Capítulo 9. Parte 2.

883 37 2
                                    

Aphril

Mi pie bajaba y subía nerviosamente. No había visto a Harry en ningún momento. Ni en la clase que nos tocaba estar juntos entró. No era algo normal.

—Necesito un informe de quince hojas sobre la Teoría neuroemocional para la siguiente clase.

Apunté lo dicho por el profesor Torres, y agradecí al cielo que la campanilla para el descanso sonara al fin.

Tomé mi mochila y comencé a guardar todo rápidamente, tenía intenciones de buscar a Harry.

— ¿Estás bien, Aphril?—Tan distraída estaba por la desaparición de Harry que no recordaba que Louis estaba en mi misma clase.

—Sí... no... ¿Y Harry? —Louis rodó los ojos algo molesto.

—No sé, es mejor que no esté aquí un tiempo... —Fruncí el ceño sin entender.

— ¿A qué te refieres? ¿No pasó la noche en el instituto? —Louis rio.

—Claro que lo ha de haber hecho, pero no en una habitación de alguno de los chicos...—Sentí una ráfaga ardiente recorrer mi cuello hasta llegar por mis hombros y bajó por mis brazos deteniéndose en mis manos, haciendo un puño. Pretendía decirme que se había acostado con alguien, ¿Acaso?

— ¿Qué carajo insinúas, Louis? —Dije algo molesta.

— ¿Disculpa? Aphril, abre los putos ojos—Fruncí el ceño ¿de que hablaba? Mejor dicho: ¿Por qué me habla así?— Harry sólo te quiere usar, solo quiere que te acuestes con él.

—Eso... no es cierto, Louis...

— ¡El mismo te lo ha dicho! —Comenzábamos a alzar la voz.

— ¡Si así fuera, Louis! ¿A ti que más te da? —Dije acercándome a él. El frunció el ceño, me tomó rápidamente de la cintura, miró mis labios y se pasó la lengua por los suyos, me miró a los ojos y después sentí sus labios sobre los míos.

Me besaba. Apenas pasados dos segundos lo aparte y acto seguido le di una cachetada.

— ¡Auch! —Dijo sobándose la mejilla.

—Te creía alguien mejor, Louis. Pensé que eras un chico inteligente que sabría que no soy una zorra para que me anden besando a lo tonto.

—Pero Harry si puede hacerlo ¿no? —«Esta celoso, Aphril» Aun más enojada le solté una bofetada lo doble de fuerte.

—Estoy muy decepcionada de ti, Louis, eres tan idiota que ni cuenta te has dado de que yo igual gustaba de ti —El frunció el ceño y vi que sus ojos huracanados se tornaban aguas tranquilas a cada palabra.

—Aphril, yo...

— ¡Cállate! Dios, me decepcionas, Louis —Tomé mi mochila y salí del salón. Me dirigí a los baños y entré. Agradecí que no hubiera nadie. Ya no pude retener más las lágrimas y comencé a llorar. Sentía que el coraje me atragantaba.

Intenté calmarme, agarré mi mochila y salí del baño. Caminé al lavamanos y miré mi reflejo, tomé un poco de maquillaje y me retoqué pocos detalles.

Salí de los sanitarios, crucé los jardines y me marché del instituto. Sin rumbo alguno, sin destino...

«Dejavú...»

Lo único que quería ahora mismo era adentrarme en mis sueños, mis sueños agradables que me sabían a caramelo y algodón de azúcar. Dulces.

Seguí caminando hasta que llegué a un semáforo. Me detuve y vi a una ancianita a mi lado. Le sonreí ya que me miraba expectante. Pero no duro mucho mi sonrisa.

— ¿Todo bien, querida? —Preguntó, con una sonrisa, una sonrisa hermosa a pesar de estar llena de arrugas a su alrededor. Miré sus ojos azules, tan cristalinos que me conmovían al mirarles.

—Ah... si—Respondí, algo confundida por su repentino saludo—¿Necesita ayuda?

—Me seria de mucho si lo hicieras, linda —Le ofrecí mi brazo a la anciana señora, tan distraída estaba que no había notado que traía andadera. Sonreí sutilmente y comenzamos a avanzar al ver el cambio de color— ¿Acaso no vas a la escuela?

Vi que me intentaba crear una charla, así que le seguí la corriente.

—Sí, pero... ¿nunca ha sentido ganas de olvidarse un momento de sus problemas y sólo tener serenidad? —La señora me sonrió y rio con dificultad. Era extraño hablar tan fluidamente con alguien que apenas unos segundos había conocido.

— ¡Hay linda! Todos tienen esa necesidad en algún momento. Yo de joven siempre solía dar caminatas intentando calmar mis pensamientos. Créeme esto que haces es de sabios.

Sonreí y miré al frente. No había notado que ya nos habíamos seguido por un camino de un pequeño parque. La señora se detuvo frente de una banca y se sentó. Sacó del pequeño bolso de su suéter de lana una bolsa con alimento para palomas

— ¿Quieres ayudarme? —Vacilé un momento pero luego asentí y me senté a su lado. Esta señora me llenaba de tranquilidad. Era como la abuela que nunca tuve. O al menos que nunca conocí.

Pasamos varios minutos sin hablar, tan sólo alimentando las palomas blancas que se pasaban tímidamente por nuestros pies.

— ¿Tiene hijos? —Sentí que era entrometida, y eso fue ya luego de formular la pregunta— No, disculpe, no me incumbe.

—No. Nunca pude tener hijos —Respondió, ignorando mi comentario. Sentí algo de tristeza por su respuesta. Mis colores subieron.

—Lo siento —Mencioné nerviosa.

—Yo no ¿sabes? —Le miré. Y me confundía, porque yo siempre creí que tener hijos era lo más hermoso y lo que toda mujer deseaba.

—¿Po-Porque? —La señora tomó mi mano y sonrió negando con la cabeza. Su mano estaba suave.

—Pues, los padres siempre te hacen una persona a sus necesidades, bien te lo dice esta anciana...—Sonreí al verle señalarse a sí misma—pero, yo tuve la oportunidad de disfrutar a mi esposo a cada instante, supe que era él el indicado al seguir a mi lado a pesar de no tener hijos que cuidar —Suspiré.

—Sus sueños se hicieron realidad.

—No por entero, pero, los sueños son así, haces lo mejor para intentar realizarlos, aunque, hay sueños ocultos que no recuerdas y se vuelven una parte de tu realidad —Fruncí el ceño sin entender. Su voz cansada y dulce comenzó a detenerse a analizar mi gesto confundido.

— ¿Me quiere decir que no siempre podemos controlar nuestro destino?

—No existe tal, preciosa.

La señora miró un lugar no específico y después señaló a una persona recostada en el pasto.

— ¿Qué te imaginas que le paso a ese pobre hombre rodeado de botellas? —Miré un poco más detenidamente.

—Algo no muy agradable para intentar olvidarlo con alcohol.

— ¡Exacto! —Dijo y di un pequeño respingo, ella comenzó a reír— ¿Crees que de existir el destino pasarían cosas tan crueles y tontas? No, linda. El destino es solo una faceta ficticia, sólo creo en las casualidades ingenuas...

—Puede que si...—Miré nuevamente a aquel hombre. « ¿Dónde está Harry?»

Dreamers «Harry Styles» ✓ #1 (Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora