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—Buenos días—canturreé mientras atravesaba la puerta y la campanilla sonaba.
—Buenos días, Hara—Jongdae estaba limpiando la mesa del mostrador.
—lo de siempre—dejé unas monedas encima de la mesa. Jongdae se asoma a la vitrina de abajo y saca una caja de cigarrillos. Saca uno y me lo entrega—. Gracias—guarda la caja y echa las monedas en una caja con más dinero.
—ayer te vi con Min Suga. ¿Se llevan?—recargó sus antebrazos en el mostrador.
—cotillo—le miré culpable—. Es mi vecino, lo conozco.—encendí el cigarrillo y lo puse en mi boca. Inhalé y luego saqué el humo.
—se fuma afuera, señorita.—tosió falsamente y apartó el humo de su cara.—. La pregunta era si se llevan bien.
—abre una ventana si tanto te molesta.—Jongdae se acercó a una ventana y la abrió. Volvió a poner los antebrazos en el mostrador y me miró atento—. No le hablo seguido. Además es amigo de Taehyung y eso no me conviene.
—¿pero te agrada?
—cuando se lo propone me saca de quicio, pero no es usual. Sí, me agrada un poco.
—pudiste haber dicho eso desde el principio.
—si no te hubieras quejado por el humo, yo habría llegado al grano.—rodó los ojos.
—por cierto, supe que Sungjae—ese nombre me daba jaqueca— estaba...
—muerto.—completé su oración. Inhalé del cigarrillo y saqué el humo—. Lo sé, de eso hablaba con Min.
—podrías investigar con él sobre su muerte, estoy casi seguro de que Min podría saber algo.
—no tiene caso, Chen. Está muerto. No podemos hacer nada.—soné un poco enfadada—. Lo mejor que pudo pasar sería su muerte. Ya no hay nada que hacer.
—entonces podrías dejar el cigarrillo.—no dije nada en un buen rato. Si fumaba era para reemplazarlo a él. Y ahora que ya no estaba, podía dejarlo.
—algún día, Jongdae. Algún día—tiré la colilla a la basura y salí de la tienda.

El aire frío entraba y salía de mi organismo constantemente quitando la sensación del cigarrillo y congelando mi nariz.
Hace una semana se confirmó la muerte de Kim Sung Jae. El hombre al que yo decía no recordar su nombre, nombre que ocultaba con un apodo gracioso que me hiciera olvidar lo que me hizo.
Y es que decir que no me acuerdo de su nombre es parte de olvidarlo. Mi vida dio un giro de 360º después de conocerlo. Y no cambiará.

Sungjae decía amarme y yo decía hacerlo también. Pero no contaba con todo lo que amarlo incluía. Me metió en asuntos ilegales, me dejó sola incontables veces, me dio mala reputación y me hizo adicta a muchas cosas. Entre ellas él.

Mis notas en la escuela bajaron notablemente. La gente sabía que yo tomaba litros de alcohol y que a veces asistía ebria a clases. Que me besaba con Sungjae en los recesos. Y que a las cuatro veinte me iba con sus amigos a consumir marihuana.
No podía mirar a los ojos a mi madre, mi remordimiento empezaba en la puerta de mi casa y terminaba en el cajón donde guardaba los cigarrillos que me daba él.

Mi madre me echó de la casa y constantemente me comparaba con mi hermano. Decía que él era su orgullo y que si sólo estuviera disponible le llamaría para que me hiciera recapacitar. Me decía que por qué no podía ser como él. Todo lo que decía eran mentiras, mi hermano no era la mejor persona del mundo y nunca lo será. No le dio orgullo a mi madre nunca. Pero como Jaebum es rico y tiene familia ahora, es el superhéroe de mamá. Jaebum no sacaba buenas notas, era flojo y prefería enrollarse con las chicas que estudiar. También era adicto al alcohol y mi madre lo echó de la casa a los dieciocho. Él siguió sus estudios aún con todos sus hábitos y sorprendentemente se graduó y consiguió un buen trabajo. Se casó y tuvo un hijo. Pero no invitó a mi madre a su boda, y nunca le dijo el nombre de su hijo. A mí me había llamado por teléfono y por varios años había mantenido contacto conmigo, solo conmigo. Mamá estaba furiosa y me castigó el teléfono.
¿Quien decía que yo no podía hacer lo que Jaebum?
Y al igual que él, me echó de la casa. Tenía diecisiete.

Jaebum se enteró y me mandó buen dinero para comprar una casa. Y no fue el único que me ayudó. Sungjae ganaba demasiado dinero por el narcotráfico y porque su familia tenía dinero y me ayudó a comprar una casa y amueblarla un poco. Yo después la terminé de decorar. Seguí mis estudios, comencé a ser más responsable. Seguía guardando los cigarrillos que me daba hasta que dejó de dármelos.
Nunca fumé seguido porque tenía suficiente con el alcohol. Y entonces dejé de tener suficiente.

Cuando él desapareció no supe que hacer. Mala reputación se volvió mi apodo y todo por un idiota celoso. Sungjae me había hecho adicta al alcohol y a su compañía, podía remplazar una de ellas por otra. Recordé que me había dado un cigarrillo en nuestros primeros encuentros. Así que saqué varios cigarrillos del cajón donde termina el remordimiento y fumar un pedazo de paraíso.
Dibujar en el humo, llenar mis pulmones de otra sustancia y sentirme completa.
No me importaría morir de sobredosis o de cáncer de pulmón, lo he estado esperando desde que todo empezó.

El cigarrillo me estaba nublando la memoria y el humo se llevaba recuerdos y malas experiencias. Y seguía fumando para que de una vez por todas se llevara el nombre Sungjae de mi cabeza. Como no se iba, lo taché con plumón indeleble y lo remplacé por "Rasputín", o simplemente "Él".

En la preparatoria sólo asistía a clases de música. Quería dedicar mi vida a eso. Muchas clases de guitarra y de canto y cuando terminé mi preparatoria pasando con un seis decidí que empezaría humildemente y que de seguro terminaría en grande. Pero no quería terminar en grande, prefería que fuera humilde hasta el fin de mis días. Y mi único problema era que no tenía donde tocar. Así que decidí sólo quedarme en casa, fumar y caminar. Mi rutina diaria, claro, con más detalles que no son importantes de mencionar.

Mi vida se hizo monótona y al mismo tiempo mas tranquila. Lo cual agradecía. Y con frecuencia me preguntaba a mí misma ciertas cosas y me daba cuenta de otras.
¿Mi madre sabrá de mí? ¿Le importaré? ¿Como estará Jaebum? ¿Donde mierda está Sungjae? ¿Cuál es el secreto de Jongdae para abrir las 24 horas del día su tienda?
Y otras preguntas que me respondía a veces con lo más lógico que se me ocurría y cuando mi mente estaba sobrecargada respondía a todas esas preguntas con un "No se" y salía a la calle a caminar y a la tienda de Jongdae por un cigarrillo.

Y mi vida era así de sencilla hasta hace una semana, todas esas preguntas se duplicaron mientras que solo una se resolvió y salió de mi cabeza.
¿Donde mierda está Sungjae?  Está muerto.
Y como dije, era lo mejor que podía pasar. Mientras mi monotonía tuve mucho tiempo para pensar en el pasado y decidí que había sido el peor error de mi vida conocer a Kim Sung Jae y que lo odiaba por todo lo que me hizo. Sin él probablemente sería el orgullo de mi madre y no Jaebum.

Pero me decía que estaba bien y que ya todo había pasado. Que Sungjae estaba muerto y eso era un alivio. Mi mala reputación nunca acabó y por ella nadie se me acercaba y lo agradecía porque llegué a odiar a la gente. Me gusta mi soledad por ahora. Si convivo con personas no debe ser más de una al mismo tiempo.






Y terminando de aclarar mi mente, regreso a casa.
Me acobijo en el sofá y enciendo el televisor. Me dispongo a poner "Harry Potter" y cocinar chocolate caliente. Lo sirvo y me relajo mientras veo mi película.
El frío solo es mi preferido cuando quiero pensar.

Cigarette ; M.yg Donde viven las historias. Descúbrelo ahora