Z e h n

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Im Hara ←

Llevaba más de media hora frente al espejo decidiendo que ponerme. Tan solo quedaban pocas prendas en mi armario debido a que las demás se encontraban en el suelo. Bufé aún mirándome al espejo. Desde que me bañé había estado decidiendo que ponerme y todavía no tenía nada. Miré la pila de ropa en el suelo. Divisé dos cosas que quedarían bien juntas.

Ya se que ponerme.

[...]

Giré una vez más frente al espejo. Me gustaba como se veía. Asentí satisfecha y salí de casa. Me quedaba más o menos una hora para que Yoongi llegara por mí, saldría un segundo y después volvería a casa.

Al abrir la puerta la campanilla de la entrada sonó y Jongdae salió del almacén, se recargó en el mostrador y me miró de arriba a abajo con una sonrisa.

—¿a que se debe la vestimenta?—preguntó alzando una ceja.
—¿tiene que haber un porqué?
—hace siglos no usabas una falda como se debe.—señaló mi ropa—. ¿Que pasó?
—bien, Min me invitó a cenar y...
—¿Min YoonGi? ¿Estoy escuchando bien?—levantó ambas cejas.
—sí, no te sorprendas. El punto es que debía usar algo apropiado.
—tu madre no lo consideraría apropiado—rió.
—sabes a qué me refiero.
—ya se, ya se.—me miró a los ojos—. ¿Y? ¿Te gusta?
—mis mejillas se sonrojaron—. Eso no te incumbe—dije divertida.
—¡hey!—rió.
—deséame suerte, Chen.—sonreí de lado.
—no la necesitas—sacó un cigarrillo de su caja y lo puso en frente mío.
—hoy no, Jongdae—negué con la mano—. Hoy no.

Jongdae se encogió de hombros y guardó el cigarrillo. Di media vuelta y salí de la tienda. Caminé de vuelta a casa y esperé sentada en la mesa de la terraza.
Vestía con un suéter negro, una falda de mezclilla, unas medias negras y botas militares del mismo color. Y Jongdae tenía razón, mi madre lo consideraría totalmente inapropiado y de seguro me golpearía si me viera así.

Me gustaría decirle que una falda no es símbolo de que una chica es una puta. Pensé que así le gustaría que me vistiera, de falda. Pero veo que no le gustó. Recibí una llamada. Adivinen quien.

—¿bueno?
—Hara, cuanto tiempo. ¿Cómo estás?
—bien, ¿como va el trabajo, Jaebum?
—ugh, ni me lo recuerdes. Estoy exhausto.
—reí—. ¿Cómo está Minji?
—bien, muy bien. Feliz.
—¿y el pequeño Young?
—creciendo. Es muy inquieto.
—me alegra escucharlo.
—¿tú cómo estás, hermanita?
—bien. Feliz.
—¿en serio? ¿Que pasó con Sungjae?
—murió.
—Jaebum no habló por un rato—. Y...y-y tú...
—estoy bien, Jaebum. No te preocupes. De hecho voy saliendo.
—¿ah, sí? ¿Con quien?
—¿te mencioné alguna vez a Min Yoongi?
—creo que no.
—pues él.
—bueno...¿has dejado el cigarrillo?
—eso intento, Jaebum. Por ahí voy.
—cuídate, Hara. Te hablaré después.
—igual, hermanito.

Colgué y metí mi móvil a mi pequeño bolso. Ya estaba obscureciendo y comenzaba a hacer frío.

—¡Hara!—alguien gritó mi nombre.

Asome mi cabeza a la calle, ahí en frente de la entrada a los departamentos estaba Yoongi. Sonreí y me levanté de la mesa. Caminé rápido por las escaleras hasta salir y encontrármelo.

—¿nos vamos?—preguntó.

Me ofreció su brazo y yo enganché el mío.  Lo miré un segundo, como iba vestido. Se veía muy bien. Creo que me sonrojé. Sonreí involuntariamente. Caminamos hasta llegar al lugar que Yoongi había mencionado. Era un pequeño establecimiento, se veía limpio y acogedor, algo bueno para el frío que estaba haciendo a esa hora.

Cigarette ; M.yg Donde viven las historias. Descúbrelo ahora