovio, no tuvo tiempo de detenerse a pensar en lo que podría significar aquella ausencia de la menstruación. Por un segundo, la joven vio su mundo roto derrumbarse de nuevo, esta vez más profundo, intenso y sin remedio alguno.
Se detuvo un rato a pensar en lo que podría hacer, mordió la uña de su pulgar y caminó de un lado a otro en busca de una respuesta. Revisó el reloj de su celular, todavía le quedaba media hora de descanso hasta su siguiente clase. Pellizcó su mano para hacerse reaccionar y repasó en su cabeza cuánto dinero tenía en su cartera.
Caminó con las manos dentro de los bolsillos a la salida del plantel de la preparatoria en la que estudiaba. Mostró su credencial de alumno al guardia y este le abrió la puerta. Anduvo por las calles llenas de grietas, recibió comentarios obscenos de algunos conductores y se topó con las miradas de superioridad de un grupo de compañeros de clase, mismos que regresaban de almorzar fuera.
Entre ellos estaba Leo.
Paula continuó con su camino a la farmacia, pero se detuvo cuando sintió que tiraban de la parte trasera de su sudadera. Ella se volteó de golpe, con la esperanza de encontrar a alguien que no fuera su exnovio, mas ahí estaba él, con sus ojos marrones y alborotado cabello cenizo.
—La cagué. —Fue lo primero que dijo él—. Y estabas en toda la razón cuando me dejaste botado en el centro ayer.
Aunque anoche la joven se la pasó añorando el momento en el que Leo se le acercara para pedirle una disculpa, en ese preciso instante no podía sentir más que ansiedad; su cabeza se encontraba atiborrada de pensamientos catastróficos.
—Lo sé —replicó Paula, no dejaba de mover los pies, mordió el interior de su mejilla y sintió su rostro arder.
La joven estaba más que consciente de que su relación se acabó por culpa de las inseguridades de él. Esas mismas dudas estallaron tras una conversación con sus amigos, una donde ponían, una vez más, la fidelidad de Paula en duda.
Como consecuencia, Leo le pidió ver sus mensajes. Ella se negó y se molestó por la falta de confianza, además, le dolió darse cuenta de que los rumores en su contra seguían afectando su vida a ese nivel. Al final la discusión creció tanto que incluso se volvieron merecedores de miradas curiosas de parte de los peatones que deambulaban por las calles del centro de la ciudad el día de ayer.
—¿Quieres que hablemos ahora?
—No —respondió, recordando su objetivo.
Para Paula descartar un posible embarazo era mucho más importante que arreglar su relación. Pudo haberle confesado lo que en realidad la preocupaba, pero no quería alarmarlo tan de repente y menos sin haberlo comprobado antes.
—Tengo que ir a comprar algo —lo cortó ella, ocultando su nerviosismo en vano—, ¿puedo verte a la salida del salón 1205 en unos veinte minutos?
Él solo asintió con la cabeza.
Paula aceleró el paso a la farmacia, de nuevo abandonado a Leo. Una vez llegó, pidió una prueba de embarazo con la misma sutileza con la que sus conocidos adquirían tachas para las fiestas. La dependienta de la farmacia la miró extrañada, pero no hizo comentario alguno y se la entregó.
Guardó la prueba en su bolso como si fuera algo ilegal que podría condenarla a una vida en prisión. Tras esto, corrió lo más rápido que pudo al plantel, le mostró de nuevo su credencial al guardia y se encerró en el primer baño que halló vacío.
Mientras dejaba el chorro caer sobre la prueba, la joven miró a la puerta de metal del baño. Tenía escrito en plumón escarlata: «Paula se la chupó al novio de Gabriela», y junto a esa frase, se encontraba escrito en el mismo color rojo la palabra: «Muéranse».
Había como cinco Paulas y tres Gabrielas en toda la preparatoria, no obstante, casi todos sabían de quiénes hablaba la primera oración. Ella misma lo sabía mejor que nadie. Esa línea se refería a su persona y a la que fue su amiga más querida hace varios meses.
Cuando el chorro dejó de caer, Paula aguardó a que apareciera el resultado. En su mente se repetía incontables veces que nada malo sucedería. Sin embargo, esa vez de nuevo la realidad se encargaba de darle una bofetada.
Aparecieron dos rayas en la prueba. Era el resultado que tanto se temía y ese que provocó que la visión de su futuro se ofuscara por completo.
¡Hello, conspiranoicos! Espero hayan disfrutado esta introducción y me dejen un comentario, ya que los valoro muchísimo.
¿Qué opinan de la situación de Paula?
En fin, estaré actualizando esta historia a diario por las mañanas.
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Lo que se diga de Paula | ✅ |
Teen FictionPaula es señalada como la chica fácil del instituto; creía ser capaz de soportarlo y hacer oídos sordos, pero ahora está embarazada, su novio duda de ella y nuevos rumores amenazan con manchar aún más su reputación. ■■■ La vida de Paula mejoró cuand...